Capitulo 20

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Ruggero,  mientras bebía cerveza, observó a Karol, pensativa.  Le había parecido divertido presionarle sobre la boda... Ahora ya no le veía la gracia.

-Lo siento -dijo él,  sin saber con certeza si lo sentía o no. Sólo había dicho la verdad,  algo que en la mayoría de las familias no se practicaba.

-¿Qué lo sientes? -preguntó ella con incredulidad.

Ruggero se encogió de hombros.

- No debería disgustar a la novia el día antes de su boda, ¿no te parece?

-No estoy disgustada.

-¿No? Porque te veo un poco... colorada  -como le pasaba siempre que iba a echarse a llorar.

Pero Karol negó con la cabeza y agarró su refresco.

-Estoy bien. Como bien has dicho,  sólo llevas aquí un día.  En tan poco tiempo no puedes comprender el acuerdo ni la relación que Michael y yo hemos ido desarrollando a lo largo de dos años.

-¿Dos años? ¿Lleváis juntos dos años?

-Si. No creerias que iba a decidir casarme con alguien en un abrir y cerrar de ojos, ¿verdad?

Lo que él había creído era que la decisión se había tomado en la sala de reuniones de la empresa,  con un documento firmado por ambas partes antes de la boda. Pero no sé lo iba a decir,  no creía que a Karol le hiciera gracia.

-Lo hiciste la última vez con... ¿cómo se llamaba?

-Cameron -respondió ella-. ¿Como sabes lo de Cameron?

-No me refería a ese -¿con cuantos tipos había estado a punto de casarse Karol?-. Me refería al canadiense.

-Scott.

-Exacto.  Me informé sobre el en una página web.  Jugador de Hockey, ¿verdad?

-Verdad.

-Os ibais a casar al poco de conoceros, ¿no?

-Y al poco de conocernos me engañó.

-Ah -de eso no sabía nada. Lo único que sabía era que habían suspendido la boda unas horas antes de que fuera a celebrarse-. Bueno, dime, ¿quién era ese tal Cameron?

-Alguien con quien hacíamos negocios. Resultó estar enamorado de mi dinero y del negocio,  pero no tanto de mi.

-Nunca hay que mezclar el trabajo con el placer -declaró Ruggero,  justo antes de darse cuenta de que eso era exactamente lo que Karol iba a hacer con Michael-. Quiero decir que...

Karol suspiró.

-Dejalo, no te preocupes.  Conozco de sobra que tengo mala fama en lo que a mi vida amorosa se refiere. No puedes decir nada que no haya oído ya.

Ruggero no soportaba verla así,  tan segura de que cometeria un error. ¿Era por eso por lo que se casaba con Michael? ¿Por qué era la alternativa más segura?

《A veces, una mujer tiene que elegir el camino más seguro, Ruggero.  No todos podemos permitirnos el lujo de elegir un sendero lleno de obstáculos si lo que queremos es llegar a un lugar sanos y salvos》. Esas palabras se las había pronunciado su madre ocho años atrás,  pero ahora también las veía escritas en el rostro de Karol. Se preguntó como sería Karol si su madre no hubiera fallecido... o si Thomas Sevilla no hubiera conocido a Ezequiel Pasquarelli.  ¿Sería más feliz? Probablemente.

-No siempre te ha ido tan mal en el amor -comentó el con coz grave y baja.

Sus ojos se encontraron.  El intentó mantener la expresión limpia con el fin de demostrarle que hablaba en serio.

Pero al parecer,  falló.

- Ya, muy gracioso.  Por supuesto,  sabes perfectamente lo pronto que mi vida amorosa empezó a fallar.

- No he querido decir...

-Mi primer amor, tú, escaló la fachadade la casa hasta mi ventana para escapar de mí el día que cumplí los dieciocho años, Ruggero.  Creo que ahí empezó todo -declaro ella con amargura.

-Espera un momento,  ¿me estás echando la culpa de tu fracasada vida amorosa? -Porque, por lo que él sabía,  había sido ella quien le había abandonado.

- No. Sí.  Bueno, quizás -Karol estaba retorciendo la servilleta que tenía en las manos.

-Menos mal que lo has dejado todo tan claro.

- No quiero seguir hablando de este asunto.

Quizá ella no quisiera,  pero después de ocho años,  el quería decir algunas cosas. Y Karol iba a oírle.

- Para empezar,  dejemos una cosa clara, yo no quería escapar de ti. De hecho, si no me falla la memoria,  te rogué y te supliqué que vinieras conmigo.

-Yo no diría que me suplicaste.

-Y tú dijiste que no.  Preferiste quedarte. Así que no me heches a mi la culpa de eso.

-Y tú decidiste marcharte. ¿Me vas a culpar de eso a mi? Sí,  todavía me culpas de ello. ¿No es por eso por lo que has venido? Sí,  has venido para amargarme la vida porque hace ocho años tomé una decisión que era la adecuada,  y me odias desde entonces por ello.

No, eso no tenía nada que ver con lo que estaba haciendo allí.  Ruggero había ido para aclarar las cosas entre ellos y para acabar con el resentimiento que le había acompañado durante tanto tiempo. Quería cerrar esa etapa de su vida y comenzar una nueva.

Pero a veces, para ello, había que revisar el pasado.

-¿Nunca pensaste en lo que habría sido tú vida si hubieras decidido venir conmigo aquella noche?

-¡Claro que sí,  Ruggero! Una infinidad de veces. Pero eso no altera el hecho de que tenía que quedarme en casa.  No podía marcharme.

De repente, Ruggero se dio cuenta de que realmente debía cerrar la puerta al pasado y rehacer su vida.

Miro fijamente a Karol y le preguntó:

-¿Por qué?

¿Soy la única que se pregunta porqué Karol no podía irse con Ruggero?

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