Capitulo 38

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—¿Sophia? Pero ¿Qué haces aquí? — Me asome al pasillo para ver si había alguien mas con ella —Dime ¿Quién te trajo? —

—Nadie, vine sola— por sus mejillas recorrían lagrimas que no paraban de bajar de sus ojos —encontré tu dirección en una tarjeta que me había dado mi mama… ella me dijo que si necesitaba ayuda pues viniera a ti— Estaba realmente apenada, y no dejaba de temblar. Me aparte y deje que entrara.

—¿Qué pasa Sophia? ¿Cómo puedo ayudarte? — le indique que se sentara en una de las sillas que estaban en el recibidor. Después de hacerlo que limpio la cara y tomo una gran bocanada de aire.

—Ayúdame a encontrar a mi mama— y vi en sus ojos nuevas lágrimas. Dios como le explicaba a una niña lo que le había ocurrido a su madre ¿Cómo? Me sentía como un perfecto imbécil, estaba tan ensimismado en mis pensamientos que me olvide del dolor de ella, de la hija de Clarisa.

Me quede callado, no sabia que responder ante su petición. Así que tome asiento a su lado y trate de aclarar mi mente para poder hablar con ella, pero se me adelanto.

—Se que algo le ocurrió, ni mi abuela ni mi tía me dicen que es, pero se que no se fue a una conferencia fuera del país como me dijeron. Ayúdame Cristóbal, por favor se que mi madre esta en peligro, quiero que regrese a casa— y al terminar la frase nuevas lagrimas rodaron por sus mejillas.

Antes de poder contestarle apareció mi madre y al ver a Sophia algo cambio en ella. Se acerco con cautela poniéndose de rodillas ante ella.

—¿Qué pasa pequeña? ¿Por qué lloras? — dijo mi madre limpiando su carita.

—Mama— conteste — ella es Sophia, es la hija de Clarisa— observe la reacción de mi madre, y sus ojos delataron sorpresa y ¿Felicidad? —Vino sola—

Mi madre le sonrió y tomo sus manos —Pero dios, estas helada, ven conmigo yo te voy a preparar un chocolate calientito para que entres en calor— le ayudo a levantarse y ella aprovecho para abrazar a la pequeña niña que no dejaba de temblar.

—Gracias Sra. Pero prefiero un té sino es mucha molestia, es que no me gusta el chocolate — mi madre sonrió y asintió.

—Igual que a mi hijo — dijo señalándome aun con la sonrisa en su rostro — A el tampoco le gusta el chocolate — las dos caminaron hacia la cocina y yo regrese a la sala con los demás.

—¿Quién era? — pregunto Max.

—Sophia. Vino para pedirme ayuda para encontrar a su mama. Estoy sorprendido de que haya venido sola— los tres hombres me voltearon a ver —Sophia es la hija de Clarisa, ella le dio mi tarjeta por si algún día necesitaba algo sabia que podía contar conmigo— Rivas y Rogelio asintieron.

—Espera un segundo ¿Vino sola? — Max vio su reloj —Pero si a esta hora debería de estar en la escuela —se levanto con su celular en mano —llamare a Anny, probablemente no sepa que se a fugado— y se alejo.

—Para ser honesto no se como decirle lo de su mama ¿Alguna sugerencia? — en ese momento entraron mi madre y la niña, se sentaron juntas en un sofá y Rivas fue quien le comunico lo sucedido.

Estaba impresionado con la atención que Sophia le ponía al detective. Ella comprendió cada palabra y si no entendía algún término Rivas se lo explicaba. Al finalizar el relato ella volteo a verme.

—¿La salvaras, verdad? — pregunto conteniendo un sollozo.

—Por supuesto, moveré cielo, mar y tierra hasta dar con ella y traerla de regreso— ella sonrió y ese gesto lleno mi corazón que hasta ahora estaba sumido en oscuridad.

AmorEs De aquí a allá, un paso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora