Capítulo 29. El dilema de Candy

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En su camino de regreso a South Haven, Terry manejó más lentamente que lo usual, queriendo prolongar el poco tiempo que todavía tenía con Candy. La tristeza llenaba todo su ser. No sabía que pasaría ahora, y Candy al parecer tampoco lo sabía.

Llegaron finalmente al Claremont Inn. Un incómodo silencio apareció entre ellos.

Deseo mucho pedirle que se quede.

¿Realmente quieres que todo termine después de solo cuatro días?

Estaba a punto de preguntarle cuando vio la expresión de dolor en su cara. La pregunta se atoró en su garganta.

Mi presencia le está causando dolor.

Pensó en lo que había ocurrido diez años atrás, cuando Candy de manera decisiva le había dicho que se iría de Nueva York, pues pensaba que su presencia le estaba causando dolor.

El dolor aumentó en su pecho y él se sintió sin sangre en sus venas.

La expresión de Candy entonces cambió mostrando una gran sonrisa. Pero él podía ver que ella estaba tratando de ocultar su propio dolor para no herirlo.

"Terry", le dijo, "Pensaré en lo que es correcto hacer. Lo haré", le aseguró.

Él frunció el ceño mientras la observaba.

De manera inesperada, Candy se acercó hacia él y lo besó tiernamente en los labios. "Lo haré", le dijo y se giró para partir con todavía una gran sonrisa en su cara, pero él pudo ver una lágrima que rodaba por su rostro.

Quiero que Candy sea feliz, pero no lo es ahora por mi culpa.

La observó partir, sintiendo dudas por primera vez sobre lo que estaba haciendo.

* * * 

Candy caminaba hacia la casa de los Haley. Aaron debería haber regresado. Ella sabía que tenía que ir a verlo. Todavía no sabía qué hacer, pero no podía mantener a Aaron en la oscuridad. La boda no podría ser el próximo mes. No cuando ella tenía sentimientos tan fuertes por Terry.

Pero quiero mucho a Aaron también.

Cuando llega a la casa de Aaron, en donde él vivía con su madre y hermana, vio las pequeñas estatuas de madera talladas a mano, alineadas en los alfeizares de las ventanas. Desde que él se había mudado a South Haven, había tomado la entretención de tallar en madera. Tenía manos firmes, y cada cincelada era precisa. Era un cirujano entrenado antes de llegar a South Haven, y si se hubiera ido a Boston hubiera tomado un cargo como cirujano. Las estatuas que tallaba tenían bellos diseños intrincados. A menudo, también tallaba pequeñas figurinas de animales para los niños del Hogar de Pony.

Un año antes le había dado a Candy una cuchara-de-amor, que el mismo talló como regalo de navidad. Colgaba en la pared de Candy sobre su cama. Candy pensó en ella y sintió una oleada de cálido afecto. Agobiantes pensamientos la embargaban mientras golpea la puerta. Fue Cecilia quien le abrió.

"¡Candy!", le dijo.

Al escuchar el nombre de Candy, Aaron también llegó a la puerta para darle la bienvenida. "Candy", le dijo feliz de verla. Pero su felicidad solo añadió más sentimientos de culpa en ella. Él la tomó entre sus brazos y la abrazó.

Candy lo abrazó de vuelta, pero estando en sus brazos levantó su mirada y le preguntó "¿Puedo hablar contigo a solas?"

"Seguro", él tomó su mano y la llevó fuera. Cecilia la miró de manera sospechosa.

Afuera y a solas, Aaron se dio cuenta de la cara de preocupación de Candy. "¿Pasa algo malo?", le preguntó.

Con lágrimas asomando en sus ojos Candy le dijo, "La boda no podrá ser el próximo mes."

LA PERSONA QUE YO AMO LE PERTENECE A ALGUIEN MÁSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora