Capítulo 45

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Se recomienda escuchar Photograph de Ed Sheeran.

                                           🎶

Irme a Estados Unidos con Kelvin no puede ser más que eso: una fantasía.

Viajar a otro país no es como decir: vamos a la playa o la montaña.

Además de que ese viaje no es de placer. Es para vivir y estudiar durante cinco años.

Obviamente, es un lujo que no me puedo permitir. Tampoco es que vaya a dejar que los Rivero cubran ese gasto. Puede que solo cubran mis gastos para viajar y vivir, mientras Kelvin estudia. Pero no pienso trancar mis planes de vida solo por seguir a un chico.

Por más que le quiera y me duela tener que dejarlo.

No le he dado una respuesta a Kelvin y él tiene que saber al día de hoy que la respuesta es no.

El día de graduación ha llegado y me ha dado por llorar por todo. Son tantos los sentimientos encontrados cuando llega este día, que no sabes por qué lloras.

Stephanie está más feliz que cualquier otro porque al fin dejará ese nido de ratas. Ella se va a Occidente el mismo mes que me voy yo, pero una semana después. Kelvin se va a finales de agosto.

Con los Rivero, los Marroquín y mi familia (mi abuela y tías vinieron), fuimos a comer después del acto. Kelvin entrelazó su mano con la mía debajo de la mesa y yo deseé que ese momento fuese eterno o se repitiera pronto, aún sabiendo que así no será.

Mi estrés comenzó en la tarde, cuando mi mamá dijo que tenía que vestirme en casa para el baile de graduación y así me pudieran tomar fotos.

Como si tuviese siete años.

Tengo que pasar por casa de los Rivero quienes quieren una foto de sus hijos. Y luego por casa de Stephanie, porque la mamá quiere lo mismo.

En medio de las fotos en mi casa, escucho la bocina de Kelvin. Mamá me da su eterno sermón de que Dios está viendo mis actos desde el cielo y me deja salir.

No me imagino si fuese una chica.

Kelvin lleva un smoking ajustado a su cuerpo que lo hace ver tan elegante y sensual.

—Podría quitarte la ropa aquí mismo —le digo al verlo.

—Te puedo ahorrar el trabajo —intenta soltarse el traje.

No nos podemos besar hasta estar en la privacidad de la camioneta, pues mi mamá está en la puerta. Kelvin agita su mano en un saludo y luego nos subimos. Intenta besarme, pero le detengo. Ahora que lo pienso, sería muy sospechoso estar tanto tiempo en la camioneta sin arrancar.

Mientras maneja, no deja de verme. Me pone nervioso.

—¿Qué pasa? —le pregunto.

—Nada —responde con una sonrisa.

—Eres un idiota, Rivero —me cruzo de brazos y miro a la calle por mi ventana.

—Tú me pusiste así —pone su mano en mi rodilla.

Ante su contacto, me relajo.

—Aunque se la respuesta, nunca me dijiste...

—Por favor, no hagas la pregunta. Ya he llorado suficiente —le corto.

Aprieta su agarre. Pongo una mano arriba de su mano y la aprieto.

Tengo muchas cosas que decirle, pero no es el momento. No sé cuándo lo sea, pero hoy no será.

Enséñame a SoñarWhere stories live. Discover now