—¿También tenías que decirle que estuviste en una pelea callejera?

—Él quiso saber —se encoge de hombros—. No esperaba que hablaras tanto de mi —sonríe.

—Eres mi novio, Kelvin. El chico del que más voy a hablar siempre serás tú.

—Que bello —me toma las manos y me hace sentir un poco incómodo entre la gente—. ¿Qué quieres hacer? —me pregunta.

—Kel, Charlie compró las entradas y las cotufas —señalo con el pulgar hacia atrás—. Tengo que entrar con él.

—Tu amigo y su primo entraron a la sala de cine en el momento que caminamos hacia acá.

Volteo hasta el lugar donde se supone que deberían estar y no los veo. Echo la vista hasta la mesa donde estaba Charlie y tampoco están las cosas que compró.

Me siento como la peor mierda del mundo.

—No tenías derecho —acuso a Kelvin con el dedo y me doy media vuelta para caminar.

Me persigue entre la multitud que nos cruzamos en el camino, hasta que me sostiene.

—Mientras estemos juntos, tengo todo el derecho del mundo a hacerte escenas de celos, porque eres novio.

—Eso no fue una escena de celos, Kelvin. Lo que hiciste fue venir a marcar territorio.

—El nombre que quieras darle, mi amor. Si el tipo entendió que ahora debe guardar una distancia contigo, entonces los objetivos fueron logrados.

—Eres tan... ¡Ahg! —camino.

—¿Posesivo? ¿Dominante? ¿Cómo era que me decías ayer? —finge estar pensando— ¿Daddy? —me pregunta muy cerca del oído al detenerme de nuevo.

Siento que mi cuerpo se tensa y un frío recorre toda mi espina dorsal. Entre mis piernas, algo se mueve.

—¿Cómo puedes recordar algo así estando en la calle? ¿Acaso no...

—¿No se me pone dura? —termina por mi y contesto que sí con la cabeza—. La tengo dura desde que te ví llegar y recordé como te pegaba con mi miembro en la cara mientras me decías...

Daddy —digo en un tono casi inaudible, pero juguetón y me muerdo los labios.

—Vas a hacer que me venga en el jean.

La carcajada que suelto provocan miradas sobre nosotros y empujo a Kelvin para caminar. La molestia que me hizo sentir hace un rato fue reemplazada.

Nos metemos en una tienda de juegos a pasar el rato. A pesar de estar compartiendo con Kelvin por primera vez como no lo había hecho antes, no puedo evitar pensar en Charlie y cómo debe estar sintiéndose ahora mismo.

Después de perder en todos y cada uno de los aparatos, vamos a comer algo. Kelvin me compra algo para que le lleve a mi mamá, a pesar de las veces que le dije no era necesario. Estuvimos dando unas vueltas, hablando de todo y a la vez de nada, dedicandos miradas, roces de manos y con ganas de devorarle la boca al otro. Sé que él no lo hace porque a mí me da pena y miedo aún, no porque sienta lo mismo.

Después de tanto decirle a Kelvin que no me puedo quedar en su casa, acepta llevarme a la mía con el chófer de su mamá. La confianza que tienen con este señor es mucha o Kelvin es un completo desvergonzado, pues en el camino a casa puso mi mano en su duro miembro y la suya en la parte interna de mi muslo.

Mi entrepierna comienza a cobrar vida cuando hunde sus labios en mi cuello, dándole un pequeño mordisco y luego subiendo con la lengua hasta la oreja.

—Sabes cuanto te deseo, ¿no es así? —susurra en mi oído.

—Sí... daddy.

Dejo escapar un gemido casi gritado cuando aprieta mi miembro endurecido. La vergüenza sube a mi cabeza cuando veo que el chófer me está mirando por el retrovisor del automóvil, haciendo que me deslice en el asiento.

Llegamos a mi casa y le doy un beso de despedida a Kelvin, no es hasta que cierro la puerta, cuando escucho el auto andar. Mamá está sentada en la sala viendo televisor con su bata de dormir y se le ilumina el rostro como a una niña pequeña cuando le entrego la bolsa.

—Oh, tengo que agradecerle a Charlie —lo dice lentamente, saboreando el aperitivo.

—En realidad, mamá... fue el papá de Kelvin. Me lo conseguí de casualidad comprando pastillas y terminamos hablando en la tienda de churros —río nerviosamente ante la mentira.

—Ok... ¿qué tal Charlie? ¿Lo fueron a buscar?

—Se fue con su primo Julio, que nos acompañó. El señor Rivero se ofreció a traerme. Me voy a acostar, estoy cansado.

Con un beso me despido y subo las escaleras para meterme a mi habitación, donde no tengo que mentir a las preguntas que me haga.

Después de cambiarme y bañarme, me tumbo en la cama. Le marco a Stephanie para contarle la tragedia que me sucedió el día de hoy y ella solo puede reír con todo la historia. Nos despedimos y decido hacer lo que no debería hacer, pero necesito hacer.

Llamar a Charlie.

Son varias las llamadas, todas enviadas al buzón de voz después de escuchar por un largo rato el tono de espera. Cuando me doy por vencido, me llega un mensaje de él.

Charlie: ¿Necesitas algo?

Que ser tan noble.

Jonah: Saber cómo estás. Cuando te fui a buscar, no estabas. Me dejaste con ganas de ver la película.

Charlie: Tu novio estaba contigo, no quería molestar.

Jonah: No era molestia, Charlie. Habíamos quedado en íbamos a ver una película y así tenía que ser.

»Kelvin fue porque te quería conocer y a tu primo me lo encontré en el bus y me siguió con el cuento de que también iba al cine.

Lee el mensaje y se desconecta, lo que me hace apagar la pantalla y lanzarla a un lado de la cama; con cuidado para que no se caiga.

Minutos después, me llega un mensaje suyo.

Charlie: Julio me dijo que lo viste en el bus y le pediste compañía para que no nos viéramos raros juntos o por si tu novio llegaba.

¡Ese maldito!

Jonah: Si tu primo te dijo eso y le quieres creer, está bien. Así mismo dijo que borró la foto nos tomó en el sofá de tu casa, cuando no pasó así y se la envió a Kelvin.

Lee el mensaje enseguida y se mantiene en línea sin responder. Escribe, espera, escribe, espera, escriba y llega la respuesta al fin.

Charlie: ¡¿Que Jules qué?! Tu novio pudo haberme dado una paliza cuando me vió.

»Después de todo, pelea por tí.

Jonah: Tampoco es que Kelvin es una persona que golpea a diestra y siniestra. Solo se defiende y me defiende. No hay motivos para defenderme de ti, pero ahora sí los hay para que lo haga de Julio.

Escribo como me ha acosado prácticamente desde que me conoce. Sin embargo, no me animo a enviar el mensaje y lo borro.

Charlie: No le hagan daño, por favor. Solo dejemos las cosas así, Jonah.

»Me quedó claro hoy que tienes un novio que vela por ti, que te cuida y eso es todo, ¿está bien?

»Gracias por toda tu ayuda.

No, Charlie. No está bien.

Por qué yo no quiero que eso sea todo.

Enséñame a SoñarWhere stories live. Discover now