Su rostro se apaga por un momento y mira al piso.

—¿Por qué lo tuviste que escoger a él en vez de a mi?

—No fue una cuestión de elección, Charlie. Fue compromiso y lealtad. Yo comencé a salir con Kelvin primero y él me ofreció estabilidad emocional, algo que tú también deberías buscar y yo no te puedo brindar.

Le entrego el analgésico para que se lo tome y le doy el gel congelado para que se lo coloque en la mandíbula.

—A la mierda la estabilidad emocional, Jonah. Yo estoy enamorado de ti —confiesa.

Me quedo casi congelado como el hielo que me dispongo a guardar en la nevera, luego suelto una risita.

—No sabes lo que dices —afirmo.

—Lo sé y por eso te lo digo.

Voy a la cocina a guardar el hielo y me regreso a la sala. Detrás del sofá, le pido que se mueva un poco para colocar una almohada en su espalda y luego rodeo el sofá, sentandome una distancia prudente de él.

—En estas condiciones, no puedo hacerte mucho —sonríe.

—No lo hago por ti, lo hago por mí.

Mi teléfono vibra y lo tomo rápidamente para revisar el mensaje que he estado esperando. Kelvin llegó a su casa y se va a dar una ducha. Sonrío tontamente al responderle que piense en mi mientras lo hace. Dejo mi teléfono entre mis piernas y regreso la vista a Charlie.

—Disculpa...

—Quisiera ser el motivo por el cual sonríes cuando te llega un mensaje —me interrumpe.

Si supiera que más de una vez me pasó con él.

—Cuéntame lo que pasó con Marcelo —le exijo, viéndolo a los ojos.

Charlie voltea la cabeza y se queda callado, luego la regresa en mi dirección pero con la mirada en la ventana, lo que me hace voltear por un momento.

—Solo fue un error.

—¿Qué cosa?

—Todo. Haberme ido de casa de tu odiosa amiga, haber acompañado a Julio para ese apartamento, haberme metido en la cama con Marcelo, haber pensado en...

Se detiene y es como si las palabras fuesen un navaja que no quiere salir porque van a destrozar todo su interior cuando lo hagan.

—¿En? —insisto.

—En ti —esta vez sí me mira—. Fue un error haber pensado en ti mientras lo hacía con Marcelo. Allí fue donde me di cuenta de lo que siento por ti. No sentía el mínimo de excitación o placer cuando besaba a Marcelo.

—¿Nada de nada?

—Nada que ver cuando tú y yo nos besamos, cuando pasaste tu nariz de esa manera por mi cuello aquí en tu cocina, cuando bailamos en el club, cuando te hice poner la mano en mi muslo interno esa noche. Incluso, hablar de eso ahora me la pone...

—Entendí —le corto—. Yo realmente lamento todo esto, Charlie. Pero como te dije hace rato: te advertí que esto pasaría.

No dice más nada y supongo que ha de estar cansado por todo lo que ha pasado, puesto que deja reposar su cuerpo del sofá. Me levanto a apagar la luz y me acomodo en el mismo sitio donde estaba con una sábana y una almohada.

—Buenas noches, Charlie.

—Jona...

—Dime.

No sé por qué siento no me va a gustar lo que me va a decir.

—¿Puedes... dormir junto a mi hoy?

Enséñame a SoñarWhere stories live. Discover now