12-Angustias relevantes

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El día siguiente dio su inicio alumbrando la espaciosa recámara de la joven haciendo que la decoración pulcramente dorada resplandeciera.

A Enid no le sorprendió en nada ver los primeros rayos del sol colarse por las inmensas ventanas. Desde que se había acostado la noche anterior, temió por recibir el nuevo día de esa manera, así despierta. Porque bien sabía que lo sucedido con lord Baltimore ayer no la iba a dejar dormir.

Se mantuvo pensado, en vela, como quien espera un momento que no llega. Mientras las escenas de lo acontecido pasaban por su mente arremolinadas espantando la llamarada del poco sueño que tenía, evitando que se avivara. Provocándole un insomnio en todo el sentido de la palabra.

De nuevo, por doceava vez pensó en el beso que le había dado a la fuerza el conde de Derbyshire y en sus futuras consecuencias.

Dándose cuenta, no por primera vez, y sin que sobrara la sorpresa, de que le había gustado ser besada.

Sí, por exagerado que se sintiera, se viera o se percibiera. Le había gustado; hasta el hecho de volver a sentir disgusto con ella misma.

Resultaba irónico lo que le estaba pasando. Porque para su bien y para su mal le seguía importando el conde. Y más para su bien que para su mal, porque en el primero se hablaba de Constantine... Esa persona la cual le estaba empezando a dar sentido a su vida y que por obvias razones intuía que había llegado a su encuentro para bien. Y al que no se permitiría nunca defraudar. Pero si seguía dejándose hacer las cosas que el conde le hacía iba a dar con eso exactamente. Y ahí podría entrar su mal y hasta uno peor que el que tener a Lord Evans detrás de ella sin juicio alguno y de manera salvaje como se le estaba presentando. Pero ¿cómo lo hacía? ¿Cómo lo evitaba? Si allí no tenía voz ni voto, solo era una mantenida con un futuro fomentado por ahora en las manos del hombre que la estaba haciendo sufrir...

Y entonces nacería ese mal, aquel de ver al único atisbo de esperanza de su pobre vida, irse de un plumazo y ¡uno hecho por ella!. Porque era ella quien no superaba, era ella quien se había prometido echar adelante y no lo lograba y en ella radicaba todo... Aunque solo fuera en su mente y en su corazón.

Se incorporó con pesadez y balanceó sus pies mirando sus dedos por un momento y la vista se le nubló de pronto con lágrimas.

Sollozó en silencio quedamente, mordiéndose los labios.

Sus angustias estaban ya allí haciéndole frente... Haciéndole saber que tenía que hacer algo con ellas...

Un cambio en la vida empezaba haciéndose por un simple paso. Aunque le costara; aunque tuviera que levantarse el pie con las manos para ayudarse y pedirle a Dios que le diera un empuje para darlo.

Su primer paso: olvidar, no, olvidar no, era borrar a Lord Evans de lo que se llamaba mente, corazón y sistema.

Así lo haría aunque se le fuera la vida en ello.

Enid observó la estancia, todavía no se acostumbraba a la sofisticación y al mismo tiempo la comodidad del diseño de decoración en el que se habían basado.

Se sentía especial aunque también un poco triste por no haber disfrutado bien con sus pupilas el lugar en donde estaba por estar agraviando su mente con preocupaciones que, aunque eran importantes, no podía parar de momento solo en ellas, porque literalmente la convertirían en una flor marchita... Y, ese proceso para su pesar, estaba iniciando.

Escuchó unos nudillos dar en la puerta y sonrió sabiendo quien era.

Ese toque fuerte en la puerta como dado sin clase y de parte de alguien a quien obligaron. Solo era hecho por su hermosa y especial doncella.

Entre dos Nobles Where stories live. Discover now