—¿Les parece a quienes? —lo interrumpo—. ¿Eso incluye a mi mamá?

—No. Estamos tratando de hacer entrar a tu mamá en razón de que no puedes...

—Señor García, usted no puede venir a mi casa a decir si le dedico mucho tiempo a algo o no, y menos lo que puedo o no puedo hacer. Ni usted ni nadie que no sea mi mamá tiene el derecho a decirme tal cosa, así que le agradezco se límite conmigo y con mi mamá en cuanto a ese tema y cualquier otra tema que no sea de su incumbencia.

Siento que fui un poco insolente.

Las mujeres mantuvieron la mirada en la mesa, en un silencio sepulcral. El viejo anticuado quiso mantener la mirada en mi con ganas de intimidarme.

Necesita más que eso.

—Es momento de irnos —lanza la servilleta de tela arriba de la mesa con arrogancia y se levanta.

—A mano derecha, al fondo, está la puerta —le indico y meto un poco de comida en mi boca.

Mamá se levanta para acompañarlos. Las ganas de comer se me quitaron, y más que presiento que mamá les dará la razón y se pondrá a pelear conmigo por eso.

Me pongo a recoger la mesa en lo que ella tarda de volver y guardar las sobras de comida en un envase para dárselos a perritos de la calle.

—Hijo...

—Mamá, discúlpame, pero ese señor no es alguien que pueda meterse en nuestras vidas.

—Lo sé, y se los he dicho. Espero que habiéndolo escuchado de tu boca y de esa manera, sea suficiente.

—¿Por qué no dejas de ir o buscas otra iglesia?

—Sabes que esta es la iglesia con la que nos crío tu abuela. Además de que me gusta, sacando lo fanáticos que son algunos.

—Tú a veces también te pones fanática —me mira de manera severa—. Además, no es necesario ir a una iglesia para sentirse cerca de Dios.

—Sí lo es. En algún momento notarás la diferencia.

Terminamos de recoger el comedor y la cocina. Mamá sube a su cuarto y yo me siento en la sala a usar mi teléfono. En serio, este aparato es insoportable a veces.

Le marco varias veces a Stephanie y no me atiende. Le dejo un mensaje de que me llame cuando pueda y entro en la conversación con Kelvin, que exige saber quién es Andrea.

Estuvimos hablando un buen rato, tonteando enviándonos fotos, entre otras cosas. Recibo un mensaje de Stephanie diciéndome que está bien y solo quiere dormir.

Quisiera estar con ella en este momento.

                                          🎶

El lunes llega como el día que más había esperado el fin de semana. Quedé en verme con Kelvin a las diez en la heladería dónde conseguí a Stephanie. A las siete de la mañana comienza a llamar de manera insistente.

—¿Qué quieres? —le atiendo.

¿Siempre te levantas con ese ánimo?

Cuando me despiertan, sí.

En cuenta. Pensé ya estabas despierto. Te dejo dormir, entonces.

Ya no vuelvo a retomar el sueño. ¿Para que me llamas tan temprano?

Como te dije, pensé estabas despierto. Quería escucharte.

Que lindo —comento sarcástico—. Voy a desayunar para cambiarme y salir.

Enséñame a SoñarOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz