𝐷𝑂𝑆- Ella

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Caminé por los pasillos de paredes rosa pálido, escuchando todo tipo de ruido, la mayoría se escuchaban gritos exagerados, ¿realmente creen que las complacen?, No; no lo hacen, pero para eso pagaron así que no está mal... Creo, después de caminar unas 20 puertas vi la que tenía el número en color dorado "603", introduje la llave en la parrilla de la puerta con un poco de nervio.

Al entrar puedo ver que es una habitación muy espaciosa tiene un balcón, una pequeña cocina, una gran cama con sábanas rosadas, como me aturde el exceso de ese color, en la cama estaba una mujer de espaldas, con el cabello suelto, pude ver entre la poca luz que poseía la habitación las botellas que pude identificar como vodka en la mesa de vidrio cerca del balcón.

- Buenas noches - dije rompiendo el silencio mientras me quitó el saco del trabajo.

- Buenas noches - me responde la mujer volteando. Dejándome ver qué es una mujer muy bonita, ojos grises, cabello castaño y su piel se ve pálida y suave.

Veo como la mujer se levanta y se acercaba a mí, tiene buen cuerpo, solo trae puesto ropa interior y uno tacones de aguja negros, cosa que no me molesta, pero yo no quiero lo que ella cree que quiero.

Yo camine al balcón pasando al lado de ella sin ni siquiera voltearla a ver en el camino encendiendo un cigarro.

- Te gustaría hacerlo aquí afuera? - pregunta la mujer posándose al lado mío con voz seductora.

- No quiero sexo - dije mientras soltaba lo que me quedaba de humo en la boca, afincándome en la baranda el cansancio mental es peor que el físico.

Vi como la mujer me miraba con el ceño fruncido - ¿entonces qué quieres?, ¿Matarme? - pregunto un poco alterada y burlesca ante mi respuesta, yo me reí.

- Si te fuera querido matar ya lo fuera hecho, y que quiero pues fácil, hablar, tomar y fumar, ¿me acompañas? - pregunté mientras ella me miraba confusa.

- Deberías tener un amigo para hacer eso, no pagar por eso - dijo afincándose en la baranda al lado mío viéndome a los ojos.

- A el único que consideraba mi amigo- dije haciendo una pausa para soltar el humo - se acuesta con mi prometida - termine de decir mirándola, sus ojos se abrieron demostrando su asombro.

- A okey; eso no me lo esperaba - respondió ladeando la cabeza.

- Ni yo, nunca no lo creí posible, hasta que lo vi - al terminar de decir eso apagué la colilla de cigarro en el cenicero.

- Hasta que lo viste? - pregunto a un más sorprendida que antes, lo único que yo hice fue mover mi cabeza indicando que sí.

- ¿No tienes frío? - pregunté a lo que ella solo se rio.

- Solo un poco, pero aquí no tengo ropa, eres un cliente muy raro, pero me agrada así que... Me quedaré, hablaremos, tomaremos y fumaremos - sonreí de lado, ella me escuchara que es lo que yo quiero.

Entre a la habitación, agarré mi saco y volví a salir al balcón colocándole el saco en los hombros.

- No es mucho, pero es algo - vi sonreía acomodándoselo.

- Si es mucho, ya que eres el primero en mucho tiempo que se preocupa por mí, y no solo me ve como un objeto sexual - al terminar de eso me regaló una sonrisa que no era muy grande, pero era real - yo te voy a escuchar, ¿tú me puedes escuchar a mí? - pregunto volteado su rostro a la ciudad que era la vista que teníamos desde aquí.

- Claro que te voy a escuchar- vi mi reloj apenas eran 10:24 pm yo pagué hasta el amanecer, tenemos mucho tiempo.

- Entonces, vamos a servir dos vasos de vodka porque hablar ebrios es más fácil - vi como entraba y comenzaba a servir ambos vasos, hoy sería una noche diferente, pensé que me arrepentiría de esto, pero no, no me arrepiento ella me escuchara y yo a ella, justo lo que necesito.

Mi Muñeca RotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora