Capítulo 56 | ¿Steven?

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JUDAS

La luna brillaba en un cielo despejado de invierno, aunque siendo sinceros en Casa Solariega nunca había hecho tanto frío como en otras partes del Yermo, Judas miró sobre su hombro, la taberna tras él. El muchacho caminó hacia el extremo sur de la ciudad. Solo había alguien que podía ayudarla a terminar con su misión, con su verdadera misión.

Los contingentes de María Reyes seguían emborrachándose festejando las hazañas de Marco Antonio Reyes. Judas no les prestó atención, el muchacho tenía que encargarse de otra cosa. Entonces vio la furgoneta. Pero no había nadie en el interior, y luego vio en la casa tras la furgoneta a una silueta, Una mujer de cabello azabache y de piel cobriza que usaba un camisón violeta, la mujer se cepillaba su cabello en la terraza. Estuvo ahí unos minutos y luego volvió al interior. Judas supo entonces a donde ir.

El muchacho se acercó a la puerta, se pasó la mano por el cabello desarreglado, mejoró su postura y luego tocó la puerta en tres golpes de misma intensidad. Hubo unos instantes de silencio, solo armonizados por los ladridos de los perros y la música en la distancia. Entonces se escuchó que el cerrojo se abría. La luz del interior iluminó el rostro de Judas. Mientras eclipsaba el rostro de la mujer.

Sus grandes ojos verdes y su cabellera rizada oscura, su piel aceitunada. La mujer estaba sorprendida, lanzó un pequeño susto casi como si hubiese visto un fantasma.

--¿Steven?... ¿En realidad eres tú? —Preguntó la mujer y acercó la mano hacia la cara de Judas, la mujer acarició la barba desarreglada del joven.

--Fareeha, ha pasado tiempo. —Respondió Judas. La mujer entonces salió al pórtico y miró alrededor que no hubiese nadie espiándola, cuando vio que no había nadie en los alrededores.

--¡Vamos! Entra rápido. —Dijo la joven mujer y tomó a Judas por la muñeca, lo metió al interior de su casa. --Pensé que habías muerto Steve, allá afuera. ¿Qué, que fue lo que pasó allá afuera? —Fareeha caminó hacia una mesa donde tenía una jarra de agua, y la sirvió en dos vasos de cristal.

Judas observó el interior de la casa de Fareeha, No era tan estilizada como las habitaciones del barracón en Ashton, pero era una mejora que su furgoneta. Cualquier cosa sería mejor que su furgoneta. La chica se notaba nerviosa. Le dio el vaso con agua a Judas, y luego ella se recargó su espalda con el respaldo de la silla.

--Yo...la verdad es que yo...lo que quiero decir es que...—Las ideas no eran hiladas en la mente de Fareeha, o tal vez eran muchas cosas las que quería decir y no podía decir ninguna. La chica entonces dio una respiración pausada y luego pronunció. --¿Qué fue lo que te pasó?

Judas desvió la mirada y se sentó en la mesa. Con el vaso en las manos, el hombre joven miró su reflejo en el interior del vaso. Fareeha empujó la silla y se sentó al lado de Judas.

--¿Qué fue lo que te pasó allá afuera Steve? —Volvió a preguntar Fareeha.

--Judas, mi nombre ahora es Judas.—Respondió el muchacho. Fareeha se cubrió la boca asustada con lo que había dicho el muchacho.

--Oh no... ¿Y Karen y la niña entonces...?

Judas no respondió, pero no necesitaba decir nada, Fareeha entendía perfectamente lo que había pasado.

--Fernando 2, me obligó a caminar en yermo arrastrando sus cuerpos en un ataúd. Creo que sabes por qué estoy aquí.—Dijo Judas.

--Una vez me pediste que profetizara tu futuro, y cuando lo hice...

--Necesito esto Fareeha. De otro modo no podré terminar con esto, de una u otra forma.—Respondió Judas.

--Por supuesto. —Dijo Fareeha mientras apretaba suavemente la mano callosa de Judas, Los ojos de Fareeha brillaban ante la luz de las bombillas. Ella era una mujer hermosa, no había necesidad de negarlo, y Judas...no, Steven siempre se sintió atraído hacia ella, aunque, jamás pensara en hacer algún movimiento. Steven tenía a Karen después de todo.—Es solo que no está en Casa Solariega, Fernando 2 sigue en Washington.

--¿Cómo lo sabes?—Preguntó Judas.

--En el tiempo que tú estuviste fuera, me convertí en la confidente de María Reyes.

--¿La sobrina de Marco Antonio?

--Esposa, ahora la llaman "La Reyna" Ella...tiene ambiciones muy grandes, tiene puesto la vista en la ciudad del oeste. Ashton le llama, cree que es la ciudad que vio en sus sueños.—Dijo Fareeha.

--¿Ashton?, ¿Acaso un hombre llamado El Brayan le dijo?

--Sí, ¿lo conoces?

--Sí, era el antiguo consultor de Ashton, sin duda la razón por la cual Los Reyes nunca se enteraron de la existencia de Ashton ha sido por él. Me enfrenté a él en Ciudad Remache. Era mi misión detenerlo.

--Pues...Suele frecuentar un burdel en la calle principal y siempre pide a "La otra María"—Dijo Fareeha.

--¿La otra María?

--Es una prostituta que se parece físicamente a María Reyes. Es muy popular...entre Los Nahuales y algunas Adelas.—dijo Fareeha.

--Ya veo...gracias Fareeha, gracias por todo.—Dijo Judas y trató de levantarse pero entonces Fareeha le tomó del brazo.

--¡Espera! —Exclamó la mujer, aquella mirada en sus ojos había sido una mirada que Judas no había visto antes en ella, eran ojos grandes y redondos, llenos de miedo, pero no un miedo de perder la vida, o de algo terrorífico. Sino el miedo del rechazo. --¿Te tienes que ir ya?...

--No, supongo que no.—Respondió Judas. La perla negra en los ojos de Fareeha crecieron y los se miraron fijamente a los ojos por un momento, Acercándose más y más hasta que finalmente se besaron.

Debieron de haber permanecido en aquella cama un par de horas mientras Judas observaba el ventilador del techo, la palma de Fareeha apareció en el rango de visión de Judas. La mujer se recargó en el pecho de Judas. La mujer movía lentamente su mano sobre el rostro del muchacho a escasos milímetros de este, Judas podía sentir el calor que emanaba de la mano de Fareeha sobre su rostro.

--Puedo ver que has cambiado.—Dijo Fareeha.

--Lo se.—Respondió Judas.

--No, no de esa manera. —Respondió Fareeha.—Puedo ver una presencia extraña en ti, puedo sentir el calor del sol emanar de tu aura.

--¿Qué es lo que quieres decir?—Preguntó Judas.

--Digo que debes seguir a ese halcón...

"Halcón, ¿cómo sabe del halcón?"

--Sin duda debes ser alguien muy especial Steven. —Respondió Fareeha.

--Judas, mi nombre es...--Trató de decir Judas pero Fareeha puso su dedo indicie sobre los labios del joven.

--Cuando estés aquí conmigo, eres Steven, no Judas. Aquí no hay Reyes, no hay Yermo, no hay maldiciones ni irradiados, en esta recamara solo estamos tú y yo. —Dijo Fareeha.

Días de Anarquía: Año 7Where stories live. Discover now