Capítulo 26 | Día de mi muerte

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MARÍA

--E Nominis patri et filli et espíritu sancti—había dicho el tío Fernando, tenía dificultad para mantenerse de pie. Pero esa era una ocasión especial y por eso tenía que mantenerse erguido. Despidiendo a su hermano.

--Amén—respondieron todos los presentes.

Su hermana estaba llorando y su madre le tenía en los brazos. Ella no dijo nada. María fue entonces quien se acercó a la tumba. Y agarró el primer puñado de tierra y lo dejó caer sobre el féretro de su padre. Y miró a Cesar con esa mirada afilada que siempre le había traído problemas.

Su tía margarita y la prima Jessica estaban sin pronunciar palabra, nadie ahí estaba de humor. Incluso Fernando 2 estaba usando un traje. La situación era seria, pero no sabían que o quien lo había matado. Lo habrían encontrado muerto en un bar en la avenida principal. Cualquiera pudo haberlo matado. El crimen era más común en Casa Solariega. Las fuerzas de los Reyes se componían de hombres y mujeres de guerra y cuando no había a nadie con quien pelear peleaban entre ellos. de igual manera hicieron un juicio falso para dar cierre a este caso.

María había asistido al juicio falso la mañana anterior. El presunto culpable era un hombre alcoholizado que supuestamente confundió al padre de María con otro borracho. Y le mató ahí. Pero no había forma de que Cesar supiese que el padre de María había dejado de tomar desde hacía años. María sabía que Cesar le había matado, pero no sabía la razón aún.

Entonces sintió la suave pero consistente apretón en el hombro. Era el tío Marco Antonio que vestía sobre la cabeza ese gran sombrero de cuero, aunque usara un traje que lo acrecentaba todo. O lo habría acorriendo en el viejo mundo. En el nuevo ya no había importancia.

--Siento lo de tu padre. —Le había dicho Marco Antonio. Un olor a alcohol emanaba de su persona. Saber que un bastardo le asesinó sin más como un perro corriente. Es inaudito. Espero que Satán le tenga el castigo más cruel para él. –respondió su tío.—Si necesitas hablar puedes hablar conmigo—respondió Marco Antonio.

Cesar no se acercó a dar las condolencias a María, y ella entendía porque de estar cerca de él probablemente le mataría ahí. No desperdiciaría la primera oportunidad que tuviese para matarle.

Cuando su madre y su hermanita regresaron a su alcoba María las siguió. Entró a la alcoba y puso el cerrojo. No permitiría que alguien entrase en ese momento. Tenía que hablar por con su madre.

--Mamá, sabes lo que pasó ¿verdad? —le preguntó María.

--A que te refieres.

--Papá no fue asesinado por un borracho. No todo ese juicio fue una cobertura. El verdadero enemigo está dentro de la casa—respondió María.—Hoy lloramos a Papá pero Mañana lo vengaremos.

--¿De que estas hablando?, ¿Tú crees que alguien aquí mataría a tu padre, el hermano de Marco Antonio Reyes?

--Así es mamá. Cesar lo mató. Porque probablemente mi padre no aceptó que me casara con él.

--Hija, estás haciendo una acusación muy seria—respondió la madre de maría. —Si fuese como tú dices, si en verdad fuese así matar al hijo de tu tío marco...

--Su bastardo—respondió María.

--Mija, yo sé que estás herida, sé que amabas a tu padre. Pero a veces la mente te juega bromas, no eres capaz de aceptar lo que pasó.

--Mamá, Solo Cesar pensaría que papá todavía tomaba, el dejó de tomar años atrás. Porque residiría justo ahora. Y porque la noche que murió sería convenientemente la única noche que dejo la mansión.

Días de Anarquía: Año 7Donde viven las historias. Descúbrelo ahora