Capitulo 8

311 30 0
                                    

Hacía demasiado calor para ir con esmoquin.  ¿De quién había sido una idea tan estúpida? De su padre, por supuesto.

Ruggero bajó al salón delantero de la casa, necesitaba una copa. ¿Qué pretendía su padre con esa cena?

No podía dejar de sospechar que el hecho de que Michael le hubiera invitado a su boda no se debía sólo a un repentino cariño filial, sino a algo más.  Mejor limitarse a una copa, nada más.  Sí su padre quería que estuviera allí por algún motivo desconocido para él,  necesitaba estar sobrio para descubrirlo.

Cuando llegó al salón,  sólo había una persona más allí. Thomas Sevilla.  El viejo tenía la costumbre de tomar un martini antes de la cena; no obstante,  al sentir su mirada fija en el, tuvo la sensación de que el padre de Karol había estado esperendole.

-Vaya, has venido, Ruggero -Thomas le ofreció el martini.

Ruggero aceptó la copa.

-Parece decepcionado.

-Estoy seguro de no ser la única persona sorprendida de verte aquí.

-Espero que sea una sorpresa agradable  -dijo Ruggero.

Thomas bebió un sorbo de su martini y Ruggero se vio obligado a imitarle.  Se arrepintió de haberlo hecho,  a Thomas le gustaba la bebida fuerte. Inmediatamente, dejó la copa encima de la barra de bar.

-Eso dependerá de si vas a volver a destrozarle el corazón a tu madre o no  -contestó Thomas.

Ruggero parpadeo.

- No creo que le destrozara el corazón  -de hecho,  al recibirle, se había comportado como si fuera un invitado más.

- No conoces a tú madre -Thomas sacudió la cabeza.

-Pero usted sí.

No era nada nuevo, las dos familias siempre  habían estado muy unidas. Y tras la muerte de la esposa de Thomas... En fin, su madre no sólo se había encargado de cuidar a las hijas de él.

-Somos viejos amigos, igual que tú padre y yo.

¿Eso era todo? Sí era mentira,  llevaban tanto tiempo mintiéndose  a sí mismos que ahora parecía casi verdad.

-Y yo estuve con ellos, apoyandoles,  cuando tú les abandonaste. No queremos volver a pasar otra vez por lo mismo.

Quizá ocho años habían hecho destrozos en la memoria de Thomas Sevilla.  A su padre no le había afectado para nada su partida; en realidad,  debía haber sido lo que quería que ocurriera. ¿Por qué si no había elegido a Michael como su mano derecha en Sevilla-Pasquarelli? Aunque, en realidad,  sabía por qué,  a pesar de no comprenderlo. Había oído a su padre dar una retorcida explicación y justo por eso él se había marchado.

Sin embargo,  no había dejado de preguntarse si el plan oculto de su padre no había sido precisamente obligarle a enfrentarse al mundo por sí solo y madurar. De ser así,  el plan había dado resultados.

Pero no para su padre, sino para sí mismo.

-¿Quiere decir que debería quedarme? -preguntó Ruggero,  a pesar de no tener ninguna intención de hacerlo.

-Creo que, si piensas irte otra vez, será mejor que no despiertes las ilusiones de nadie mientras estás aquí.

La mirada del Thomas Sevilla,  clavada en la suya, le advirtió que no se estaba refiriendo ni a sus padres ni a su hermano,  sino a Karol.

Justo en ese momento,  Ruggero oyó unos pasos y, al volverse, vio a Karol en el umbral de la puerta. Estaba preciosa, con un vestido azul sin tirantes, y el oscuro cabello recogido.

Thomas le dio una palmada en el hombro.

-Bienvenido, Ruggero.

Pero la mirada que le lanzó Karol le dejó muy claro las palabras que no había pronunciado: 《Pero no te quedes aquí demasiado tiempo 》

-ACTUALIZACIÓN TODOS LOS LUNES Y MIÉRCOLES.

SU LUGAR EN EL MUNDO Where stories live. Discover now