Capitulo 38

268 23 2
                                    

Karol respiro hondo al abrir la puerta de la biblioteca, Ruggero y Michael se encontraban esperándolos. Iba a ser la elección más difícil de su vida y quizá también el mayor error. Y, por supuesto, tenía que ver con Ruggero Pasquarelli.

-Buenos días, Karol -dijo Michael.

Karol caminó hacia el centro de la estancia y tomó el asiento que Michael le indicó con un gesto.
-Bueno, escuchad un momento lo que voy a decir -Michael tomó asiento antes de continuar-. Los tres conocemos la situación y estamos de acuerdo en que tiene que ser Karol quien decida qué va a pasar hoy. ¿De acuerdo?

Ruggero asintió.

-Sí -respondió ella en un susurro apenas audible, aunque no quería decir nada.

-En ese caso, sugiero que...

-¡Por el amor de Dios! -interrumpió Ruggero-. Michael, no estamos en una reunión de trabajo.

-No -respondió Michael con calma-, se trata de una reunión en la que se va a discutir mi futuro, Ruggero. Y teniendo en cuenta que has sido tú quien ha sembrado la semilla de la incertidumbre, creo que deberías permitirme que abonar el tema a mi manera. ¿No te parece?

Ruggero bajó la cabeza y ella, lanzandole una mirada de soslayo, se dio cuenta de lo irritado que estaba al ver la fuerza con que agarraba los brazos del sillón.

-Lo que propongo es lo siguiente -continuo Michael-: Ruggero y yo expondremos nuestros argumentos; después, te dejaremos sola un tiempo para que tomes una decisión. Lo único que pido es que no tardes en decidir lo que sea; una vez que los invitados empiecen a llegar, será mucho más difícil suspender la boda si eso es lo que decides.

Karol asintió y dejó de mirar a Ruggero.

-Bien. ¿Empiezo yo? -preguntó Michael. Como nadie respondió, continuó-. Karol, está claro que quiero casarme contigo hoy. Sé lo que pasó anoche y creo que, después de nuestra conversación en la biblioteca, comprendo por qué pasó. Pero no veo que un acto impulsivo como ese deba necesariamente cambiar el rumbo de una vida. Firmamos un contrato y los dos estábamos de acuerdo en casarnos. Yo te puedo ofrecer seguridad, el negocio y la clase de futuro que tú quieres. Y el matrimonio es sólo una pequeña parte de nuestras vidas, también tenemos que considerar los deseos y necesidades de las personas queridas. Los dos sabemos que, excepto Ruggero, el resto de la gente de esta casa quiere que nos casemos. Juntos podemos lograr muchas cosas, Karol. Y, si quieres que te sea sincero, me preocuparía tu futuro si te marcharas con Ruggero hoy.

Michael se levantó de su asiento, se acercó a ella y le tomó la mano.

-Porque quiero que sepas, Karol, que te tengo mucho cariño. Quizá no haya pasión entre los dos, pero hay otras cosas: respeto mutuo, cariño, intereses comunes y valores compartidos. Y eso también es importante, teniendo en cuenta lo que nos gustaría conseguir en la vida.

Karol se dio cuenta de que Michael no estaba hablando del negocio, sino de tener hijos. Michael sería un padre magnífico, sereno y justo. Y estaba segura de que Michael jamás se acostaria con la esposa de su mejor amigo, al contrario de su propio padre. Al contrario de Ruggero, pensó robandole una mirada. Al fin y al cabo, Ruggero se había acostado con ella justo la noche antes de la boda. No, la moral nunca había motivo mucho a Ruggero.

Ni a ella tampoco esa semana, al parecer.

Michael estaba esperando una respuesta, Karol asintió y contestó:

-Sí, lo que has dicho tiene mucho sentido -aunque su pobre cerebro apenas podía recordar las palabras que Michael acababa de pronunciar.

Michael asintió y volvió a ocupar su asiento.

-Ruggero, ahora te toca a ti -dijo Michael.

-Está bien -Ruggero tomó aire y lo expulsó sonoramente-. No quiero qué te cases con Michael, Karol. En mi opinión, sería un error. Sé que lo haces por la familia, que crees que así demostrarás que eres digna de pertenecer a ella. Y también sé que crees que, si te casas con Michael, harás felices a todos. Pero te equivocas.

De repente, Michael lanzó una rápida mirada a la puerta, como si temiera que alguien estuviera escuchando. Acto seguido, se oyeron unos golpecitos.

-Ah, por fin os encuentro -dijo Isabella dedicándoles la mejor de sus sonrisas-. Karol, querida, quería hacerte una consulta sobre la disposición de la mesa. ¿Puedes venir un momento?

-Yo le encargaré de eso -interpuso Michael poniéndose en pie-. Karol y Ruggero están recordando viejos tiempos, mamá. Dejemosles tranquilos un rato, después de la boda no tendrán oportunidad de hacerlo.

Isabella debía saber que su hijo le había mentido, pero lo dejó pasar. Michael cerró la puerta después de que su madre y él salieran de la biblioteca, dejándola a solas con Ruggero.

-Mucho mejor así -declaró Ruggero-. Ahora podremos hablar como es debido.

SU LUGAR EN EL MUNDO Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum