Capítulo 13. Patos al agua.

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Ella rueda los ojos y le saca la lengua. Yo me rio por lo bajo debido a la pequeña pelea. Esto es algo demasiado común entre ellos. Todavía no me acostumbro, y cada vez me hace gracia.

Terminamos nuestro desayuno/cena y volvemos al comedor para seguir estudiando. Papá me ha dado permiso de quedarme en casa de los Anderson. Creo que su confianza en mí ha vuelto.

Logramos avanzar con tres temas. No tengo la menor idea de qué hora es, pero supongo que ya es tarde puesto que la madre de los chicos ha bajado para pedirnos que vayamos a dormir. Tomamos nuestras cosas y subimos después de ella a la segunda planta. Maia y yo entramos a su habitación. Dejo mis cuadernos y libros sobre su escritorio, y saco mi teléfono del bolsillo de mi pantalón. Son las 3:08 am. Lo dejo sobre la mesita de noche y cambio mi ropa por el pijama que Maia me ha prestado. Busco mi bolso y de él saco mi cepillo de dientes. Voy al baño para cepillarme, y cuando vuelvo, veo a Maia sentada en la cama con mi teléfono en manos.

—¿Qué haces? —pregunto, a la vez que guardo mi cepillo en el bolso.

—Tomé tu teléfono para tomarme fotos y encontré esto —dice, yo frunzo el ceño y me giro para verla.

En la pantalla de mi teléfono aparece la foto de Darian. La sangre en mis venas se congela y siento que el color abandona mi rostro. Trago en seco. Maldición, ¿por qué rayos no borré la foto?

—¿Por qué tienes una foto de él en tu galería? —cuestiona con tono serio.

Joder. Justo ahora me siento como una niña a la que han descubierto robando galletas.

—La tomé el día del evento y luego olvidé borrarla —explico.

Maia frunce el ceño.

—¿Y por qué le tomaste una foto? —inquiere.

¿Por qué me pregunta cosas de las cuales no tengo respuesta?

—No lo sé... —musito—. Él estaba ahí, y la cámara lo enfocó, y yo me quedé viéndolo, y... y por alguna razón me pareció guapo, así que le tomé la foto.

Maia vuelve su mirada a la pantalla de mi teléfono, yo bajo la vista hacia mis manos que toman el borde de la camisa del pijama. Justo ahora me siento como una tonta. Como una ridícula por haberle tomado esa foto.

—Nia... —llama la rubia. Levanto mi mirada y la fijo en sus ojos cafés—. ¿Te gusta ese chico?

Abro mis ojos con asombro. Por un segundo la respiración se me corta, pero luego continúa, sintiéndose un poco más pesada. ¿Qué? ¿Gustarme Darian?

—No, por supuesto que no —respondo; las palabras saliendo de mi boca con más rapidez de la normal.

Ella bloquea el teléfono y lo deja en el lugar en el que estaba. Vuelve su mirada hacia mí. Por un segundo siento que examina mi rostro para saber lo que oculta mi expresión. Yo ni siquiera sé qué expresión tengo, pero la de ella es de recelo.

—Es guapo —enuncia al fin, después de unos tortuosos segundos en silencio, a la vez que se encoge de hombros—. Por lo menos en eso no te equivocas.

Dicho eso, se acomoda en la cama y me da la espalda. ¿Equivocarme? ¿En qué puedo equivocarme? Respiro profundo, y después dejo salir el aire. Camino en silencio hacia la cama y me acomodo en el lugar que ha dejado para mí. Apago la luz de la mesita de noche, esperando dormirme pronto y que sus palabras no me provoquen insomnio.

[...]

Hace ya media hora que estaba despierta. Me ofrecí a hacer el desayuno mientras Jacob y yo repasábamos un poco. Los señores Anderson se encuentran en la sala viendo televisión. Y la menor de la familia aún sigue dormida. Están a punto de ser las diez de la mañana, ¿cuánto más planea dormir?

No me gustasWhere stories live. Discover now