—Aquí sí te quiero escuchar gemir sin reparos —ordena.

Su lengua trabaja en perfecta sincronía con mi miembro, envolviendolo y jugando con el glande como quiere. Con una mano mueve mis testículos y con la otra, introduce un dedo en mi entrada, haciendo que suelte otro gemido de placer.

Mis manos se enredan en su cabello y comienzan a moverse con las subidas y bajadas de la cabeza de Kelvin. Abro los ojos para ver el espectáculo sexual frente a mi y notar como mi miembro sale mojado de su boca, hace aproximar la excitación a mi y adelanta el orgasmo.

—Kelvin, me voy a...

Suelto otro gemido cuando el segundo dedo ingresa a mi cuerpo y se mueven sin piedad allá abajo. No aguanto más y siento como toda mi esperma viaja por la garganta de Kelvin, quien no deja escapar ni un poco nuevamente y me pregunto cómo lo hace.

—Me encanta tu sabor —sube y me vuelve a besar.

Aún siento la respiración agitada ante el orgasmo, pero no me dificulta recibir su beso con una atrevida lengua invadiendo mi boca. Rodamos arriba de la cama, yo quedando arriba de él. Pasa sus manos suavemente por mis piernas y nos miramos por un momento.

—Creo que he sido un mal chico... merezco un castigo —me presiono contra él.

Kelvin me mira con sus intensos ojos negros a través del cual ahora sí puedo ver y observo el fuego en ellos.

—Creo que follarme sin piedad será un castigo justo —continúo y me muevo un poco arriba de él.

—Jonah, no...

—¿No qué... daddy?

Todo sucede tan rápido, que en cuestión de segundos Kelvin está sin ropa interior y ha metido su miembro hasta el fondo de mi garganta, haciendo que bote una lágrima y él un grito ahogado de placer. Quisiera tomar el control del oral, pero él simplemente es otra persona y embiste mi boca y garganta sin piedad. Lo retira y luego me da en la cara con el duro miembro.

—¿Cómo me llamaste? —pregunta.

Daddy —respondo y me vuelve a dar con su duro miembro.

—Dilo de nuevo —golpea de nuevo.

Daddy —repito y me vuelve a pegar.

—¡Más duro! —exige y da un golpe más.

¡Daddy!

La última letra salió ahogada porque introduce su miembro en mi boca sin aviso hasta el fondo y comienza a dar rápidas embestidas. No sé si es la excitación que transforma el dolor o incomodidad en placer.

Unos cuantos movimientos más, y Kelvin se corre dentro de mi boca, su glande más allá de mi garganta y asegurándose que nada se derrame esta vez. Cuando está seguro que ya no queda nada, me levanta para unir nuestros labios en un beso que deseo no acabe.

Nuestros cuerpos desnudos y sudados se tienden en la cama, intercambiando el sabor de nuestro esperma en el beso.

—¿Por qué sabe dulce? —pregunto, con curiosidad.

—Consumo piña. Me como una todos los días.

—¿La piña hace eso? —me sorprendo.

—Sí. Te limpia la sangre, las arterias, mejora la producción de espermatozoides y le da ese toque dulzón que tal vez sentiste.

—Ya. ¿Entonces el mío no sabe dulce por falta de piña?

—Es como neutro, aunque lo siento dulce y así me encanta —me abraza más a él.

Enséñame a SoñarWhere stories live. Discover now