Capítulo 45. "Llego tu hora de sufrir..."

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- Esto es denigrante... ¿Qué se cree el chancho?... Pretende que me encargue de la lavandería del colegio como castigo... - dijo Marizza en voz alta a la vez que se dirigía a su habitación en busca de sus amigas. – Igualito a una dictadura... Y aún me preguntan por qué me escape... Si es que no deberías haber vuelto tarada... Estoy hasta los pomelos...

Durante la visita en el despacho de Marcel Dunnof, Marizza tuvo que escuchar las reprimendas del director durante una hora. Pablo quería compartir el castigo con Marizza y así quitarle un poco de carga, pero ella se negó en rotundo. Defendió la idea de que Pablo no tenía nada que ver y todas las consecuencias de su escapada debía recaer en ella. Y así se fue. Debía hacer la colada de cada uno de los pupilos del Elite en el horario de la tarde, sin interceder en la asistencia de los talleres complementarios de las tardes. Si tenía en cuenta que Sonia la apuntó a la mayoría de los talleres con el propósito de que la mente de Marizza estuviera lo suficientemente ocupada para no hacer bardos... Solo le quedaba la noche para hacer el castigo. Al caer Marizza en esa conclusión, Dunnof rió. Lo odiaba. Odiaba a ese dictador con toda su alma.

Abrió la puerta y se había equivocado. No estaban sus amigas en la habitación. Encogió los hombros y se dirigió a su placar para coger su pijama. Se quitó la camiseta y los pantalones del uniforme cuando escuchó un carraspeo. Frunció el ceño y se giró lentamente.

- Hola Marizza – saludó Javier sonriendo. Su sonrisa la puso bastante nerviosa.

- ¿Qué ... qué ha... qué haces acá? – titubeó intentándose tapar con la ropa que recién se había quitado. – Este es el sector de las chicas... Vos no tenes que estar acá

Javier comenzó a acercarse a Marizza que caminaba hacia atrás hasta que el placar le impidió retroceder.

- No podes estar acá... Largate Javier.

- ¿Me tenes miedo? – preguntó reduciendo la distancia entre ellos a menos de un metro. – Te creía más valiente

- Eh Javier – se frotó la cara con una mano para mantener la calma. – No me rompas los pomelos... En cuanto salga de acá voy a decirle al Señor Dunnof que has estado acá

- Oh, Marizza se volvió buchona. – rió.

Marizza observó cómo la puerta se abría. Era Luna. Sin decir nada y que Javier no la viera, le hizo una pequeña señal para que se marchara. Javier no la escuchó y Luna cerró la puerta con cuidado.

- Eh Javier te voy a bajar los dientes como no salgas de acá. – le dijo.

- Shuuu – la silenció – Has cambiado... - le dijo y su mano comenzó a acariciar la cara de Marizza.

- No me toques – le dio una cachetada.

Javier se tocó en el pómulo enrojecido. Y soltó una carcajada. Parecía un loco. ¿Quién era ese tipo? Marizza intentó escapar pero Javier la empujó en el placar y pegó su cuerpo contra ella.

- Así me gusta... Marizza, la mandada... Ya me estabas preocupando cariño – dijo mientras olía el cabello de esta. – Ya no recordaba tu olor, hueles tan bien.

- Javier suéltame – le pedi. – Me estás haciendo daño

- ¿Yo? – ironizó. – ¿Vos nunca pensaste en el daño que me hiciste? Me dejaste por el rubio tarado de Pablo... Un niño de papá... Me humillaste Marizza y ahora me toca a mí... - se pegó aún más a ella y agarró fuertemente la muñeca de su mano.

- Por favor... Me lastimas – sollozó Marizza

- Ya era hora que comenzaras a sufrir ¿no crees?... No tienes a nadie que te pueda defender... Solo estamos vos y yo.

Javier comenzó a besarle el cuello. Marizza quería zafar de él, pero era demasiado fuerte. Las lágrimas no tardaron en aparecer por su rostro. Quiso gritar, pero sus sollozos ahogaban cualquier intento.

Pasaron minutos, aunque Marizza le pareció una eternidad, la puerta de la habitación se abrió. Ahí estaban Luna y Pablo.

Pablo se dirigió enloquecido a Javier y comenzó a golpearlo. Primero un puñetazo en la cara. Javier quiso devolvérselo y Pablo no lo pudo esquivar bien y le propinó un golpe en la nariz. Javier río mientras Pablo se tocaba la nariz. Él se abalanzó a Javier cayendo ambos al suelo.

Tomás y Guido aparecieron y ayudaron a su amigo Pablo a zafar de Javier. Los amigos lo arrastraron afuera de la habitación.

- Pablo – salió en su busca Marizza. – Estás sangrando. – dijo limpiándole la sangre que brotaba de la nariz con su camiseta.

- No te preocupes... ¿Estas bien? – la cogió de los hombros y la miró de arriba abajo. - ¿Te lastimó? ¿Te hizo daño? Juro que lo mato

- Pará relaja... - le pidió Marizza. – Estoy bien de verdad. – le sonrió.

Luna que había permanecido todo el tiempo allá. Carraspeó, llamando la atención.

- Voy a buscar algo en el botiquín. Os dejo solos, permiso – se disculpó y se marchó.

Pablo se quedó mirando fijamente los ojos de Marizza. Sus ojos siempre habían sido muy expresivos y quería leer en ellos si todo andaba tan bien como ella decía.

- Tenes miedo – afirmó Pablo. - ¿Qué te dijo?

- Nada Pablo – le restó importancia. – Ahora lo importante es cortar esta hemorragia

- Marizza – le apartó el trozo de tela que taponaba su nariz

- Está resentido por lo del año pasado... Sufrió y quiere venganza. Pero no lo va a conseguir.

- ¿Te tocó Marizza? – repitió con angustia

- No, Pablo.

- Te juro que como te haya puesto una mano encima... Lo mato

- Confía en mí

Hubo un silencio incómodo entre ambos. Marizza intentó prestar la atención a la herida de éste. Estaba medio desnuda frente a él y andaban solos en la habitación.

- Gracias – agradeció Marizza. – Gracias por ayudarme. Voy a perder la cuenta de todo lo que te debo – rió.

- Marizza – dijo tomando su barbilla para que lo mirara a los ojos. – Siempre voy a estar para vos. SIEMPRE. 




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Capítulo movidito el de hoy... ¿Que os parece?

Muchas gracias por  los comentarios... 

Nos vemos mañana. Un beso y cuidaros.   ❤❤❤❤

Elite Way School 5º AñoWhere stories live. Discover now