Capitulo 31

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Llegamos a un restaurante italiano que es bastante glamuroso y eso me hace sentir un poco insegura con mi vestimenta. Estamos frente al maître, el cual esta perfectamente vestido y siento mas pavor de mi vestimenta.

Cristóbal se percata de que estoy tensa, así que frente al hombre que nos da la bienvenida, me toma de la barbilla y me da un beso tan apasionado que siento que floto y al separase me dice —Estas perfecta, esta noche estas hermosa— yo lo veo como boba y sonrío cuando me toma de la cintura y me pega a su costado.

El maître nos dirige a una sección en el segundo piso, cuando llegamos al inicio de las escaleras veo en un letrero que dice “Zona VIP” no es posible que en estos restaurantes pijos haya divisiones de zonas.

Llegamos a nuestra mesa y me quedo sorprendida de la hermosa decoración que esta sobre ella, en el centro se encuentra un pequeño jarrón de vidrio con tres rosas, una blanca y dos rojas, la vajilla es de estilo Luis XV ahora que lo veo bien todos los muebles son de ese estilo.

—Espero que te guste la decoración— dice Cristóbal susurrando en mi oído y produciéndome cosquillas.

—Me encanta— pero lo que mas me gusta es el candelabro araña que cuelga del techo, es de estilo italiano y por lo que veo esta adornado con flores rosas de cerámica y pequeñas cadenas de cristales que cuelgan de un lado a otro.

Me quita el abrigo y separa la silla para que me siente —Gracias caballero— digo de manera juguetona.

El toma mi mano y la besa diciendo — Es un placer servirle mi señora— cuando se aleja siento el vacio que deja al no tener su contacto, lo veo sentarse frente a mi e indicar al maître que se retire.

Toma su copa y yo lo imito —Por nosotros y que esta noche este llena de deseo, placer y mucho sexo—

Yo rio ante su comentario y lo apoyo — Por nosotros y que esta noche sea inolvidable—.

La velada ha sido exquisita y mas al tener a un hombre como Cristóbal. En el tiempo que llevamos aquí no ha dejado de decirme lo hermosa que estoy, lo sexy que soy y lo apetecible que le parezco, entre otras cosas que han hecho subir mi libido.

Cuando el camarero nos trajo los menús, decidí dejar que él pidiera los platos, sabia que podía confiar en su buen gusto para la comida, sin olvidar que la italiana es su preferida y no me equivoque ya que para él pidió Focaccia al Rosmarino y según lo que me dijo es un platillo muy parecido a la pizza solo que en lugar de ser una masa redonda, es cortada en tiras para formar una pasta la cual es bañada en salsa.

Para mi pidió Fetuccini el cual es una pasta con crema de pollo y salsa de champiñones y he de decir que estaba deliciosa. Y para acompañar ordeno un vino tinto Cabernet Sauvignon 2009, de Casa Madero y decir que era delicioso es quedarse muy corto.

Hemos hablado de todo y nada a la vez, realmente estoy muy a gusto con el aquí, ahora; me encanta la terraza y el clima de hoy es ideal para una cena al aire libre, pero para ser honesta no veo la hora de irnos y estar con él a solas.

—¿Qué te ocurre? Te quedaste callada—

—Estaba pensando que… no veo la hora de irnos y poder estar solos— prefiero decirle lo que pienso en realidad, así tal vez se apiade de mi.

—Ya veo— dice el muy cretino sonriendo y dando pequeños sorbos a su copa —¿De verdad quieres irte? —

—Quiero irme— afirmo —para estar contigo a solas, te deseo— Cristóbal se arrima a mi, lo suficiente para sentir su entrepierna y siento su mano en mi nuca para levantarme la cara y así lo pueda ver. Nos miramos por lo que me parecen horas y lo veo bajar lentamente hasta posarse en mis labios y besarme de la forma en que sabe hacerlo.

Va repartiendo besitos hasta llegar a mi oreja y en ella susurra —Vámonos preciosa—

Estamos de vuelta en el jaguar con rumbo desconocido, la verdad no se a donde vamos y no es que me importe mucho, solo quiero estar con el y aprovechar esta noche al máximo.

