Capítulo 42: Favor

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La partida de Harry había dejado un silencio mortuorio y la cólera de Leanne elevada a un cien por ciento. Sin embargo, en su pecho se acobijó cierta sensación de esperanza con esa visita, cerró los ojos y rogó que, por esta vez el destino le concediera el favor de ser libre.

A penas salió del trance en que estaba perdida se dispuso a ayudar a Levent a subirse a la cama. Levent ya casi parado la apartó con un manotazo algo torpe, pero no mal intencionado. Leanne se apartó asombrada por esa reacción que demostraba rechazo y cierto piqueteo de dolor punzó su pecho

—No te quiero a mi lado—, Levent hizo espacio con sus manos dejando atónita a Leanne— estoy sucio, Lea —la miró fijamente apaciguando la pena que ya se quería encarnar en el rostro de su protegida—. Soy un completo desastre, la cama ahora es un desastre...No quiero que te infectes con algo que lleve encima— Hizo un gesto de dolor cuando apoyó la espalda en la cabecera de la cama.

—Dios, ni siquiera estoy pensando en eso, solo necesito saber si estás bien—. Lo inspeccionó con la mirada—. Debo quitarte la camisa, para saber cuan lastimado estás—, se agachó un poco y tomó los bordes de la camisa que lo protegía. Levent elevó los brazos con suma dificultad por el dolor y Lea procuró quitársela de manera cuidadosa tratando de no rozar la tela con sus heridas.

La piel de Levent estaba decorada por manchas rojitas y moretones. En sus brazos y hombros había algunas astillas de madera incrustadas en su lienzo. Leanne no esperó ni un segundo y se dispuso a buscar algunas pinzas o cualquier cosa que ayudara a sacar esos trozos que lo herían de manera sutil.

—No quiero ser abusivo, pero Leanne, me estoy muriendo de hambre—, su voz delató el deseo de querer probar algo—. Te juro que siento como si mi estomago estuviera consumiéndose a sí mismo.

Leanne tembló y acarició las mejillas de su amigo para salir corriendo de esa habitación. ¿A dónde iría? Lo primero que hizo fue ir a su habitación a ver si había algo para complacer a su amigo, lo único que pudo rescatar fue una jarrita de agua, aprovechó también para buscar algo con qué sacar las astillas pero de igual manera, encontró un par de agujas junto con un nuevo elemento: unas tijeras. Salió de la habitación, pero se detuvo abruptamente cuando topó de frente con Fabian, quien tenía en sus manos una bandeja de plata con comida en ella.

Caminó lentamente hacia quien era su nuevo guardia por designación de Harry, él la esperó en la puerta de la habitación de Levent con una sonrisa maliciosa, diviertiendose por lo insegura que se veía Leanne.

Ella pegó la jarrita a su pecho, sus manos parecían una canasta donde sujetaba la jarrita, la tijera y las dos agujitas. Sus pensamientos divagaban, ¿qué haría si él quisiera atacarla? ¿Cómo podía estar segura si la comida no estaba malintencionadamente hecha? Su pecho se oprimía cada vez que una pregunta surgía inmediatamente después de haber terminado otra y cada vez que obtenía proximidad con Fabian.

—Harry mandó comida para Levent...Bueno para lo que queda de Levent—. Encogió sus hombros de manera desinteresada degustando el enojo de Lea al haber escuchado esas palabras—. ¿Tu Stratum sigue vivo o deberé comer todo esto yo solo? —soltó frío enseñando una bandeja de plata vieja donde ahí había una crema de verduras, un vaso de leche, otro de agua, pan y una cucharita de bordes toscos.

—Él va a comérselo, no te precipites— empujó la puerta de la habitación y entró siendo seguida por ese siervo—¿Podrías dejarlo aquí? —señaló la cómoda vieja donde ella estaba poniendo la jarra y los demás elementos. Fabián obedeció y dejó lo que debía en su lugar.

Leanne no quiso mirarlo solo sintió su cercanía, mantuvo la cabeza baja esperando que se fuera, pero divisó por debajo de sus pestañas que el cuerpo de Fabián se movió un poco mostrándose frente a ella, la curiosidad la dominó y elevó el rostro para preguntarle qué tanto la veía. No obstante el rostro de Fabián estaba en dirección a Levent, aquel muchacho tenía los ojos cerrados y la expresión calma, su cuerpo estaba recostado en la cabecera de la cama, parecía que se había dejado ir. La alarma se encendió en Lea, y corrió hacia su amigo.

DEMONIC NIGHTMARE // Editando Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora