Axel (Terminada Y +18)

Capítulo 31 (Bastián y Axel)

Volví, jajaja seguimos con esto.

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(((Bastián)))

Me siento a su lado cuando Axel sale de la estancia azotando la puerta tras él, se sube arriba de mí de nuevo, no puedo, no quiero. La imagen de ese beso me hace que la sangre en mí hierva. Pero sé que Sara no lo hizo para hacerme sentir mal o para serme infiel.

Mi esposa quiso deja claro que ella me ama a pesar de esta espantosa situación. Recarga su cabeza en mi pecho y mi reacción es la de siempre. Envolverla en mis brazos sin importarme nada más que ella. Solamente ella. Sólo mi dulce Sara.

Sola la mujer que me ha vuelto loco desde que nos casamos.

-Perdón, Bastián-le duele, sabe que la vi, sabe que... Ambos perdimos ese bebé.

Ambos nos dejamos llevar y terminamos en un beso que transmite todo, sus labios tienen el sabor de siempre pero con un ligero sabor a hierva buena. Axel. No me importa, comienza a moverse sobre mí como si quisiera lo que nos prohibieron.

-Amor-gruño contra sus labios.

-Nunca me has hecho tuya aquí afuera.

-No podemos... Por favor, deja de moverte.

-Quiero ser tuya aquí, en este momento-vuelvo a gruñir con ella moviéndose sobre mi amigo que empieza a levantarse por los movimientos de Sara.

-Sara...

-Las riendas las voy a tener yo... Señor.

-En ese caso... Vamos al cuarto de juegos hoy-se muerde el labio inferior-. Vamos a cambiar los papeles sólo el día de hoy.

-No lo comprendo señor.

-Que hoy me toca a mí llamarte Señora y ti, mi linda niña, te toca ponerme en mi lugar.

Besa de manera fugaz mis labios. Se levanta y sonríe.

-Te quiero a las diez en ese caso.

Esa es mi mujer.

-Sin falta.

Asiento mientras ella entra regalandone una sonrisa que me calienta hasta el alma.

Entro en la recámara pero ya no está, salgo de para verla caminar por el pasillo y detenerse en una habitación específica, abre la puerta para introducirse en ella.

Al entrar veo la decoración.

-Se supone que te diría en unos días-dice mirando la cuna que hay en medio de la habitación-. Pero los planes de nuestro hijo eran otros.

-No te eches la culpa de lo sucedido.

-Lo perdí... Amor lo perdí.

La abrazo con fuerza, no la dejaré caer. No ahora que me necesita. No ahora que está perdida nos sucedió.

-No es culpa de nadie-traro de tranquilizarla, pero parece no calmarse.

-Sería nuestro tercer bebé-se queja en mi pecho-. Lo siento, lo siento.

-No es tu culpa mi amor... Es algo que no podíamos detener.

-Lo... No... Mi amor... No cuando ya sabía que venía, no cuando sabía que tendríamos una niña-me aferró a ella como si no hubiera un mañana.

La llevo a nuestra recámara y la acuesto en la cama.

-¿Cuánto tiempo debemos estar sin que hagamos el amor?