16-Indecente Propuesta

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Indecente Propuesta

Al pasar los días en la mansión Baltimore, sin noticias de Constantine y bajo presión por los incesantes acercamientos de Lord Evans, Enid sentía que se estaba cayendo a pedazos nuevamente. En un ritmo lento que la estaba haciendo sufrir, como siempre.

Lord Baltimore había aprovechado esos días sin la presencia del príncipe, para empezar a acorralar a Enid, como siempre, robándole unos que otros besos. Besos dados con premura, determinación y exigencia pura. Que para él resultaban sumamente encantadores y excitantes. Al contrario de la joven que a su vez, sentía estar siendo expuesta a la peor de las humillaciones.

Enid se encontraba en un estado de frustración y pavor que la tenían asustada. El hecho de encontrarse con Evans por allí, por donde sea que caminara, la tenía en paranoia y más en pensar en ser pillados, en algo que obviamente ella no participaba de gusto propio. La ponían cardíaca de solo imaginarlo. ¡Jesús no quería ni siquiera seguirlo pensando! ¡Es que la pobre muchacha no sabía cómo dar la cara si llegara a pasar tal infortunio! Hasta perdía el apetito. No estaba comiendo de manera regular, como solía hacerlo.

Ahora se encontraba en su habitación de Londres, en la segunda planta, en Delaville Hall. Encerrada con pestillo, en el que ahora llamaba refugio, como lo llevaba haciendo desde hace unos días atrás. Por su temor, todo lo estaba realizando movido por el, por ese miedo de que el hombre que una vez creyó amar, entrara por la puerta de su recámara e hiciera con ella lo que más temía en el mundo.

Ese sentimiento se había abierto paso en ella y estaba centrado en su pecho como la mismísima espada de excalibur o por lo menos lo imaginaba así. 

No, es que Enid no sabía qué hacer salvo, guarecerse en sus recámaras hasta que llegase su caballero andante, pero ¿cómo estaría después de que se alejara de su lado, otra vez?

Una risa nerviosa y desgarbada salió de sus labios.

¿Quién lo diría? ¿Quién le hubiera dicho a ella que en un futuro, el hombre que creyó ser el amor de su vida, se convertiría en su peor pesadilla? Pues porque sí, Evans se estaba convirtiendo en su pesadilla, ella le tenía miedo, temía de su cercanía de... Todo.

Cerraba los ojos por momentos y los sentía escocer, producto de las lágrimas derramadas. Se sentía sin agallas, ni voluntad. Entre la espada y la pared.

Decidió recomponerse un poco de su desaliñe. Y se desplazó a su tocador. Con manos temblorosas se arregló lo mejor que pudo su melena castaña. Extrañaba a Mary pero no pudo llevarla allí con ella. Sentía un vacío en el pecho.

Suspiró con resignación. Si tan solo pudiera protestar. Tener el mínimo valor para hacerlo. De seguro las cosas hubiesen sido diferentes, pero la realidad era esa. No tenía ningún tipo de coraje. Estaba siendo mantenida y tenía una visión ciega de su futuro, uno que ya sentía peligrar. Por un momento cerró los ojos.

—Vamos Enid, tienes que ser fuerte—se animó. 

Tenía que ser fuerte. Tenía que resistir. 

***

Bajó las escaleras animándose a buscar compañía y le encantó ver la felicidad que derramaba Lady Katherine por las invitaciones que con ayuda de Lady Evelyne y Lady Elizabeth estaban siendo depositadas en sobres para ser enviados a sus destinos. Era de esperarse de que se estuviera encargando ella misma de aquella faena, ya que era por su cumpleaños y por ende ella misma eligió a los invitados, ya que decía que prefería que la celebración aconteciera de manera privada.

Entre dos Nobles Where stories live. Discover now