C a p í t u l o 11: El arriesgo.

Start from the beginning
                                    

Me río.

—No había pensado en ello, ahora me das miedo.

Ahora es él quien se ríe.

—Lo siento. Yo no voy a asesinarte, pero los mosquitos pueden que sí, hay mucho pastizal aquí, así que...

Me pasa un spray para los mosquitos, nos bajamos de la camioneta, y ambos nos colocamos el producto sobre la piel.

Miro a mi alrededor, y aún no entiendo donde esta la belleza del lugar. Steven saca una linterna de su mochila, ilumina un camino que nos guía hacia abajo, y me ayuda a bajar la pequeña altura.

Y es recién aquí cuando veo la belleza que mencionó. Desde aquí podemos observar todo Pallet Ville. La ciudad se encuentra iluminada, y no sabía que tan hermosa podía ser desde esta perspectiva.

Las luces de colores del parque de diversiones, las luces de la ciudad, los edificios, las casas, todo se ve muy bonito.

—Pallet Ville es una ciudad hermosa —dice Steven—. Pero verla desde aquí, parece que ese adjetivo no es suficiente.

—Estoy de acuerdo —sonrío—. Es una linda forma de cerrar un gran día.

—¿Fue un gran día?

Lo miro. Mis ojos se acostumbraron a la oscuridad que hay a nuestro alrededor, por lo tanto, puedo notar que lleva un rostro preocupado. Como si en verdad se estuviera preguntando si fue un gran día para mí.

—Fue mucho más que eso, en serio. Y es algo que te agradezco. No recuerdo cuándo fue la última vez que me sentí tan tranquila y relajada —respiro profundo, respiro lo último que me queda de tranquilidad y relajación. Mañana me espera, nuevamente, el ritmo de mi agenda—. Me has brindado esto, paz.

Sonríe.

—No fui yo. Fue el lago, y ahora la ciudad.

—Sin tu propuesta, no hubiera conocido el lago, ni hubiera sabido lo hermosa que es la ciudad desde las alturas. Mi domingo habría sido en pijama, trabajando.

—Puedo ser tu escape siempre que lo necesites.

Suspiro y sonrío.

—Creo que no sé cuándo lo necesito. Es decir, no sabía que necesitaba paz, hasta el momento en donde mis pies tocaron la arena.

—Pienso que sabes cuando necesitas paz, pero no te permites el momento.

Me encojo de hombros, puede que tenga razón. No le respondo, y observo la ciudad. No quiero olvidar esta sensación, porque vaya a saber cuándo volveré a sentir toda esta inmensidad de tranquilidad.

—¿Puedo proponerte algo? —pregunta Steven, lo observo, asiento con la cabeza y sonríe—. Me gustaría mostrarte que la vida pasa más allá de una agenda.

—Uh. Eso es difícil para mí.

—Pero no imposible para mí.

—¿Y como sería la propuesta?

Sonríe aún más cuando nota mi interés. Su confianza es algo hermoso, algo que te contagia al sí.

—¿Me prestas tus sábados? O tus domingos. Cualquiera de esos días. Bueno, ¿normalmente tienes planes para esos días?

—Mmm... no. Soy de quedarme en casa los fines de semana. Puede que los domingos sean más familiares.

—Bien, ¿me prestas tus sábados? —sonrío—. Quiero enseñarte la belleza que ignoras por vivir en base a una agenda. Si un sábado prefieres estar en casa, lo respeto. Pero te pido prestados los sábados restantes.

Como estrella fugazWhere stories live. Discover now