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-          ¡No hagas eso! ¡Pudiste haberte lastimado!

-          P-peldón…

-          ¡No basta con un perdón! ¿¡Qué hacía yo si te caías?

-          P-peldón… en selio… –empezó a llorar.

-          Ya, ya –la abracé sosteniendo su cabeza–. Sólo… no lo vuelvas a hacer… ¿sí?

-          S-sí… –la niña me sonrió.

No sabía exactamente cómo expresar mis sentimientos y emociones en ese momento… El pensar que le pudo pasar algo muy malo a la niña me dejó prácticamente sin aire. Le agradecí infinitamente a mis reflejos por haber actuado correctamente. Acosté a la niña y le conté un cuento corto de la libreta que tenían. El niño se había unido también, aunque me miraba con una especie de asombro, pero al fin y al cabo ambos quedaron dormidos.

Me dirigí a mi cuarto para darme un baño y acostarme lo más pronto posible. Mi cuerpo no estaba hecho para pasar todo el día en un auto. Me di un baño con agua fría, así mis músculos descansarían mejor. Me puse una toalla en la cintura y salí con otra en la cabeza. Al salir, vi que Tao apenas había entrado y, al verme, quiso salir inmediatamente, pero no lo dejé. Cerré la puerta y me puse detrás de él. Tao estaba viendo hacia la puerta, así que mi pecho se encontraba casi tocando su espalda.

-          ¿A dónde vas? –pregunté.

-          A… al baño…

-          Aquí hay uno.

-          P-pero te estabas bañando.

-          Pero ya salí.

-          A-además, iba a ver a mis hermanos.

-          ¿Ya recordaste que los tienes?

-          ¿Por qué lo dices?

-          La niña casi se cae de las escaleras y tú por lo mientras seguías chismeando con tu “amigo”.

-          ¿QUÉ?

-          Lo que oíste.

-          Debo ir a verla.

-          Tarde –lo volteé– ya están dormidos.

-          ¿Ah sí?

-          Sí. Afortunadamente estuve ahí para prevenir un accidente

-          Oh… –suspiró – gracias…

-          Ajá, lo que digas.

-          Bien, ahora si me disculpas…

-          No te he dicho que te puedes ir –bloqueé su camino.

-          ¿¡Quién te crees para no dejarme ir?!

-          Soy tu jefe, ¿lo recuerdas?

-          Que seas mi jefe no te da derecho a restringirme.

-          ¿Acaso no puedo robarte unos cuantos minutos para hablar?

-          Si tan sólo los pidieras, accedería con todo gusto.

-          Oh, tal vez deba pedírtelos con un abrazo afuera de la casa.

-          ¿Qué? ¿De qué hablas?

For you I knew the love and the meaning of protecting others.Where stories live. Discover now