Capítulo 15

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Ya sea porque murió, te gusta o terminaron, sacarse una persona de la cabeza es realmente difícil.

No es que Charlie me guste o algo parecido. Sino que tengo la curiosidad de confirmar mi teoría. Tanta ha sido mi curiosidad, que me he metido en sus redes sociales, dónde no sabía que me tenía agregado, y he revisado todo lo que puedo.

Sale en demasiadas fotos y todas tienen una buena cantidad de comentarios y Me Gusta. Todas con gente de la iglesia, la mayoría con chicas. Cada una más hermosa que la otra.

Me ha escrito unas pocas veces entre semana, cuestionando cómo estoy o algo referente a las tareas, nada trascendental.

Por otro lado, Stephanie se escucha de buen humor cuando llama en las mañanas a contarme sus andanzas de la noche anterior, a pesar de que allá ya sea de tarde.  En cuanto a Kelvin, ya su humor conmigo cambió. Me llama mañana, tarde y noche.

Me encanta como me envía fotos y videos de su viaje, notas de voz diciéndome que me extraña, el señor José gritándome que Kelvin es infiel y todos los hombres son iguales, la señora Cristina regañandolo por ser infantil, y así.

Quisiera ver a ese hombre en un juicio.

El timbre suena y me levanto para ver quién es.

—Charlie...

No me revisé antes en el espejo.

—Jonah, hola. Disculpa que haya venido sin avisar. Es que he estado un poco... no sé.

—Pasa. Hablemos adentro.

Cierro la puerta y me doy media vuelta para regresar a la sala. Charlie está apoyado de la pared del pasillo con la cabeza gacha.

—Cuentame qué...

Me pega contra la otra pared del pasillo y me besa. Mantengo mis ojos abiertos, como sorprendido por tal acto. Sin embargo, mis labios le están correspondiendo, dándole permiso a su lengua hacerme lo que quiera. Una de sus manos que estaba sosteniendo uno de mis brazos contra la pared, baja lentamente por mi pecho y abdomen.

¿Qué demonios?

—Detente, Charlie —le ordeno.

—Está mal, lo sé —corre a la puerta.

—Ya va, no te vayas —le tomo la mano—. No te dije que está mal. Solo que debemos hablar.

Coloca un brazo en la puerta y se apoya de el. Comienza a llorar de manera audible y se deja caer, hasta quedar de rodillas. No puedo evitar sentir tanta ternura por él.

Imagino lo difícil que debe ser luchar entre lo que le han hecho creer que está bien y lo que no, con un futuro impuesto o manipulado por sus padres con la finalidad de que haga lo que a ellos les parece, sin tomar en cuenta sus sentimientos o lo que quiere.

Le abrazo y se sostiene de mi brazo. Nunca había escuchado a alguien llorar de esa manera. Supongo que es algo que tiene atragantado y no sabe con quién hablarlo sin ser juzgado, tampoco el valor o las fuerzas para enfrentarlo solo.

—Ven, levántate —le ayudo—. Vamos a hablar en la sala.

Lo conduzco hasta el sofa con nuestros dedos entrelazados. Lo siento en el lugar que estuvo el día que vimos la película y le busco un poco de agua para que tome cuando esté bien calmado.

—¿Estás más tranquilo?

—Algo...

—Besas bien —le halago y él sonríe.

—Tú lo haces mejor de lo que se ve —corresponde.

—Pero yo estoy saliendo con alguien —admito.

Enséñame a SoñarWhere stories live. Discover now