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(narra Kris )

Me encontraba afuera del apartamento de Amber, queriendo y no queriendo tocar la puerta. Ella odiaba las visitas inesperadas, así como me odiaba a mí si lo hacía, pero necesitaba quedarme en un lugar y un hotel no era una gran opción. Alcé mi mano en señal de intentar tocar la puerta, pero la hice puño y la dirigí a mi frente. Qué estúpido soy…

-   Oye, guapo.

-    ¿Me habla a mí? –pregunté.

-     Sí. Te he visto en varias revistas. ¿Vienes a ver a Amber?

-    ¿Eh? Sí, algo así.

-          Espero que sí caiga contigo.

-          ¿A qué se refiere?

-          La última vez que supe que trajo un chico aquí fue hace años. Se ve que la quieres mucho para venir a verla a estas horas.

-          ¿Qué? No, ella y yo…

-          Si te bota, puedes pasar a mi departamento…

La señora alzó un poco su camisón al punto de dejarme ver su pierna hasta la rodilla. Entré en pánico y quise salir corriendo de allí, pero vi que Amber abrió la puerta, así que no dudé en entrar y llevármela conmigo.

-          ¡¿QUÉ?!

-          Cálmate –tapé su boca.

Cerré la puerta con mi pie y después volteé a ver a Amber. Me veía de una forma extraña mientras me pude dar cuenta que una de sus manos se aferraba a mi saco y una de las mías estaba en su cintura. La situación se volvió algo incómoda y me separé de ella lo más rápido posible, para después carraspear un rato.

-          ¿Se puede saber qué haces aquí? –dijo ella.

-          ¿No me invitas a pasar?

-          No te invité o algo por estilo.

Estaba molesta, yo lo sabía, pero me hubiera ido de ahí si no hubiera aparecido esa señora de ahí. Amber se cruzó de brazos y empezó a marcar algún tipo de sentencia con el pie a la vez que había fruncido el ceño. A Amber definitivamente no podía mentirle.

-          Está bien, sé que estás molesta, pero la razón por la que estoy aquí es larga y mis pies van a morir si te cuento todo estando aquí parado.

-          ¡Oh! no hay problema –se fue y regresó con una silla–. Te escucho –se sentó en la silla.

-          Ah… sabía que harías algo así…

-          Qué bien que me conoces, Kris.

-          Está bien –empecé–. ¿Recuerdas a Tao?

-          Sí.

-          Bien, desde que lo contraté he estado haciendo cosas completamente locas.

-          ¿Cuáles?

-          La primera fue llevarlo a vivir a mi casa.

-          La segunda fue comprarle ropa a sus hermanos.

-          Ajá.

-          La tercera fue decirle que duerma conmigo.

-          Ajá…

-          La cuarta fue hacer que sus hermanos vayan a la escuela.

-          Ajá…

For you I knew the love and the meaning of protecting others.Where stories live. Discover now