Se acordaba de su llegada a Delaville Hall y de la mirada que éste le dedicó cuando le tocó a Enid saludarlo. No supo cómo definir lo que vio en sus ojos, lo que por ahora calificaría de intenso con aire sospechoso... Más bien, en verdad no sabía cómo clasificar esa mirada ya que fue rápida. Ella no se la sostuvo por mucho tiempo, no pudo. Su corazón no lo logró y ella le hizo caso. Tampoco es que la joven supiera leer las miradas pero de vez en cuando se daba cuenta de algunas cosas en los ojos de las personas.

Lord Evans se veía seguro de lo que hacía y cuando fue el turno de ella en felicitarle por su prontisima unión, Enid no supo cómo le salieron las palabras. Se sintió morir al terminar y agradeció cuando Lady Evelyne se lanzó a los brazos de su hermano.

No le llevaba rencor u odio como era de esperarse de cualquier persona en este caso; aunque temía llegar a tales andadas. No quería odiarlo, esa sería su última voluntad. Además se preguntaba cómo se podía pasar del amor al odio...

—Hacen tan bonita pareja...—suspiró una dama, la más próxima a ella en aquel rincón. Estaba con su séquito de señoras, a las que Enid calificó de muy charlatanas para ser familiares de la aludida.

La joven no puso reparo alguno ante aquel comentario. No estaba capacitada para eso todavía.

Pensó en retirarse ya que en la pista de baile se encontraban los recién casados y Enid no quería ser para nada partícipe de cuando se retirasen a las alcobas.

Sólo de imaginarlo las manos le temblaban.

Se encaminó hacia las presuntas escaleras pero alguien la detuvo a mitad de camino con un agarre suave en el codo.

Enid volteó en busca de la persona y se encontró con un hombre de buen aspecto, alto que desdeñaba una reconfortante sonrisa.

—Disculpe señorita...—el apuesto hombre no dejó en ningún momento de sonreir.

—Enid, Enid Angliana Pemberton—aclaró en un susurro.

—Soy Bretam Bullock es un placer conocerla. He escuchado sobre usted...

—¿Sobre mí? —A la leguas era notoria su confusión.

Una sonrisa se alineó por los elegantes labios de su ahora acompañante.

Aquel hombre estaba cómodo con la recién iniciada charla y Enid intuyó que sabía más de ella por su forma de comportarse que por lo que había dicho.

—Usted ha sido un tema a cotillear, aunque de forma anónima claro, salvo en que es familia del recién casado conde de Derbyshire y que de hace más de un año que se encuentra bajo su protección —hizo una pausa para dar un trago a su bebida y la joven siguió el movimiento con lo ojos —Pues entenderá un poco mi interés en hablarle ahora señorita Pemberton.

Le hubiera podido pasar fácilmente como una persona interesada. Pero la amabilidad y la naturalidad con la que se sinceraba lo hicieron ver de buena manera ante sus ojos.

Quizás no le vendría mal conocer a algunas personas y hacer amistades. Se dijo.

—Verá señor Bulock, debo de decir que sus más que sinceras palabras me han dejado muy sorprendida. Ya que como ha de seguro saber, aún no he sido presentada en sociedad y me parece un poco pronto que ya se esté hablando de mi.

—Pues precisamente por eso querida es que me he acercado a ti. Debes de saber cómo vuelan las noticias en esta sociedad y más cuando se trata de una familia así de reconocida como los Baltimore.

—Me imagino —la joven soltó un suspiro. —Si me disculpa me retiro. Quiero descansar un poco...

Antes de que diera con las palabras para dar fin a la conversación él agregó:

Entre dos Nobles Where stories live. Discover now