Capitulo 11

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No pude actualizar ayer porque no
tenía Internet... Sorry.

-Vaya, qué día  -dijo Michael sentándose al lado de ella en el columpio.

-Sí,  desde luego -Karol aceptó la taza de café que Michael le ofrecía-. ¿Es...?

-Descafeinado  -le aseguró su prometido-. ¿Crees que no conozco los gustos de mi futura esposa?

-Mas de lo que me gusta se trata de no pasarme despierta toda la noche  -le corrigió ella.

-Mmm  -Michael se recosto en el cojín del respaldo del columpio y posó un brazo sobre los hombros de ella-. ¿Qué es lo que no te deja dormir?

Karol subió las piernas, sentándose sobre ellas, y dejó que Michael columpiara suavemente el asiento.

Todavía no compartían habitación,  no lo había creído necesario.  Pero Michael iba a ser su compañero durante el resto de su vida, lo que significaba que debía,  al menos, contarle parte de la verdad.

-Supongo que estoy nerviosa por la boda -admitió ella.

-¿Por casarte conmigo o por la boda en sí? -preguntó Michael.

- Por lo último sobre todo -Karol apoyó la cabeza en el hombro de Michael y suspiro-. Estoy deseando que todo acabe, de que se vayan todos los invitados y de que podamos disfrutar aquí tranquilamente nuestra luna de miel.

-Te comprendo.

Karol sonrió por la sinceridad con que él había pronunciado esas dos palabras.  Por eso era por lo que su matrimonio con Michael iba a funcionar,  porque se comprendían.

-Tú también estás cansado, ¿verdad? -Karol le dio una palmada en el muslo-. Bueno, al menos mi hermana no te ha pillado en ropa interior hoy por la mañana.

-¿Qué? ¿Ruggero...?

-Sí.  Según el,  le habías enviado tú para avisarme de que la organizadora de la boda estaba esperando.  No querías venir a verme personalmente para no ver el vestido.

-Lo siento, sé lo importante que son esas cosas para ti. No quería disgustarte -respondió Michael-. Pero eso no explica porqué Ruggero estaba tan extraño al mediodía.  ¿Te has fijado en las indirectas que me ha lanzado? Creo que siempre le has gustado un poco, desde niños.

Karol bajó la cabeza, apoyandola en el pecho de él, para disimular su reacción. Michael no tenía ni idea de la relación entre Ruggero y ella.

-No creo que fuera por eso -dijo Karol-. Supongo que se siente raro por estar aquí otra vez después de tanto tiempo.  Debe sentirse muy extraño.

-Fue por decisión suya -declaró Michael  con firmeza y dureza-. Podría haber vuelto en cualquier momento.

-Es posible.

Pero... ¿Por qué había vuelto Ruggero realmente?¿Por qué su padre se lo había pedido? No,  seguro que no lo había hecho por satisfacer a Ezequiel,  sino quizá para demostrarle que él ya no lo necesitaba. ¿Para negarle lo que fuera que su padre quería de él?

No, el Ruggero que había visto no estaba resentido.  Entonces,  ¿por qué estaba allí?

Por supuesto,  no creía ni por un momento la teoría de Helena. Sí Ruggero hubiese querido verla, no habría esperado ocho años para hacerlo.

Michael cambio de postura,  pero continuó moviendo el columpio.

-Vamos a dejar el tema,  hablar de mi hermano no va a hacer que te relajes. Charlemos sobre cosas más agradables.

-¿Cómo qué?

-Como nuestra luna de miel,  por ejemplo -contestó Michael con decisión; pero, al momento,  se quedó muy quieto y el columpio dejó de moverse. He querido decir... No me refería a...

Karol sonrió.

-Se lo que has querido decir.

-Estaba pensando en los viajes que puede que hagamos... en fin, en esa clase de cosas -explicó Michael innecesariamente-. Creo que hay unos viñedos magníficos en la región.  No quiero que pienses que espero...Bueno, nada. Conozco muy bien los términos de nuestro acuerdo.

Karol se incorporó para verle a la cara. Su acuerdo, su contrato,  redactado y firmado en una notaría meses atrás,  antes de empezar a organizar la boda.  Los dos sabían lo que querían de ese matrimonio: facilitar el negocio, compañía y fidelidad.  El documento hablaba de posibles herederos y, por lo tanto, de una relación sexual a negociar en un plazo de tres años. Esto último había sido decisión de ella: el matrimonio era una cosa; los hijos, otra. Necesitaba saber antes que esposa iba a ser.

Pero ahora se preguntó si no había sido un error.

-Quizá deberiamos... Sí quieres,  podríamos revisar ese aspecto del contrato.

Michael,  de repente, se pusotenso.  Después, comenzó a mover el columpio con más rapidez que antes.

-¿Has cambiado de parecer?

-Bueno, es sólo que... que quiero que nuestro matrimonio sea sólido.  Quiero que seamos compañeros y todo lo demás que hemos acordado; pero, sobre todo,  quiero que estemos juntos.  No quiero una pasión abocada al fracaso,  ni irá ni celos. Quiero una verdadera amistad y respeto, y séque tú si me puedes dar eso.

-¿Y los hijos? -preguntó Michael.

Karol recordó lo importante que eso era para Michael,  lo mucho que necesitaba formar una familia,  y sospechaba que no era sólo por lograr un heredero para el negocio.

-A su debido tiempo,  sí,  creo que sí  -respondió ella-. Pero me gustaría que no nos precipitaramos, que dispusieramos de tiempo para conocernos mejor... Como marido y mujer.

¿Se habría explicado?¿Le habría entendido?

-¿Quieres que nos acostemos juntos? -preguntó el-. Siento ser tan directo,  pero creo que debemos hablar claro.

Otro de los motivos por los que Michael sería un buen marido. Era muy directo y muy claro,  al contrario de Ruggero.

-Sí,  tienes razón.  Y sí,  es lo que quiero.

-De acuerdo.

-¿En serio no te molesta?

Michael le dedicó una sonrisa.

-Karol, eres una mujer muy hermosa y me enorgullezco de que vayas a ser mi esposa.  Por supuesto estoy de acuerdo con eso.

- No lo has dicho con mucho entusiasmo.

-Te equivocas,  estoy encantado -Michael la estrechó contra sí y la besó en la cabeza-. Quien sabe, puede ser que acabemos queriendonos como algo más que amigos.

-Sí,  quien sabe -repitió Karol.

Pero... ¿cómo iba a decirle a su futuro esposo que lo que menos deseaba era que se enamoraran? El sexo, el matrimonio,  los niños... todo eso estaba muy bien.  Pero nada de amor.

Ya lo había probado y estaba demostrado que su amor no servía para nada.

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