Capitulo 36

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Cuando Karol salió de la biblioteca,  dejando atrás a Michael,  Isabella la estaba esperando.

-Vamos, querida, ven conmigo a tomar un té  -dijo Isabella nada más verla.

-Gracias,  pero estoy muy cansada y necesito dormir. Ha sido un día muy ajetreado.

Sin embargo,  Isabella no aceptó un no por respuesta y Karol, obediente,  la siguió hasta la cocina. Era tarde, pasaba de la medianoche,  y los empleados ya se habían retirado a sus habitaciones.  Isabella abrió un armario en el que había numerosas cajas con distintas variedades de té.

-¿Uno de  manzanilla? -preguntó Isabella,  para después fruncir el ceño-. No, mejor una infusión de menta, es buena para el estómago.

- Como tú quieras.

Al cabo de unos diez minutos,  Isabella colocó una bandeja con el servicio de té encima de la mesa de la cocina. Después,  se sentó en la mesa, justo enfrente de Karol.

-Bueno, Karol,  me gustaría hablar contigo de Ruggero.

-¿De Ruggero?

-Si. Sé que siempre has estado muy... unida a mi hijo.

-Tu marido ya me ha pedido que hablara con él de This minute  -interpuso Karol-. He intentado convencerle, pero no ha servido de nada. Creo que piensa marcharse mañana y vender su empresa a Glasshouse,  le da igual lo que Sevilla-Pasquarelli le ofrezca.

- No era de eso de lo que quería hablar contigo  -le corrigió Isabella.

-¿De qué entonces? -preguntó Karol a la defensiva.

-Quería hablar de tu relación con él.  Y de mis relaciones con tú padre.

Karol parpadeo.

- No te entiendo.

- En ese caso, no has prestado mucha atención a nada -Isabella agarró la tetera y comenzó a servir.

-¿Qué relación tienes con mi padre? -preguntó Karol, aunque creía saber la respuesta. Debía saberlo desde hacía años.

-¿Qué relación tienes con mi hijo menor? -contraatacó Isabella.

-Hacia ocho años que no le veía  -respondió Karol-. Creo que cualquier relación que hubiésemos podido tener en el pasado ya está muerta y enterrada.

-¿No ha sido él quien te ha consolado está noche después del disgusto que te has llevado? Y supongo que es él también quien ha hecho que ahora presentes ese aspecto de estar completamente perdida.

-Háblame de ti y mi padre.

Isabella dejó la tetera en la bandeja; después,  con su taza en la mano, recostó la espalda en el respaldo de la silla.

-Creo que, en cierto modo, tu situación y la mia son muy parecidas.

- No sé a qué te refieres.

-Cuando murió tu madre, tu padre se quedó destrozado. Yo intenté ayudarlo todo lo que pude. Luego, después del terrible episodio con Helena...

-Aprovechaste la oportunidad para echarme a un lado, para marginarme -interrumpió Karol.

Isabella se limitó a enarcar ligeramente las cejas y bebió un sorbo de té.

-Hice lo que había que hacer en un momento de crisis.  Como enviar a Helena fuera y arrebatarle a ella su lugar en el hogar paterno.

- No veo en que se parece eso a mi relación con Ruggero  -dijo Karol sacudiendo la cabeza.

-Bebe tu té y escucha -contestó Isabella-. Con el tiempo, tu padre y yo nos sentimos cada vez más unidos. Hablábamos mucho y prestabamos atención a lo que él otro decía,  y eso era algo que los dos necesitábamos.  Puede que te haya pasado desapercibido,  pero mi marido no presta mucha atención a lo que le dicen los demás y el único tema de conversación que le interesa es la empresa.  Con Thomas era diferente.

Karol agarró con fuerza el asa de su taza.

-Os enamorasteis.

-Si. Profundamente.

-Pero no dejaste a Ezequiel.  ¿Por qué?

-Ni se me pasó por la cabeza -respondió Isabella sin titubear-. Ni tu padre me pidió que lo hiciera, jamás.

-¿Por qué?

- Porque era lo suficientemente mayor y tenía la suficiente experiencia como para saber que el amor no lo es todo, Karol -respondió Isabella tras un suspiro-. Hay otras cosas en la vida.

- Como el dinero -aventuró Karol, sin disimular la amargura que sentía-. El dinero tampoco te habría faltado con papá.

- No es sólo cuestión de dinero. Si, por supuesto que con Thomas habría tenido también dinero, estabilidad y muchas otras cosas.  Pero ¿y el negocio? ¿Y mi estatus social? ¿Y mi lugar en el mundo? ¿Y Ezequiel y las promesas que le hice delante del altar?

- Lo que quieres decir es... ¿Y el escándalo?

- Lo que quiero decir es que una mujer necesita diversas cosas en la vida y que hay que considerarlas muy bien a la hora de decidir con quien casarse.

-¿Y Ezequiel te ha dado todo lo que necesitabas? Porque, de ser así,  no veo porqué tenías que liarte con mi padre.

Isabella bebió un sorbo de té antes de responder.

-Es justo a lo que me refiero.  ¿No se te ha ocurrido pensar que es poco razonable esperar que una sola persona cubra todas tus necesidades?

- No -respondió Karol sin pensar, instintivamente.

Isabella esbozó una sonrisa.

-Tu eres joven, Karol, todavía sueñas. Y bien, ¿cuál de mis dos hijos crees tú que puede darte eso?

Karol no tenía respuesta.

-Tal y como yo lo veo, tienes dos opciones: una, te casas con Michael como estaba previsto.  Todo el mundo contento y nadie tiene porqué enterarse de tu... indiscreción.  Sigues con tu vida y lo más probable es que no vuelvas a ver a Ruggero.

-¿Y la segunda?

-Cancelas la boda y te marchas con Ruggero.  Dejas atrás tu trabajo,  tu familia y estatus social y un futuro estable; y dejas todo eso por un hombre que ya te abandonó una vez hace ocho años. Con el fin de que la imagen de la empresa no sufra mucho,  mi marido amañará otro matrimonio para Michael.  Supongo que Helena sería la candidata perfecta.

- No -Karol se estremeció de pies a cabeza-. No, Helena no se casaría con Michael.

-Si, claro que sí  -respondió Isabella con sorprendente certidumbre en la voz. En primer lugar,  lo haría  para no volver a causar una gran decepción.  Pero, además... ¿no has notado como mira a Michael?

- No.

¿Estaba Isabella diciendo eso para convencerla de que se casara con Michael? ¿No sabía que si ella pensara que Helena quería a Michael desaparecería de escena al instante? No, probablemente no.

- En ese caso, yo que tú me fijaria más.

Karol sacudió la cabeza.

-Esas son imaginaciones tuyas, Isabella.  Además, no tiene importancia.

-¿No? ¿Y eso?

-Voy a casarme con Michael  -respondió Karol con los ojos fijos en la taza.  En todo momento había sabido que era lo que debía hacer, tanto por su futuro como por el de su familia.

Isabella asintió.

- Muy bien. ¿Un poco más de té?

- No gracias  -Karol empujó la silla hacia atrás y se levantó-. Tengo que acostarme. Mañana va a ser un día muy ajetreado.

Para empezar,  iba a tener que explicar la decisión que había tomado a una persona que jamás lo entendería.

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