Capítulo 24. Esa persona del bosque

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Candy se apuró para bajar las escaleras, pero no encontró a nadie en el primer piso. No sabía en donde quedaba la habitación de Terry. La luz del sol entraba de manera radiante por las ventanas, y decidió echar un vistazo al exterior.

De pie en el porche, Candy tomó una gran bocanada del aire de verano, que era algo pesado, pero lleno con el aroma del pasto y las flores de verano. Ahora estaba contenta por haber venido. Hacía bastante tiempo desde que ella se había ido de South Haven y la colina de Pony.

Caminó un poco más hacia el exterior y se dirigió al bosque. Los pájaros estaban trinando sobre ella. Decidió que trataría de disfrutar los siguientes cuatro días sin preocupación. Sintiéndose libre, corriendo y respirando fuertemente, el aire veraniego del bosque llenó enteramente su cuerpo.

Quizás nadie se dará cuenta de que me fui. Y si se enteran...

Ella dejó de pensar. No sabía qué haría. Ella no era así de temeraria. Pero era inútil negarlo. Ella se había escapado para estar aquí con Terry.

Caminando por el bosque se acordó de aquel día de la Fiesta Blanca en Escocia.

Quizás Terry debería cabalgar vestido de blanco, en un caballo blanco de nuevo. Bromeó interiormente y dejó salir una pequeña risa.

Un rato después llegó al borde del bosque y vio un lago ante ella. La parte superior del lago brillaba, reflejando la luz del sol. La brisa de verano era encantadora. Cerró sus ojos y dejó que el sol brillara sobre sus párpados. Pensó en la persona que creyó no volvería a ver de nuevo, pero estaba acá ahora con ella, como un sueño.

Escuchó el sonido susurrante de hojas en el suelo detrás de ella. Manteniendo sus ojos cerrados, sintió que los brazos de esa persona la abrazaron desde atrás, y su voz dulce susurró su nombre.

El susurro dulce hizo que sus piernas se sintieran débiles.

Terry la había visto salir de la mansión y caminar hacia el bosque. De manera secreta la siguió. Era como los viejos tiempo en el bosque del San Pablo, en donde el solía pasar el tiempo a solas, sobre los árboles o los prados, mirándola secretamente correr alrededor, por aquí o por allá, en la falsa colina de Pony, siempre pensando en algún problema o en los asuntos de otras personas.

La siguió. No podía dejar de reír. Siempre era muy divertido ver a donde iba y lo que hacía.

Después caminó sin hacer mucho ruido detrás de ella, sintiendo la urgencia de abrazarla.

No quería dejarla ir de nuevo.

Candy abrió sus ojos y vio una ardilla pasar en frente de ella. Terry posó su cabeza sobre la de ella. Candy sentía su propio cuerpo contra el de él. Su cuerpo se sentía como el fuego.

Ella giró su cabeza levemente. Terry bajó la suya y la besó, queriendo que ella se quedara en su abrazo por siempre.

LA PERSONA QUE YO AMO LE PERTENECE A ALGUIEN MÁSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora