Y por tercera o cuarta o quinta vez en el día (ya he perdido la cuenta) estuve nuevamente por llorar, y fue cuando ví a mi padre bajar las escaleras, aseado y hablando, por fin hablando con alguien, ese alguien obviamente era Colton.

Oculte mi emoción apretando el brazo derecho de Ethan. El sonrió y me abrazo hasta guiarme a un lado de mi padre en la mesa.

Durante la comida el escuchaba sin parar todo lo que decía su amigo, no hablaba mucho pero era todo un avance que el siquiera este ahí, con algo de ánimo.

No pude evitar sonreír al verlo.
Mire a Elizabeth y está me sonrió de la misma forma.
Ella sabía lo que estaba pensando, lo sabía bien. Cuando llame a su puerta la noche que mi padre se encerró en su cuarto, fui llena de miedo y angustia. Mi padre jamás se había mostrado débil ante mi, ni ante nadie que conociera, no de esa forma tan desgarradora. Llegué a pensar cualquier cosa en tan solo segundos.

Elizabeth ni siquiera dudo, tomo mi mano y se quedó toda la noche conmigo y mi padre.

No podría explicar lo mucho que duele ver a alguien que amas y admiras, destrozado.

Sin quererlo me encuentro otra vez regulando mi respiración para no echarme a llorar como una bebé. Volteo de nuevo hacia mi padre, una leve sonrisa se asoma en su boca oyendo quién sabe que de la boca de Colton. Y entonces paso mi mano por sobre la mesa y encierro la suya con mis dedos. Mi padre aprieta mi mano con fuerza y puedo notar el cariño que intenta trasmitir con solo ese gesto.

Desde este momento comprendo que este es nuestro lugar, juntos, siempre ha sido así. Mi madre nunca perteneció a esta familia. Ella no merece a mi padre.

Y como dijo él ese día, nada nos va a separar, ni a quitar del lado del otro.

***

Rió por el chiste que acaba de soltar Ethan y este me mira como si estuviera orgulloso.

—Tu cara cambió completamente desde el momento que llegue hasta ahora.

—Tengo motivos ¿No crees? —digo refiriéndome a él y a mí padre.

Ethan se tira a mi cama boca abajo y voltea su cara para mirarme peinarme el cabello.

—¿Y qué pasó con el ebrio que metiste a mi casa?

Y en segundos... Sólo en segundos, volví a tener la misma cara de pocos amigos que cuando Ethan llegó.

—No debí preguntar eso ¿verdad? —suelta.

—¿Y Amanda? —cambió de tema recordando el nombre de la chica que dijo que tanto le gustaba.

Al parecer sirve porque Ethan se queda pensando.

—El año que entra iremos a la misma universidad —musita con desgano.

Alzo mis cejas sorprendida.

—¿Eso no es bueno?

Ethan me dedica una mirada de pocos amigos y niega con la cabeza.

—No cuando ella te cuenta en plan "amigos" que hay un chico que le interesa en ella.

—Oh...

—Si... —se encoje de hombros algo desmotivado.

El color de la inocenciaWhere stories live. Discover now