XXXII. Comienzo

724 75 12
                                    

Kagura

Kagome hace una broma acerca de morir y eso no me causa gracia, pero es divertido ver lo emocionada que se encuentra. Ella cree que esto es un videojuego y no una puta masacre contra nosotras. La veo sonreír y acomodarse en su lugar cuando los disparos se hacen más cerca. Ella me hace una señal y asiento. Levanto mi pistola mientras ubico mi objetivo. El primer disparo sale y da certero matando a uno de esos idiotas. Mi disparo es el comienzo al juego, porque el ruido causado es lo que hace que pronto la secuencia de disparos venga hasta esta dirección.

Kagome dispara relajada y me comenta que esto parece una película de zombie que vio, solo que en la película los zombie no llevaban armas. Es divertido matar con ella a mi lado, Kagome es una persona tan extraña, creo que esos chistes de muertes solo los hace conmigo. Es como si su personalidad se adaptara a cada persona. A mí me toca su lado bromista.

—¿Cuántos llevas?—pregunta cargando el arma.

—Diez—respondo sin perder la vista del frente. Me agacho cuando un disparo casi me vuela la cabeza.

—Te llevo más entonces—grita divertida—yo te supero con seis, un dieciséis perfecto—comenta matando a un chico.

—Maldigo tu puntería—le hago saber y ella ríe.

—¿Segura de eso en este momento?—pregunta con una sonrisa. Como si le importara mierda que estemos al borde de la muerte.

Con Inuyasha lejos ella puede sin preocupaciones ocuparse del asunto. Maldigo cuando al correr para ocultarme detrás un muro una bala me roza la pierna. Mi jeans son nuevos, me quedan especulares y lo acaban de arruinar.

Llevo una mano a la herida y gracias a mis reflejos que agacho golpeando el estómago del tipejo que trataba de matarme por la espalda. Que idiota, habría funcionado si no se acercaba tanto. Sujeto su mano y la doblo haciendo que se rompa su muñeca y de esta manera el arma caiga al suelo. Sonrío antes de apuntarle la frente y disparar. Me salpica un poco de sangre y escucho otro disparo y cuando me giro hay un chico cayendo.

—No debes distraerte ni confiarte—me dice Kagome—son demasiados y nos tienen casi rodeadas—me hace saber y es cierto. Matamos y matamos y siguen apareciendo.

Los disparos no cesan, es como una fiesta donde nosotras somos la atracción principal. Kagome me cubre la espalda y yo la de ella, somos un buen equipo. Siempre lo hemos sido.

A Kagome la conocí cuando jugaba en las calles a las apuestas de carta. La maldita es buena en ellas y al cruzarme en su camino me pisoteó como a todos los demás jugadores. Lo divertido fue que pronto ella y yo nos hicimos buenas colegas de juego. Yo ya había asesinado antes, antes de saber quién era porque nunca supe su nombre hasta tres semanas después.

Su nombre por las calles era muy conocido. Kagome era muy temida y mi curiosidad me llevó a buscarla cuando supe que escapó de Naraku. Ella en cuanto me vio sonrió e hizo uno de esos chistes de muerte que no me hizo gracia. Pronto me di cuenta de que a esta chica le faltaba un buen tornillo, pero que esa manera de ser hizo que mi lealtad por ella fuese tanta que ahora me estoy sacrificado por sus ideales. Si ella quiere que Inuyasha se salve, lo salvo. Todo lo que nuestra líder quiera.

—¿Por qué demonios no follé antes de hacer esto?—le pregunto y siento el tirón que Kagome me da para lanzarme contra un muro, eso evita que una bala me perfore.

—Porque eres idiota—responde ella divertida—tenemos que acercarnos a los autos. Se me acaban las balas—suspiro, a mí también.

Tienen el área rodeada. Llevamos casi dos horas y no hemos logrado un avance. Me preocupa la tranquilidad de Kagome, es como si todo estuviese saliendo tal y como ella espera. Ruego en mi mente porque no le haya dado uno de sus ataques de locura y lo único que busque con todo esto es que Naraku salga para ella pretender acabar con él.

—Están rodeadas preciosas—dice un chico y hago una mueca de asco al repasarlo.

Y es cierto. Contra el muro y todos apuntándonos. Kagome sonríe como si le pareciera divertida toda la situación. Me mira. Guiña sus ojos tres veces y me lanzo al suelo al tiempo que todo explota. Siento todo mi cuerpo doler cuando algunas rocas me golpean y el impacto duele como el demonio. Mi vista es borrosa y mis oídos palpitan. Levanto la mirada desorientada y busco a Kagome como loca, pero no la encuentro.

Toso mucho y cuando mi vista mejora veo mis manos ensangrentadas. Bajo la mirada y hay una mujer muerta bajo mi cuerpo. Gimo de dolor y cómo puedo me levanto. El panorama no es el mejor, hay cadáveres por todos lados.

—Ka...

Mi voz se pierde y toso con más fuerza. Mis piernas tiemblan cuando trato de levantarme. Mi cabeza duele mucho y mis párpados me exigen seguir cerrados.

Escucho murmullos y otro sonido proveniente de un disparo hace que me desoriente aún más. Alguien se acerca, pero mis reflejos son lentos, siento como me hacen caer al suelo y luego siento un zapato en mi nuca obligándome a mantenerme en el suelo.

—Tengo una de las zorritas—creo que eso es lo que dice, no estoy segura. Agarra un puñado de mi pelo y grito de dolor. Me arrastra como si no sirviera y veo como me llevan hasta un grupo de hombres donde Naraku me sonríe al mírame. Me repara y hace sonidos con la lengua. Por lo menos mi vista ahora es mejor.

—Te vez horrible Kagura—comenta y me hacen caer al suelo. Jadeo de dolor cuando alguien me golpea con el pie—esto te pasa por jugártelas de héroe con la perra de Kagome, quien por cierto aún no aparece. No sé qué demonios tienen que no se mueren—grito cuando deja caer en mi cuello el cigarro que se fumaba. No tengo fuerzas para tratar de levantarme. Él toma un puñado de mi cabello y me hace encararlo—¿te abandonó la zorra?—pregunta burlón.

—Creo que eso es lo que más deseas, ¿no, Naraku?—suspiro de alivio cuando puedo divisar la figura de Kagome—ahora, necesito que la dejes ir, maldito cabrón miserable—murmura con esa lengua tan afilada que tiene.

—Viniste a mí—ella sonríe y veo detrás de ella.

—Sí, vine con toda mi pandilla. Resolvamos nuestros problemas—comenta y no miente. Miro a su espalda y toda la pandilla está aquí. Están quienes se supone que debieron escapar—todas me deben lealtad y por eso están aquí. Te lo advierto Naraku, no pararé hasta ver tu cabeza en mis manos—el mencionado sonríe con burla soltándome bruscamente.

—Bien, esto hoy llega al final—y levantando armas, la guerra entre pandillas da comienzo.

Guerra de pandillasWhere stories live. Discover now