—¿A dónde vamos? — pregunto un tanto tímida.

—A mi casa— dice volteando a verme —Esta noche te hare mía en mi casa, en mi cama— y sonríe, esa sonrisa que puede hacer que se le caigan los calzones a cualquier mujer.

—¿Vives solo? —

—Si— contesta mientras da una vuelta a la izquierda para tomar la avenida principal —Mi hermano vive en Londres con su familia, mi madre vive en Dakota del Norte y yo vivo en Nueva York, pero ahora mi residencia es aquí en Austin.

—¿Tu mama no volvió a casarse? —

—No, se dedico a protegernos a mi hermano y a mi y se olvido de ella, pero cuando le haces esa pregunta, ella siempre responde que es feliz, ahora esta viviendo en la finca que era de mi abuelos paternos y que dejaron como herencia y mi hermano se caso y tiene dos preciosas hijas, ahora esta de visita arreglando unos asuntos— y al ver que no respondo continua— así que vivo completamente solo, así que no te preocupes, puedes andar desnuda por mi casa sin temor de que te topes a alguien—

—Serás engreído— y le doy un manotazo en el brazo y el solo se hecha a reír.

Llegamos a su casa, bueno más bien penthouse en uno de los hoteles más lujosos de la ciudad. Al bajarnos del coche, toma mi mano y nos conduce hasta el elevador, presiona el piso 9 y las puertas se cierran. Mientras subimos, en mi cabeza tengo miles de imágenes de lo que podría ocurrir dentro de unos momentos, estoy tan ansiosa que no se que pensar.

De pronto siento la mano de Cristóbal que recorre mi cuello y sus ojos se posan en los míos, desvío mi mirada a su boca y lo veo chuparse los labios y no puedo creer que ese gesto me ponga a mil. Subo la mirada hasta ver sus ojos que se han oscurecido por el deseo que emana de el.

—Eres tan bonita— dice en un susurro. En un acto reflejo intento escapar, pero no de él, sino de las sensaciones que me invaden en ese instante, me siento ahogar. Choco con la pared y él esta ahí, conmigo.

—¿Te parezco bonita? —y no me creo el tono de mi voz, cargado de deseo puro por el.

—Bonita es quedarme corto, eres un hada bella, hermosa. Inalcanzable para los simples mortales que quieren tenerte, pero tan a mi alcance, tan mía— Dios este hombre hace que tomo mi cuerpo se ponga en alerta, hace que me tiemblen las rodillas y se me acelere el corazón.

Cristóbal se acerca poco a poco hasta que nuestros labios se unen y siento como una especie de electricidad recorre mi cuerpo, desde la cabeza hasta la punta del pie. El beso es suave y dulce, poco a poco pega su cuerpo al mío hasta que siento que nuestros cuerpos están unidos en sincronía.

Toma mi pierna derecha y la alza alrededor de su cintura y se aprieta contra mí, puedo sentir como su miembro esta duro y listo para la acción, el beso se vuelve salvaje y posesivo, subo mis brazos hasta rodear su cuello y atraerlo a mí para profundizar en su boca.

Mientras seguimos besándonos, el se frota contra mi y eso me hace gemir varias veces y la locura va creciendo a grandes pasos.

—Cristóbal— gimo su nombre mientras besa y lame mi cuello y se sigue frotando tan intensamente que pienso que me podría venir en este instante. Siento como me muerde y de seguro me dejara marcada.

—Me encantaría tomarte aquí— dice jadeando lleno de deseo— no tienes idea de lo sexy que estas ahora mismo, con las pupilas dilatadas, las mejillas sonrojadas por el deseo que sientes por mi, abierta de piernas. No te imaginas lo cachondo que me pone el verte así, atada a mi de esta forma, pero me prometí que te haría el amor en mi cama, así que lo del elevador lo haremos en otra ocasión— y cuando apenas iba a reclamar oímos el tín de la campana, anunciando que ya habíamos llegado a nuestro destino.

AmorEs De aquí a allá, un paso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora