Capítulo 46

395 21 19
                                    

Se recomienda escuchar Always Remember Us This Way de Lady Gaga.

                                             🎶

Diez pro.

Un contra.

Así quedaron mis argumentos cuando le dije a mi mamá por qué debía irme antes de la fecha indicada a la capital. Cabe destacar que el único contra es que estaré solo en una ciudad que no conozco.

Nada del otro mundo.

Estuve buscando residencias estudiantiles (con baño privado, por supuesto), para poder ir a verlas y decidirme. Visitamos once y tuve que decir que no porque a alguien no le gustaba.

—No me gusta ese chico.

Era todo lo que Kelvin me decía en privado. A mí mamá le decía un montón de cosas que solo él había visto en las residencias.

Llegamos a una última donde habían tres habitaciones con baño privado cada uno. En la primera habitación hay un lindo gordito estudiante de Informática y en la tercera un flaco emo estudiante de diseño gráfico.

—Esta es perfecta —sonrío triunfante.

No le quise decir mayor cosa porque esta es su última semana conmigo.

Luego, estuvimos en un centro comercial comiendo y aproveché para preguntar por trabajo, hasta que conseguí en una tienda de ropa dónde me hicieron una pequeña prueba sobre combinaciones de outfits.

Visitamos la universidad y estuve averiguando la ruta de cómo llegar de mi futura casa a la universidad, después al trabajo y de regreso a mi casa.

No niego que me da miedo vivir solo, pero siento algo de emoción.

Ya hoy es viernes y el frío que siento entre el pecho y mi estómago, me están robando la capacidad de respirar.

Estoy en casa de Kelvin desde ayer y he tratado de contener las lágrimas lo más que puedo. Pero el señor José no es que colabore mucho. La mamá de Kelvin es quién debería estar así y se ha mostrado más fuerte.

—Es que yo pasé la mayoría del tiempo con Kelvin, pajarito. Cris estaba estudiando o haciendo prácticas —explicó, cuando le pregunté.

Me despierto primero y solo puedo observar lo cómodo que está en mi pecho, aunque no está dormido. Es más, me atrevería a decir que no ha dormido en toda la noche.

—¿Cuánto tiempo más piensas hacerte el dormido? —le pregunto.

—Lo suficiente como para que este momento no acabe.

Kelvin apoya su barbilla en mi pecho y me penetra con sus infinitos ojos negros. Tiene la intención de preguntar algo, pero me adelanto.

—Recuerda que tengo dos meses ovulando —suelta una carcajada—. Pregunta algo que no me ponga sensible.

Se sienta y mira al techo, procurando buscar una pregunta allí. Acerco una mano a su mejilla y él da un pequeño brinco por el repentino contacto.

—¿Llegaste a quererme en este tiempo? —baja la cabeza y tiene los ojos empañados.

Ay, no.

Una de las tantas cosas que quería decirle y no me atrevía.

Me quedo en silencio un momento, pensando en si debería hacerlo ahora o no.

Luego es tarde.

—Me enamoré, Kelvin —admito—. Eres lo mejor que me ha podido pasar en la adolescencia.

Enséñame a SoñarWhere stories live. Discover now