Capítulo 18 El deseo del Supremo

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La luz de un nuevo y largo día tocó el pueblo de Emon, los rayos del sol pasaban a través de los espacios que quedaban entre las casa e iluminaba cada rincón de este lugar haciendo que los charcos de agua y barro brillaran en la tierra.

Uno de estos rayos pasó a través de una pequeña ventana sin vidrio y llegó a los ojos cerrados de un joven durmiente.

-"Hmm... Ah..."

Este era su despertador natural, ya que la luz había llegado a su cuerpo era señal de que su atareado día comenzaba, lentamente el joven quitó la manta hecha de tela curtida y se sentó en el borde de su cama mientras se limpiaba los ojos.

Él no tenía algún rasgo sobresaliente. No tenía un rostro hermoso, ni ojos de colores extraños ni una fuerza sobrehumana, solo era un pueblerino común y corriente como cualquier otro. Cabello marrón, cuerpo algo flácido y una altura promedio.

El nombre de este chico era Amon Doste y tenía 18 años de edad. El nació y vivió en este pueblo durante toda su vida.

Luego de estirarse un poco continuó con su rutina diaria.

Primero se terminó de levantar y se acercó a un cubo con agua algo sucia en la esquina de su habitación, tomó un trapo que estaba en una silla cercana y lo remojó en el cubo de agua, luego empezó a lavar su cuerpo con él.

Los nobles tenían bañeras o magos que crearan agua pura para limpiar sus cuerpos, pero una persona como Amon no podía permitirse nada como eso, aun si ahorrara dinero toda su vida. Cuando terminó de asearse, se puso su ropa que estaba colgando de la pared, eran una simple camisa gris y pantalón marrón arrugado, se ató la cuerda de sus zapatos de cuero algo desgastados y salió de su habitación.

Su casa no era muy grande, solo contaba con el cuarto de sus padre, el suyo y la sala. Si quisiera ir al baño tendría que salir y usar la caseta que fue construida por su padre a un lado de la casa.

Sin ningún apuro camino por el pequeño pasillo y llegó hasta la sala donde se encontraba su mamá terminando el desayuno para ellos dos.

-"Buenos días, cariño."

-"Buenos días, mamá."

La madre de Amon era una pueblerina un poco más linda que la promedio, muchas veces en el pasado tuvo problemas con nobles que querían llevársela para hacerla su esclava pero esto fue evitado por el padre de Amon todas esas veces.

Las mañanas de sus padres inician más temprano que las de él, ahora mismo su padre debería encontrarse en los campos de trigo arando la tierra y regando el cultivo. Todas las mañanas tenía que hacerlo diligentemente o si no la cosecha no sería buena y pasarían hambre hasta la próxima siembra.

Su madre usualmente se encargaría de las tareas del hogar como limpiar, cocinar y otras cosas varias. Por lo que en este momento estaba preparando el desayuno de su hijo.

Cuando Amon se sentó en la mesa, su mamá sirvió los platos. Al ver algo fuera de lo normal en su plato, Amon no pudo evitar sorprenderse.

-"¡Mamá, esto es...!"

-"Sí, el vecino fue a visitar la ciudad el otro día y trajo un poco de queso que compartió con nosotros."

La dieta de los residentes pobres del pueblo Emon usualmente consistía en un poco de pan viejo con algo de avena o sopa sin sabor. Algo como el queso era una exquisitez entre ellos y solo se lo permitirían en ocasiones especiales.

Deseando probarlo lo más rápido posible se apresuró en agradecer la comida.

-"¡Buen provecho!"

Overlord: La Llegada de BroongaWhere stories live. Discover now