YANDERE BOY'S

AMOR ENCADENADO

"Hay momentos en los que hay que luchar, sin importar las probabilidades..."

Eso decía él, eso decía en los momentos en los que se perdía la esperanza, en los momentos que él, aunque no quisiera luchar ni pelear contra el enemigo, daba incluso su vida con tal de salvaguardar esa esperanza.

Shun... Aquel caballero tan noble, aquel caballero que tenía la constelación más noble de todas, ahora parecía romperse a pedazos....

Fue hace tan solo unos días después de la cruel guerra Santa que dejo secuelas graves, que nadie vería hasta después de unos días...

- Shun... Por favor debes dejarme salir... No iré a ninguna parte – decía aquella muchacha que se encontraba encadenada a una pared, se parecía mucho a aquella escena de la mitología cuando la princesa Andrómeda daba su vida a él gran dios Poseidón para calmar su ira.

Pero esta vez, no era a Poseidón a quien daría su vida, su integridad y su amor, no esta vez sería para calmar la mente y alma destrozada de aquél caballero que se sacrificó con tal de destruir el imperio que el dios Hades había intentado imponer sobre la tierra.

- ¡NO! .... No... - Dijo primero en un grito y después con calma. – No... (TN)... No puedo hacerlo, solo así estarás segura de todo, segura de todo mal...

Sus lágrimas caían por su cara mientras se arrodillaba ante la muchacha, quien lo veía con sus ojos suplicantes por libertad, algo que jamás se le daría. Le tomo la cara entre sus manos y la miro, la beso con un suave beso que llenaba y decía con los sentimientos más puros lo que quería.

Ella aceptaba aquel beso cálido, sabía que él no la lastimaría, solo quería su bienestar, pero ¿aquello era un acto de amor desinteresado de verdad? O ¿era un acto que parecía ser puro, pero estaba cargado de oscuras ambiciones?

Difícil de decir y de saber, (TN) cerró los ojos...

Caballeros de Athenea peleaban por el bienestar de la tierra, mientras que los demás peleaban en el inframundo. (TN) de Camaleón, igualmente estaba dando su vida para resguardar el Santuario, que se veía invadido por varios caballeros pertenecientes a los espectros.

Sabía que Shun, estaba combatiendo junto a Seiya y los demás caballeros, pero no sabía que Hades se había apoderado de su cuerpo y que podría morir a causa de ello. Peleaba con todas sus fuerzas, caballero de rango plata, siempre su cara tapada por una máscara y revelada a la única persona que amaba y que se preocupaba por ella y ella su vez por él.

Desde la guerra de las doce casas, ella había jurado que solo el único que vería su rostro sería él, y así fue cuando intento detenerlo...

- (TN)... ¿Cuándo volviste de la Isla de Andrómeda? – Dijo Shun, mientras miraba frente a él a una chica que llevaba puesta una armadura de plata, se interponía entre él y el camino para llegar con Saori al avión que debían tomar para ir al Santuario.

- Olvídalo Shun... - Contesto ella hablando tranquilamente detrás de esa mascara que la cubría. - No estarás pensando enserio en ir al Santuario para luchar contra los caballeros dorados.

- Naturalmente que sí – contesto firmemente.

- Tenía miedo que dijeras eso... - Contesto ella mientras el látigo que sostenía en sus manos, lo tensaba de tal forma que hiciera un sonido al hacerlo. – Creo que tendré que decírtelo... La Isla de Andrómeda que fue como un segundo hogar para ambos fue destruida por los caballeros dorados.

- ¡¿Qué!?... ¿La Isla de Andrómeda fue destruida?

- Sí... Y por un solo caballero dorado – dijo mientras caminaba unos pasos – Shun todos en la isla estaban emocionados, porque partiste para oriente y porque empezabas a prepararte para una confrontación con el Santuario – contaba ella con pesar – el hecho es que un traidor del Santuario proveniente de la Isla, hacia parecer que todos éramos traidores, pero nuestro maestro Daidalos de Cefeo creía en ti y tomo una posición neutral, basado en sus sospechas anteriores sobre el Santuario – continuo mientras Shun junto a su Pandora box, se relajaba un poco – pero el Santuario no lo permitió y para castigarnos envió a un terrible asesino y acabo con todo sin piedad...