Capítulo 22. "El Plan Marizza"

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CAPÍTULO 22

En Bariloche, Pablo aceptó la invitación de Martín y fue a la casa de éste. Durante el camino, no dejaba de pensar en cómo contarle a Martín el verdadero motivo de su viaje a Bariloche. Solo faltaba preocuparlo. Pero tenía derecho de saberlo... Era su hija.

Al fin llegaron a casa de Martín. Era una casa pequeña pero muy pintoresca.

- ¡Qué buena Martin! – exclamó Pablo maravillado al entrar al living. – Muy bonita tu casa eh...

- Gracias Pablito – agradeció – La verdad que este lugar es hermoso. Estoy muy bien acá, solo me falta teneros más cerca. – sonrió de forma amarga. – Ven que te enseño más.



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En Buenos Aires, el alumnado de quinto año continuaba alrededor de Rocco. Éste trabaja arduamente con el ordenador portátil para llevar a cabo la idea de Hilda.

- Solamente falta poner ruido de fondo y así no notaran los cambios – dijo concentrado el alumno.

- ¿No se notarán los cortes del audio? – preguntó Guido.

- No, aunque sean notas de voz distintas con el ruido de fondo perderá calidad. – informó. – Y con este programa – señaló en la pantalla – realizaremos la llamada con número oculto. El supuesto mensaje de Marizza irá directamente al buzón de voz de la casa de Sonia Rey.

Todos aplaudieron alrededor de él.

- ¿Cómo va la carta Luján? – preguntó Manuel.

- Y bien... es difícil la letra de Marizza... y es difícil escribirla para mí misma – se quejó a la vez que escribía fijándose al cuaderno de historia de Marizza para así copiar correctamente

- Esperemos que sirva y se la crean- dijo Laura

- Laura ahora no es el momento de los "esperemos" y " a ver si nos pillan" eh – dijo a regañadientes Lujan. – Va a salir bien. 



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Franco y Sonia llegaron a casa. Habían permanecido durante dos días consecutivos en el colegio esperando noticias de Marizza. Ante la poca información obtenida y la insistencia de Franco, Sonia decidió muy a su pesar volver a casa y descansar.

- Y si llama Marizza cuando nosotros estamos acá – dijo la mujer entrando a la casa.

- Mi amor no te preocupes – la intentó relajar. – Ya nos dijo Dunnof que si tenían noticias nos avisaran. Ve a darte un baño, yo voy a hacer algo para comer. – le instó dándole un beso en los labios.

Franco se dirigió a la cocina y abrió la nevera para coger algunos de los ingredientes que iba a utilizar para la comida. Estaba hambriento, habían pasado tanto tiempo en el colegio que habían perdido la noción del tiempo y ni tan siquiera había comido correctamente durante esos días.

Por esta razón, le atacó un fuerte dolor de cabeza por lo que dejó las verduras en la mesa y se dirigió al mueble del hall de la casa donde tenían el botiquín. Cuando abrió el cajón, deparó en la luz intermitente del teléfono de casa. Tomó el teléfono y vió la imagen de un sobre en la pantalla. Era un mensaje en el buzón de voz.

Tecleó el número que abría la bandeja de entrada del buzón de voz y esperó a escuchar el mensaje.

La voz de Marizza acolapsó sus oídos. Había llamado. 


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Lo prometido es deuda. Aquí tenéis el nuevo capítulo y dentro de unas cuantas horas el siguiente. 


Gracias por el apoyo. 


Se avecinan líos... Ya mismo sabremos algo de Marizza. 

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