Capítulo 3: Viaje

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La carretera daba paso a las sonrisas expectantes ante unos días de descanso, la música y las bromas un tanto estúpidas por los pasajeros en los asientos traseros hacían que el ambiente no se sienta desolado o incómodo.

Leanne, quien miraba a través de la ventana, observaba cómo el color verde de las hierbas y praderas aparecían consecutivamente pasaba el tiempo. El asfalto era opacado por el paisaje natural y desolado, los coches escasos que iban y venían, saludaban y se despedían con un sonido breve similar a una ráfaga, mostrando velozmente el color o siquiera al pasajero del vehículo.

La hermosa niña de cabellos oscuros quería mantener cierto interés en las absurdeces que realizaban sus amigos, sonreía de manera comprometida, aunque ellos no la vieran, y es que en su cabeza no ha dejado de rondar la imagen que presenció después de que Oliver se mostrara tan intenso con ella esa noche de hace un par de semanas.

Como cualquier día la alarma había sonado, un gruñido que se había escapado de sus labios fue clara evidencia de la pereza y el rechazo que eso implicaba levantarse de la cama. Una risa tenue brotó de tan rosados labios al percatarse de que aún mantenía la venda en sus ojos, y por la gran habilidad que había poseído Oliver en dormirla con sutiles caricias en la espalda y alrededores de su cintura.

Su sorpresa aumentó mucho más cuando al girarse sobre su espalda, no encontró a nadie a su lado, un gesto de desconcierto la dominó; con cuidado se levantó, ignoró completamente el frío que sus pies asimilaron al tocar la madera del suelo, pero que, con cada paso, éste delicado par empezaba a compartir su calor, amoldándose a ese ambiente.

Sus pasos eran un poco indecisos, como si tuviera miedo de encontrarse con algo horroroso, su corazón latía frenéticamente por una extraña razón, sus manos se calentaban de manera sobrenatural haciendo que de ellas emanen el sudor. El típico cosquilleo en la espalda le advertía que lo que iba a ver no le gustaría para nada. Y, en su cabeza se disparaban pensamientos un tanto lógicos, como también irracionales.

Un jadeo salió de sus labios al verlo en la cocina, sentado en una de las sillas de la pequeña mesa que tenían allí dentro. La saludó con una sonrisa sin siquiera mirarla. Sus dedos jugaban con un vaso de cristal, cual giraba reiteradas veces sobre su mismo eje, provocando un sonido verdaderamente inquietante.

Sus ojeras eran espeluznantes, el cabello todo desmarañado y un aspecto descuidado, a pesar de haber transcurrido un día, lo hacían verse fatal.

Oliver se encontraba ebrio, y un tanto perdido. Su otra mano que permanecía oculta, se manifestó sujetando una botella que contenía un desconocido líquido, pero que obviamente era como un tipo de elixir para él en esos momentos.

La mirada perdida de su novia demostraba tal decepción, que hasta el más ingenuo se hubiera dado cuenta.

Ella esperaba despertarse a su lado, incluso quien sabe, hasta podría haber sido una mañana perfecta para entregársele en cuerpo, podría haber intentado amarlo desde otra perspectiva, podría haber intentado amarlo en el acto.

Pero se dio cuenta que eso habría sido un fatal error.

Con desconcierto le preguntó qué es lo que estaba haciendo, a pesar de ser tan obvia la escena, le dio el beneficio de la duda. Una respuesta tan vaga como "tú ¿qué crees?", junto a una sonrisa sarcástica, fueron motivos para que Leanne de manera dura y entre susurros le contase sus expectativas acerca la noche anterior, las posibilidades que pudieron existir y además la aberrante idea de entregarse que tuvo en mente.

DEMONIC NIGHTMARE // Editando Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora