XXXVII. Mi Taisho favorito

782 85 23
                                    

Kagome



Camino a paso seguro hasta la habitación donde ordené que instalaran a Rin. Suspiro y abro la puerta, no me extraña encontrar la habitación hecha un asco y a Rin envuelta entre las sábanas. La veo dormir y me doy cuenta de las ojeras que mantiene. Me acerco y suspiro masajeando mi cuello, me duele todo el cuerpo, pero me siento satisfecha, Inuyasha me complació muy bien anoche.

El cabello de Rin es un nido de pájaros, aún es temprano para despertarla, por eso opto por acomodarme a su lado y descansar un poco.

Mi sueño no dura mucho porque unos sollozos me despiertan y luego escucho a Rin vomitar. Me levanto y miro el baño que está abierto y a Rin vomitando.

Me acerco y acaricio su espalda mientras ella vomita y las lágrimas caen de sus ojos. Cuando termina ella entra a la ducha y se baña conmigo frente a ella. Se cepilla y sale. Le busco ropa mientras ella sigue llorando. Sus ojos están hinchados y eso me molesta, pero debo comprender que me dijo que es parte del embarazo, estar sensible por todo. La ayudo a vestirse y la peino haciéndole una coleta.

—¿Mejor?—pregunto pasándome frente a ella. Rin asiente—debes comer algo, vamos—ella niega.

—Todo me da asco, no quiero—suspiro.

—Vamos, haré que hagan de todo para ver que aguanta tu estómago—ella se levanta y camina—y pensar que solo había que embarazarte para volverte una sensible de lo peor—ella sonríe mirándome.

—Los malestares son horribles—comenta, sigue pálida, pero no tanto como ayer.

—No has descansado—le reprocho, ella mira hacia el frente y sus ojos de llenan de lágrimas.

—Él me odia—murmura, veo como su labio inferior tiembla—no quiero que me odie—maldigo a Sesshomaru en silencio. Al llegar a la cocina ordeno que le preparen tres platos deferentes y la saco al jardín para que el olor no le dé náuseas.

—Dudo que te odie, nadie lo hace—murmuro sentándome en la mesa cerca del jardín. La brisa alborota mi pelo.

—Pero ya no me quiere Kagome, no sé qué hacer, lo quiero a mi lado porque siento que me derrumbo—suspiro.

—Lo tienes a tu lado—ella niega.

—No, porque él esta ahí, pero lo siento a kilómetros de mí, yo quiero a Sesshomaru de siempre conmigo, no a una persona que sin darse cuenta me entierra una y otra vez un puñal—Sango se acerca y veo al primo de Inuyasha.

—Los Taisho han emboscado la cabaña—digo riendo—te ves radiante cuando follas—ella ríe tímida.

—No estaba fo...

—Anja, haré como que te creo—es todo lo que digo interrumpiendo la mentira que venía a decir. Miroku se queda apartado y Sango se sienta frente a mí—¿dónde está Inuyasha?—pregunto.

—Está discutiendo con su hermano, al parecer la discusión es por Rin—miro mal a Sango y Rin vuelve a llorar como Magdalena. Dios, no sé cómo lidiar con esta mujer estando así.

Ella se levanta y corre adentro. La sigo de inmediato y los gritos de ambos hermanos no se hace esperar. Ayame me mira cuando entro, pero los hermanos no se dan cuenta de que estamos siendo espectadores de su contienda.

—¡Deja ya tu maldita moral de mierda!—grita Inuyasha molesto—no puedo comprender como te sientes, pero esa mujer a la que no quieres mirar será la madre de tu hijo, así que déjate de payasadas porque es la mujer que amas y aunque te duela, ella sigue siendo la mujer que amas—el mayor ríe sin gracia.

—¿Amar?—pregunta molesto—¿amar a una jodida pandillera? Yo no soy como tú, Inuyasha, porque Rin es una delincuente y yo me jodí años para encerrar a personas como ella—miro a Rin quien llora en silencio mirando al idiota de Sesshomaru.

—Claro, apartaras a su madre de su hijo. Encerraras a la madre de tú hijo, ¿qué tan jodido estás?—pregunta Inuyasha molesto—¿piensas quitarle la oportunidad a ese niño de crecer bajo el amor de una madre?—Sesshomaru parece frustrado.

—Eso debió pensarlo antes de salir embara...

Tan rápido que no me di cuenta, Rin esta frente a él dándole la bofetada del año. Todo queda en silencio y ella sigue derramando lágrimas.

—Maldito cobarde—no le dedica una sola mirada, se aleja sin decir nada más.

—Si la amas, harás sacrificios por ella—es todo lo que dice su hermano.

—Mierda—él corre tras Rin y yo también.

—Alto—hago que se detenga y gire a mirarme—si la seguirás lastimando puedes irte a la mierda, Rin en este momento necesita estabilidad, y eso tu no le estas dando.

—No me importa lo que creas ella y yo...

—No hay ella y tú, eso lo dejaste claro. Así que largo de aquí—él se planta frente a mi mirándome con desprecio, ignoro eso, su desprecio se lo puede meter por el culo.

—No te metas entre nosotros porque no eres...

—Te crees que eres mejor que yo ¿por qué? Por ser parte la policía, ¿sabes cuántas injusticias comenten los tuyos? Son muchas. Tu cargo me lo meto por el culo, me meto todo el desprecio que me tienes cuando de la mujer que has hecho llorar se trata. Rin es mi familia, todos los de la pandilla lo son, así que si quieres mantener el maldito pene en su lugar, te sugiero que no me toques los cojones, me molesto fácilmente y esto puede terminar mal—él no se inmuta, supongo que la estupidez de Inuyasha viene de familia, tentando al peligro.

—Entonces que termine mal, la única razón por la cual no te he cortado el cuello es porque mi mujer esta sensible y al parecer todo la hace llorar—doy un paso al frente quedando más cerca de él—una mocosa como tú no sabes nada que no sea matar ¿cierto?—la burla en su tono de voz me jode.

—Se dar buenas mamadas, puedes comprobar preguntándole a tu hermano—sonrío victoriosa cuando veo la furia desplazarse en su mirada—tienes la oportunidad de tener tu propia familia, no jodas todo por un odio irracional y una moral de mierda—doy un paso atrás—con tu actitud perderás más que lo que vas a ganar, Rin esta sensible pero idiota no es y no es de las que le aguantan mucho a un hombre, tarde o temprano se hartará de ti y te mandará al demonio, y créeme, siempre lo hace temprano. Procura recordar mis palabras cuando por tu actitud de mierda pierdas a la única mujer que te ha hecho feliz.

>> Olvídate de Inuyasha, él está bastante grandecito para tomar sus decisiones y como te diste cuenta, ya la tomó. Me eligió a mí, eso ni tu ni nadie lo va a impedir. Ahora ve con esa mujer que esta dolida por cada estupidez que sale de esa boca, y es mucha—no digo nada más mientras me alejo. Cuando cruzo al próximo pasillo salto del susto justo antes de sacar el arma y posarla en la cabeza de Inuyasha quién ríe.

—¿Asustada?—pregunta divertido.

—No seas idiota—él me abraza y me besa.

—Vamos a descansar, tienes cosas que hacer ¿no?—asiento—duerme un poco que con todo ese enfrentamiento supongo que trabajo tendrás de más—suspiro.

—Vamos—lo guío y mirando hacia él me siento plena. Rin no es la única que ha encontrado felicidad, Inuyasha me hace muy feliz. Encontré un motivo para sonreír todo el tiempo, ese niñato logró lo que nadie en todos estos años pudieron; logro enamorarme hasta convertirme en una idiota esclava de su mirada. Mi Taisho favorito.



Guerra de pandillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora