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Me zafé del agarre de Luhan y corrí lo más rápido que pude. Tao corría demasiado rápido, a comparación mía. En el camino estuve gritando su nombre, pero cada vez que lo hacía sentía que mi voz se bajaba de volumen. Llegó un momento en el que tuve que respirar de más y caí de rodillas. Todo a mi alrededor se estaba moviendo y mi cabeza dolía mucho. La gente pasaba al lado de mí y no le importaba. Cerré los ojos después de escuchar un “¡Kris!”.

No sé en qué momento volví a abrir los ojos y me encontraba en mi habitación. Mi ropa no era la que usaba en el trabajo y me sentía un poco mareado. Volteé a mi derecha y Tao intentaba mirarme pero después volteaba a otro lado. Con fuerzas que saqué de quién sabe dónde pude levantarme hasta quedar sentado. Cuando lo hice, un médico entró a la habitación.

– ¿Cómo se encuentra, señor Wu?

– Mareado.

– Sí, era algo de esperarse.

– ¿Qué pasó?

– Perdió la fuerza por fatiga.

– ¿Fatiga?

– En estos momentos se encuentra débil y actividades que le involucren agitarse en gran medida o que sus nervios se alteren le afecta.

– Ya veo…

– Por ahora necesito que descanse. Emociones demasiado fuertes le provocarán daño.

– Entendido.

– Jovencito –volteó a ver a Tao.

– ¿S-sí?

– ¿Le puedo encargar que cuide del señor Wu?

– ¿E-eh?

– Si acepta, tiene que asegurarse de que tome su medicina a tiempo y no permitir que haya factores que lo alteren.

– D-de acuerdo.

– Bien. Aquí está la receta. Que estén bien –se fue.

De un momento a otro la incomodidad nos inundó a los dos. Tao sólo se dedicaba a mirar la receta y yo veía las sábanas. Un largo suspiro fue emitido por Tao a la vez que dejó la receta en mi buró y volteó a verme. No sé si era mi imaginación o todavía no estaba muy consciente, pero sus ojos se veían rojos y se encontraba temblando un poco.

– Ahí dice que tienes que tomar una pastilla a las 8:00. Te traeré agua –caminó hacia la puerta.

– Tao, déjame explicarte, por favor…

– No tienes nada que explicarme.

– No, sí tengo. No quiero que malinterpretes lo que pasó.

– Kris, es tu vida, no tengo por qué interferir en ella.

– Sólo escúchame.

– No lo haré. No me importa que ese chico sea tu…

– Mi primo.

– ¿Qué?

– Es mi primo.

– P-pero él dijo…

– Lo sé. Está loco –sentí un leve dolor en mi cabeza.

– Si es tu primo… ¿por qué mentiría sobre eso?

– Pues… es algo vergonzoso decirlo…

– …

– Él es hijo de la hermanastra de mi madre.

– Ajá…

– Oficialmente no somos consanguíneos.

– Ajá…

– Cuando nos conocimos tuvo un shock ante mí.

– ¿A qué te refieres?

– Comenzó a decir que él y yo éramos novios y estábamos destinados a estar juntos.

– ¿Eh?

– No quiero recordar todas las locuras que cometió con tal de lograrlo…

– ¿Cuáles? –se acercó y volvió a sentarse.

– Se ponía vestidos y pelucas diciendo que era mi novia. Después se le fue quitando y tenía novios cada semana con tal de darme celos. Un año antes de que se mudara a China por sus estudios dijo que cuando regresara se iba a casar conmigo…

– ¿Entonces fue por eso?

– Así es.

– Vaya que delira.

– Pareciese que entiende al revés y mientras más le digo que se aleje de mí más se pega como sanguijuela.

– ¿Y tú lo quieres?

Esa pregunta me agarró de sorpresa. Yo estaba sumamente consciente de que jamás podría estar con Luhan; ni porque fuera el último hombre del mundo. Sin embargo, no sé por qué vi una especie de esperanza en los ojos de Tao. Estaban queriendo decirme que dijera que no. Tal vez sea mi imaginación…

– Jamás podría estar con mi primo.

– A él no le importa.

– Pero a mí sí.

– Entiendo –sonrió desganadamente y se levantó.

– Tao.

– ¿Sí?

– ¿Sigues… enojado conmigo?

– No lo estoy, Kris.

– ¿Por qué siento que no me estás diciendo la verdad?

– Porque tal vez desde un principio no creíste en mí.

Tao salió de la habitación y escuché cómo corría hacia las escaleras. No podía creer que volviéramos a estar mal. Y ahora debo verlo más tiempo… ¿Qué he hecho mal?

– Hola –se asomó la niña.

– Hola.

– ¿Está bien?

– Sí, ya estoy mejor…

– ¿Peleó con Tao?

– Algo así…

– Yo lo ayudo a que estén juntos –sonrió.

– ¿Me ayudarías? –estaba algo sorprendido.

– ¡Sí!

– Gracias –le acaricié la cabeza.

– ¡Nos vemos, Kris!

La niña salió corriendo de ahí y me dio la sorpresa de mi vida. Jamás había escuchado que pronunciara la “r” correctamente y ahora sí lo hizo. Ahora que me doy cuenta, tal vez pueda que sea el plan perfecto tener a la niña de mi lado. La debilidad de Tao son sus hermanos, y lo que tengo que hacer es que me apoyen a mí. Sólo a mí.

(Continúara)

For you I knew the love and the meaning of protecting others.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora