Capítulo 26. Una tarde en los prados de Hillcrest

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En la tarde.

Terry descansaba en el pasto con Candy sentada a su lado. Candy lo observaba tomando el sol. Cuando ella lo vio por primera vez esta mañana, pensó que no podría verse más atractivo con ese chaleco y pantalón beige, y corbatín de lunares, con una gorra de golf.

La misma Candy llevaba un vestido de satín azul claro, sin mangas, con delgados tirantes en los hombros. Los últimos tres días habían sido como un sueño. Vistiendo los bellísimos vestidos que Cassandra le había prestado, se sentía como una princesa de cuentos de hadas, y Terry su atractivo escolta, estando a su lado todo el tiempo.

 Vistiendo los bellísimos vestidos que Cassandra le había prestado, se sentía como una princesa de cuentos de hadas, y Terry su atractivo escolta, estando a su lado todo el tiempo

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El día anterior Terry los había llevado a la playa. Después de jugar un rato en el agua, se sentaron fuera de ella. Candy mirando las olas por largo rato, sentía una oleada de sensaciones que se despertaban, ascendiendo y descendiendo en su corazón.

Terry se sentía relajado. Sus ojos estaban cerrados pero no estaba durmiendo. Sabía que Candy lo estaba mirando y no le importaba. Una sonrisa atravesaba su rostro.

Esto es justo como era en el San Pablo.

Para él los diez años desde la época del San Pablo y el presente habían dejado de existir. Un corte del director. La parte sin la actriz principal había sido borrada permanentemente de la historia. La época del San Pablo y el presente estaban unidos ahora y esa era la única historia. Todo y todos entre ese espacio de tiempo se había borrado de su mente. Borrado y eliminado. No valían ni un segundo de su tiempo.

Él se sentó y juguetonamente la tomó entre sus brazos. Ella cayó sobre él, mientras él caía sobre el pasto. Su traje era muy delgado. Él podía sentir la suavidad de su cuerpo.

"¡Hey!, ¿Qué estás haciendo?", gritó Candy, riendo.

Él miró su rostro. Le recordaba una flor brotando en la primavera.

"Estoy contando todas las pecas de tu cara"

En el pasado ella se hubiera puesto furiosa. Ahora, ella deseaba que él siempre la llamara pecosa. Suavemente ella se inclinó y le dio un delicado beso.

Tengo muy pocas preocupaciones en el mundo cuando estoy contigo, Candy.

"En el pasado en el San Pablo pecosa, tú no habrías hecho esto", le dijo Terry con una luminosa sonrisa.

Candy le sonrió, "quizás quiero resarcirme por lo que no hice en aquella época".

"¿De verdad?, ¿Tengo esa suerte?"

Candy lo miró, con su expresión un poco desamparada. "Cuando supe que habías dejado el San Pablo, te perseguí desesperadamente para alcanzarte, antes de que zarpara el barco. No había amanecido aún. El cielo aún estaba oscuro. El coche iba rápido, pero no lo suficiente. Y entonces me di cuenta de que yo...", Candy le mostró una sonrisa tímida, "Estuve pensando que te habías ido y ni siquiera te había dicho que... y después el barco zarpó y nunca alcancé a llegar al puerto".

Una fuerte brisa se sintió, con el viento agitando las ramas de los árboles del bosque, creando un sonido susurrante de las hojas, como si las hojas emitieran un gemido colectivo.

"Candy. Has pensado alguna vez ¿Cómo hubieran sido las cosas si ese accidente no hubiera ocurrido diez años atrás?", le preguntó Terry, "si no hubiera pasado, así es como hubiéramos permanecido juntos, ¿no lo crees?"

"Me gustaría pensar eso", Candy le sonrió. "Pero Terry, tu mundo es muy diferente. En South Haven, en la Colina de Pony, el mundo no es tan deslumbrante"

Terry la escuchó atentamente.

"Tú... conmigo. ¿Qué diría la gente sobre eso?"

"¿Qué gente?"

"La gente que escribe sobre ti"

Con ese comentario Terry se rio, "¿Te preocupa la gente que escribe sobre mí?, ¿Cuándo empezaste a preocuparte por lo que piense la gente?"

"Yo no me preocupo. Pero si la gente dice cosas desfavorables o degradantes sobre ti, quizás no sea algo bueno para ti"

Terry la miró, tomado por sorpresa porque ella se preocupara por él de esa manera.

"Dime... ¿por qué estás hablando de esto?", le preguntó Terry, sentándose. "¿Has cambiado de parecer?, ¿Tenemos aún solo cuatro días para estar juntos?", ¿O estás pensando en volver a mí y por esto estás preocupada por lo que la gente dirá?"

"¡No!", respondió Candy. "Solo... preocupada... tú y yo... y mi compromiso... escándalo...", Candy sentía que su lengua se trababa, incapaz de expresar abiertamente la situación en la que se encontraba.

Terry ignoró su comentario. "¿solo cuatro días?", le preguntó de nuevo con una suave voz.

Candy lo miró. Antes de llegar a Hillcrest ella pensó que pasaría cuatro días con Terry en South Haven. Tal vez para compensarse entre sí, dentro de lo razonable, un poco de lo que se les había negado. Ella pensó que podría responder a Aaron por su decisión, y quizás él entendería si supiera lo dolorosa que fue esta pérdida durante diez años.

Pero ella no esperaba ser llevada lejos, a este lugar. En sus días aquí, se había dado cuenta lentamente que el Terry frente a ella estaba vivo y era real, no solo un recuerdo que podría rememorar por unos pocos días y después eliminar. Ella quería más que solo cuatro días. Pero tampoco quería romper su compromiso con Aaron.

Tampoco podía creer que fuera tan absurdo pensar que sus cuatro días juntos había sido una buena idea.

Candy miró hacia abajo frunciendo el ceño. "Es lo que te prometí a ti y a mí misma"

"No estás respondiendo a mi pregunta. Olvida lo que prometiste. ¿Es esto todavía todo lo que quieres ahora?", Terry la presionó.

Candy no sabía qué decir.

"Cásate conmigo entonces", le escuchó decir. "No te cases con él. Cásate conmigo a cambio."

Candy lo miró incrédula.

"Quiero casarme contigo. No quiero que te cases con alguien más. ¿Te casarías conmigo?".

Su pregunta hizo que su corazón se acelerara llegando al cielo. Una dulce sensación corrió por todo su cuerpo.

Ella no podía decir si, pero tampoco podía decir no.

"Terry", finalmente dijo ella, "si tú quieres, podemos pretender que dije sí hasta que nos vayamos de Hillcrest".

Terry no podía creer lo que había escuchado. Dejó salir un gran suspiro y se acostó en el pasto.

LA PERSONA QUE YO AMO LE PERTENECE A ALGUIEN MÁSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora