For you I knew the love and the meaning of protecting others.

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— ¿Dos?

— Sí. Hace algunas semanas fue el aniversario de la empresa, sólo que usted tuvo problemas de salud y no lo celebramos adecuadamente.

— Además –retomó Amber–, ¿quién trabaja en Navidad?

— Pues, hay muchas tiendas que trabajan en Navidad…

— ¡Por favor~! –rogaron todos.

— Está bien, está bien. ¿Y? ¿Qué planearon?

— Mire.

Me acerqué un poco más al centro y me encontré con una mesa repleta de refrescos, botanas, bocadillos y demás cosas. Atrás de ella se encontraba una mesa un poco más pequeña con regalos encima de ella. Al parecer habían planeado un intercambio de regalos. Me acerqué para tomar un rollito de jamón con queso y después agarrar unas pequeñas galletas que noté desde la lejanía, porque sabía que Amber las había hecho.

— ¿Qué tal? –ella se acercó.

— Ya te he dicho que pongas franquicias de esto.

— ¡Nadie pone franquicias de galletas, Kris!

— ¡Más a mi favor! Serías la primera.

— Jajajaja.

— ¿Estás contenta?

— Sí.

— ¿De quién fue la idea?

— No lo sé…

— Fue tuya, ¿no es así?

— No pude evitarlo –miró hacia otro lado.

— Bueno, gracias a ti todos están disfrutando hoy.

— En sí lo hice por ti.

— ¿Eh?

— Siempre estás sumergido en tu trabajo y demás problemas, por eso pensé que sería bueno que tuvieras un descanso en el trabajo de igual forma…

— Te daría un abrazo, pero tú no querrías.

— Ya sabes que los puedes compensar con otras cosas…

— Dejémoslo sin demostraciones de afecto, en ese caso.

Amber soltó unas pequeñas risitas que trató de ocultar con sus manos. Yo seguía comiendo galletas, los demás platicando y riendo, haciendo bromas; y una sensación de felicidad me rodeaba en ese lugar. Sin embargo, el sonido del teléfono llamó a Amber y ella corrió a contestar. Después de tomar la llamada me hizo una seña con las manos para que me acercara.

— ¿Qué ocurre? –pregunté.

— Oh Sehun llamó.

— ¿Qué es lo que quiere?

— Me dijo que te pidiera que fueras al café donde iban a tener la cita. Tiene algo importante qué decirte…

Inmediatamente al escuchar eso no pude relacionarlo más que con Luhan, así que salí casi corriendo del lugar, disculpándome con todo mundo por retirarme y que siguieran con el festejo. Subí a mi auto lo más rápido que pude y conduje hasta el lugar. Al entrar, pude ver a Sehun sentado en la esquina del lugar, por lo que me acerqué y senté con velocidad.

— ¿Qué ocurre?

— No pensé que llegaras tan rápido –Sehun sonaba sorprendido.

— Sonaba urgente.

— Lo es. –Sehun suspiró–. Luhan me contó lo de su papá…

— Entiendo…

— ¿Tienes algún plan?

— Por el momento no.

— ¿Entonces…?

— Lo que sí he pensado es en esconder a Luhan.

— ¿Qué?

— Su padre es demasiado posesivo y homofóbico. Si ve a Luhan contigo, no descansará hasta separarte de él.

— Eso es… muy extremo…

— Para él no. Así que, Sehun, necesito que te lleves a Luhan.

— ¿Qué?

— A cualquier lado. Pero lejos de aquí.

— ¿Crees que tengo una casa en cada ciudad de este país?

— No, pero puedo conseguirte una.

— Estás loco…

— Sólo quiero ayudar a un primo…

Sehun no creía en mis palabras, pero la seriedad impuesta en cada una de ellas logró convencerlo. Al fin y al cabo, iba a hacer todo lo posible por ayudar a Luhan, su ahora novio. Le di las instrucciones adecuadas y le llamé inmediatamente a Luhan para tenerlo al tanto. Traté de pasarle el celular a Sehun, pero Luhan seguía diciendo “¡Gracias, gracias, gracias! ¡Te amo!” entre otras. Cuando todo estuvo en su lugar, decidí irme del lugar, pero Sehun me detuvo.

— Kris, yo…

— ¿Sí?

— Agradezco lo que estás haciendo por Luhan.

— No es necesario que me lo agradezcas. Basta con que hagas feliz a Luhan y me doy por bien servido.

Salí del lugar para dirigirme a mi trabajo. Le conté a Amber que no se tenía que preocupar por lo que había ocurrido. Mis compañeros de trabajo partieron un pastel y después fue cuando empezaron a intercambiar los obsequios. Me sentí mal por no dar ninguno, pero no sabía que habían planeado en ello. De repente, todos con sus regalos en mano, guardaron silencio, y una de mis secretarias trajo un pequeño cuadro en forma de rectángulo y me lo dio.

— Para usted –dijo.

— ¿Para mí? ¿De quién?

— De todos –contestó mi colega.

Abrí poco a poco el regalo y vi dentro un cuadro con un reconocimiento. “Al mejor presidente de todos, quien día a día vela por el bienestar de la empresa y el de sus empleamos; a quien estamos agradecidos” se podía leer en ese reconocimiento, el cual me hizo sentir realmente emotivo y no pude dar más que un abrazo a cada uno. Jamás pensé que mis empleados me veían de esa forma, y me sentí orgulloso de ser así para ellos.

Cuando el momento emotivo acabó, todo regresó al sentimiento de alegría que se estaba teniendo. Las horas pasaron rápido y yo no me di cuenta. Cuando menos vi eran las 7:30, así que decidí que era tiempo de regresar a casa. Le encargué a Amber que cuidara el lugar en mi ausencia, y me disculpé por segunda vez al dejar el lugar, no sin antes agradecer una vez más por el reconocimiento, que con muchas ansias quería colocar en mi habitación.

Al llegar, abrí la puerta y vi que los niños se encontraban colocando la mesa con cubiertos, servilletas y demás cosas. Tao se encontraba en la cocina platicando con Estela. Cuando me acerqué a los niños, ellos corrieron hacia mí y me abrazaron, exclamando un “¡te extrañamos!”. Tao, al escuchar eso, salió y también llegó a abrazarme, con la ligera diferencia que él plantó un beso en mis labios para después sonreír.

Ya preparada la comida y todo lo esencial para la cena, todos nos colocamos en nuestros asientos. Estela no deseaba cenar con nosotros, pero tras los ruegos de los niños, Tao y el mío accedió con una sonrisa. Apenas habíamos empezado a comer cuando tocaron el timbre. Estela se levantó para ir a abrir y los demás seguimos comiendo. Sin embargo, al levantar la mirada, inmediatamente dejé caer los cubiertos, creando un ruido lo suficientemente fuerte para que los restantes voltearan a ver a mi dirección.

— Creo que llegué justo a tiempo, ¿no es así, sobrino?

(Continúara)