Capítulo 41

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A Kelvin no le hizo ninguna gracia que Charlie se quedara en mi casa después de todo el desastre que se armó. Más bien pretendía venir a dormir aquí después de llevar a todos.

En parte me siento culpable de cómo está, no podía dejar que se fuese a su casa así. Después, mayor problema que se armaría con mi madre.

Julio syudó a su primo a entrar a la sala y sentarse en el sofá. Después de que todos han salido, Kelvin me da un beso exageradamente posesivo el cual, no sé si por el alcohol, me encendió de deseo.

Me doy media vuelta en la puerta y me encuentro con Julio apoyado de la baranda de la escalera esperando. Observo a Charlie en el sofá y le digo a Julio para subir.

—No puedo dejar a Charlie solo.

—No lo estará. Yo le voy voy a limpiar las heridas y estaré pendiente de él.

—No lo creo conveniente, Jonah —sube las escaleras detrás de mi.

—Yo tampoco, Julio. Debo hablar con él unas cosas y este es el momento indicado —abro la puerta de mi habitación y le indico que dormirá allí.

—Él está... muy interesado en ti —admite Julio—. Puede que no sea tu intención, pero él cree que le das esperanzas. Cuidar de él en estás circunstancias es...

—Un riesgo que estoy dispuesto a correr. En la última gaveta de allí hay una toalla limpia por si te quieres duchar. Nos vemos más tarde —salgo de la habitación.

Me dirijo a la habitación donde están las cosas extras y la ropa. Tomo unas sábanas y almohadas, alcohol y gasa.

Al bajar, me encuentro con Charlie viendo de manera fija el televisor apagado. Este sirve como espejo en algunos casos y muestra quién viene bajando las escaleras. Como sin dar mucho crédito a lo que ve, se da media vuelta.

Entro a la cocina, tomo un bolsa de gel congelado y un poco de hielo. Me siento a su lado con todo para curarlo y dejo en un envase el hielo y el gel.

—Trata de enderezarte para quitarte la camisa —le ordeno.

Él se mueve del respaldar de la silla y levanta los brazos, quejándose al hacerlo.

Tiene algunas marcas que se ven leves en su cuerpo. Más me preocupa es el de la cara, el cuál no podrá ocultarlo.

—Tendríamos que estar haciendo esto en otras circunstancias —opina en lo que termino de retirar la camisa.

—No hagas las cosas más difíciles, Charlie. Si no, voy a llamar a Julio para que te atienda él.

Se da por vencido y deja de hablar. Pregunto dónde le duele y le echo gel mentolado en los sitios que me indica, incluído la zona de su corazón y me dan ganas de reírme, pero igual le echo.

Con el alcohol y la gasa, le limpio la herida en la boca y le echo un poco de gel en la mandíbula.

—¿Por qué lo haces? —me detiene la mano de manera suave.

—Por qué estás en mi casa y de alguna manera eres mi responsabilidad.

—¿Solo por eso?

—¿Por qué lo haces tú? —pregunto bruscamente.

—¿Qué cosa?

—Seguir echándole leña al fuego aún cuando te dije que lo nuestro no puede ser —le planteo.

—Las cosas hubiesen sido diferentes si me hubieses dado una oportunidad, Jonah.

—Tal vez. De todas maneras, cualquier oportunidad que hubieses podido tener para el futuro, te encargaste de destruirlas con el pasar del tiempo y con este desastre de hoy.

Enséñame a SoñarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora