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(Narra Tao )

Me encontraba en la sala de espera del hospital, con los nervios comiéndome vivo. Estela y yo estábamos sentados en las bancas de ahí, esperando impacientemente. Estela se dio cuenta de mi nerviosismo y tomó mis manos con las suyas para después sonreírme. Después de un rato ella se fue a comprar café mientras yo me quedé ahí esperando un poco más de tiempo. Cuando menos me di cuenta, el médico me estaba llamando.

–        ¿Es usted pariente del señor Wu? –preguntó.

–        Soy… Soy un amigo.

–        Bien. Debo informarle que el señor Wu ya se encuentra estable.

–        ¿Qué le pasó?

–        Tuvo un exceso de estrés, lo cual lo condujo a presionarse más a sí mismo y bombear más sangre a los pulmones. Esto fue lo que provocó el dolor en el pecho.

–        No puede ser… ¿Pero ya está mejor?

–        Sí, ya puede respirar adecuadamente. Sin embargo, necesita reposo absoluto y estar tomando medicamento.

–        No hay problema. Con que esté mejor –suspiré–. Disculpe…

–        ¿Sí?

–        ¿Puedo pasar a verlo?

–        Por supuesto. En estos momentos está dormido así que le pediré que no haga mucho ruido, por favor.

–        Por supuesto.

El médico me indicó el camino hacia la habitación y fui hacia ella directamente. Yo pensé que un médico iba a ir a la casa de Kris o algo por el estilo relacionado con tener atención especial, pero jamás esperé que Kris viniera a un hospital público, o más bien, que Estela le dijera al conductor que nos trajeran hasta acá.

Llegué a la habitación y toqué unas cuantas veces para después entrar. Kris llevaba puesta una bata de hospital e hicieron que su cabello quedara un poco esparcido por su frente. Me acerqué a él y pude notar que tuvieron que ponerle una sonda intravenosa en su brazo izquierdo, lo cual me dio una especie de escalofríos. Yo no hice ningún ruido, pero cuando vi a Kris abrir los ojos me sorprendí un poco.

–        Tao…

–        No hagas nada, Kris. Recupera tus fuerzas…

–        Gracias, Tao…

–        ¿Eh? ¿Por qué?

–        Por traerme aquí…

–        ¿Eh? Pero yo no fui. Yo sólo… llamé a Estela…

–        Si no lo hubieras hecho no sé qué hubiera pasado…

–        ¡No digas eso!

–        Jajaja, lo lamento.

A pesar de estar en cama con fuerzas limitadas Kris sonreía. La sonrisa más radiante que pude haber visto a lo largo de mi vida. Ahora que el silencio se hizo presente no sabía qué hacer. Quería preguntar cosas, quería demostrarle a Kris cuánto me había preocupado por él y a la vez quería golpearlo por hacerlo, pero nada salía de mi boca. Ni palabras, ni sonidos, ni nada… y eso me estaba hartando.

–        Tao.

–        ¿Sí?

–        ¿Me harías un favor?

–        Por supuesto.

–        Agarra una silla y siéntate a mi lado.

–        S-sí.

For you I knew the love and the meaning of protecting others.Where stories live. Discover now