Capítulo 66. "El precio de la libertad"

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CAPÍTULO 66

El sonido del goteo insistente de aquella tubería rompía el silencio sepulcral del siniestro lugar.

Un halo de luz se colaba por el único tragaluz de aquella habitación ofreciendo la claridad suficiente para atisbar los elementos más sencillos. La humedad aplastante se entremezclaba con el hedor y creaba una atmósfera fría.

Pablo comenzó a abrir los ojos. Les pesaba de sobremanera. A pesar de la poca claridad, su visión se emborronó desde un inicio. Sintió un dolor intenso en sus extremidades. Cuando sus ojos se acostumbraron a la imagen de aquel lugar, miró a ambos lados y supo el origen de aquel dolor. Estaba atado en la pared formando con su propio cuerpo una cruz. La desesperación que le produjo su propia imagen hizo removerse inquieto pero otra imagen le obligó a parar.

Frente suyo el cuerpo de Marizza yacía sentado en una silla. Estaba atada de pies y manos y su boca estaba tapada con una cinta aislante. Parecía que había perdido el conocimiento.

Sus ojos comenzaron a humedecerse al ser consciente en la situación en la que estaba sometidos. Estaba seguro que todo eso estaba supeditado por su hermano. Igual de basura que su Sergio. Igual de inhumano. No quería a nadie. Solo quería el bien propio. Un egoísta nato.

Todo era por su culpa. 

Marizza comenzó a despertar. Al igual que Pablo, tuvo que acostumbrarse a la claridad del lugar y cuando pudo abrir bien sus ojos, la imagen de Pablo frente suyo le rompió. Comenzó a llorar en silencio a la vez que se removía bruscamente de aquellas ataduras.

- Mi amor tranquilízate – le pidió con voz quebrada Pablo. – Estoy bien, de verdad. Tranquilízate. – repitió. Ella dejó de moverse, pero no pudo impedir que las lágrimas recorrieran su rostro. - Juro que te voy a sacar de acá. Vas a estar bien.

Ella asintió con la cabeza totalmente asustada.

El ruido de unos pasos lejanos los alertó. El chirrido de las bisagras de la puerta se abrió e inundó el lugar con algo más de luz. Eso produjo a los chicos cerrar de nuevo sus ojos. Al cerrar la puerta, la claridad retornó al nivel inicial.

Los pasos se acercaron hasta pararse a un extremo de Marizza. Pablo miró a aquel tipo que no conocía, pero que seguramente se trataría de unos de los matones de su hermano.

- Pablito Bustamante – dijo melódico. - ¡Tenía muchas ganas de conocerte! Pensé... - el hombre comenzó a andar de un lado a otro en medio de ambos. - ¿Cómo sería el hijo que metió preso a su propio padre? Y acá estás vos. Pensé que me lo pondrías más difícil, pero fue tan fácil capturarte. - le pellizcó la mejilla. - Y bueno... Si eres testigo de cómo capturan a tu novia... – con sus manos agarró la cabeza de Marizza y aspiró su olor. Ella pataleó. – Todo es más fácil.

- No la toques – escupió con rabia. Intentó zafarse de las cadenas, un intento que resultó imposible.

- La querés ¿verdad? – rió con maldad. Quitó de un solo tirón la cinta de la boca de Marizza y ella respondió con un grito de dolor. – Dile todo lo que sentís Pablito, puede que sea la última vez que la veas.

- Se lo diré cuando salgamos de acá y te hayamos metido en la trena - dije desafiante.

El hombre bufó en cólera. De su bolsillo sacó una navaja y se acercó al chico. Lo agarró del cuello y posó la punta de la navaja en el cuello de éste.

- ¡No! Dejalo – gritó Marizza. – Agarratela conmigo, no con él. Por favor – sollozó.

- Oh que lindo escenita de amor – dijo sarcástico. - ¿Sabes? Tu mina tiene más huevos que vos.

Rió enloquecido. Se acercó a ella y la miró de lado. Disfrutaba de la desesperación de ambos. Posó sus manos en el reposabrazos de la silla y se acercó a ella. Ese acto despertó los gritos de Pablo. El hombre sonrió y tocó los muslos de la chica.

- Te juro que te mato – se removió Pablo. – No la toques hijo de puta – insultó con rabia. Sus muñecas comenzaban a enrojecer ante la necesidad de zafar de esas cadenas. El hombre continuó en su afán de aprovecharse de Marizza. – Te lo pido por favor. – sollozó con voz ahogada.

El hombre volteó para mirar a Pablo. A un chico totalmente derrotado con la cabeza baja. El tipo sonrió victorioso.

En el momento que el hombre bajó la guardia para disfrutar del estado de Pablo, Marizza encontró la oportunidad perfecta. Con las pocas fuerzas que aún mantenía, alzó sus piernas atadas por los tobillos y le propinó una patada en su zona íntima.

- Hija de... - se quejó el hombre retorciéndose de dolor.

Se acercó a duras penas a un extremo de la habitación retorciéndose de dolor. Agarró un cubo lleno de agua y, con él, un saco negro. Mientras maldecía, le tapó la cara con aquel saco negro. De nuevo, Pablo miraba horrorizado e impotente.

Cogió el cubo de agua y se lo echó por encima. Marizza se ahogaba. Sus quejidos despertaron las lágrimas de Pablo que pedía que parase. De nuevo, el hombre repitió la acción. Esta vez le sacó el trapo y Marizza abrió los ojos. Respiraba con dificultad.

De nuevo, la tapó y repitió la acción.

- Para por favor – lloró Pablo.

- Esta mina debe aprender la lección. – dijo destapandole para ofrecerle un poco de aire y poder repetir la acción.

Marizza a duras penas mantenía las fuerzas.

- Dejala ya – dijo cansado Pablo. – Hago lo que quieras. Desile a mi hermano que hago todo lo que él me pida. Pero por favor, dejala libre.

El hombre paró con una sonrisa triunfal. Destapó a Marizza que permanecía inconsciente.

- ¿Vos te vas a sacrificar por ella?

- Si – asintió Pablo. – Dejala libre. Soy vuestro. Haré lo que me pidan. 



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Hola chicxs

Nuevo capítulo de EWS y espero que os haya gustado. Queda poco chicas... A ver que hace Pablo, ¿qué piensan ustedes?

Millones de gracias por el apoyo. 

Un besazo enorme y cuidaros. 

MUACK

❤❤❤

Elite Way School 5º AñoWhere stories live. Discover now