Capítulo 27 | Los Cazadores del Yermo

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JAMAL

El vehículo debió de haber continuado por un par de horas, al menos porque se detuvo sobre una de las dunas cercanas. Jamal salió cargando la pesada bolsa de armas. Los demás chacales bajaron y exploraron el lugar. La nieve se apilaba en grandes montículos. Era como caminar en la tundra, no había nada a la distancia, las antiguas torres de luz parecían viejos monumentos, sobre los que afilados témpanos de hielo colgaban. Un desierto blanco. Los cielos estaban nublados. Muy pocas veces salía ya el sol. Ahí hacía un verdadero frío. Y luego vieron sobre la nieve. Hombres que utilizaban pesadas pieles como capas frente a una escuálida fogata. Tenían un largo trineo que eran tirados por gigantescas ratas llenas de pelo. Y encadenados a un poste un par de personas.

--Bingo--exclamó Conway Y le alzó la mano a Jamal. Esperando que le diera una de las armas. El hombre sacó un rifle y puso un silenciador y una mira. Jamal dejó la bolsa de armas en el suelo donde los demás empezaron a tomar las armas.

--Escucha novato, esto será sencillo—le dijo Sassy, la mujer tenía la cabeza completamente afeitada las perforaciones y los tatuajes en el cuello le hacían ver amenazante.—Nos cargamos a todos. Sin titubear—respondió la chica.

Jamal asintió con la cabeza. Cuando todos tomaron las armas comenzaron a movilizarse entre duna y duna sin ser detectados. Como los perros hambrientos rodeando a su victima, esperando el momento justo para emboscarles. Justo como su nombre los chacales.

Dos de ellos le dieron la vuelta al campamento Y Conway fue el primero en disparar, le dio justamente al hombre que tenía la escopeta en las manos, y el cual cayó abatido como un muñeco de trapo. Los moradores de las dunas se pusieron en estado de alerta y comenzaron a gritar y a buscar a los demás. Entonces comenzaron a disparar. Al final de la bolsa de armas no quedaba mas que un machete y el cual Jamal se vio obligado a tomar.

--¡Vamos novato!—exclamó Sassy, seguido de Assman y los demás comenzaron a disparar con sus metralletas sobre los moradores. Los prisioneros empezaron a gritar pero no podían hacer mucho en las jaulas. Aclamaban por los chacales. Pobres bastardos no sabían ni lo que les esperaba. Lograron matar a los moradores, no eran fuertes. Sin embargo uno de ellos le disparó con su cerbatana en el pecho de Conway el hombre cayó jadeante mientras se retiraba el dardo hecho de hueso del cuerpo.

--Vayan por los esclavos—gruño Conway.

--No hay espacio para todos—exclamó otro de los chacales.

--¡Entonces traigan a las mujeres y maten a todos los demás!—exclamó el hombre.

Los chacales entonces dispararon hacia las jaulas donde estaban los hombres.

--Tu novato, ve por las mujeres—dijo Conway apuntando con su dedo a una jaula donde había un hombre y dos mujeres.

Jamal se dirigió a la jaula y de un machetazo rompió el candado.

--Por favor, ten piedad de nosotros—dijo el hombre. —No le hagas nada a mi familia.

Jamal alzó el machete y lo blandió con toda su fuerza sobre la cara del hombre, el machete se quedó atorado en medio de la cabeza del hombre. Las dos mujeres comenzaron a gritar y a llorar. Jamal las trató de tomar, pero ellas no se dejaban entonces las levantó a las dos y las cargo sobre sus hombros.

Dos de los Chacales agarraron los cuerpos inertes de los moradores y los amarraron con cuerdas al trineo y después le dispararon a un par de ratas. Las ratas asustadas comenzaron a correr hacia adelante arrastrando los cuerpos de los muertos.

Jamal se acercó al círculo donde tenían a las prisioneras y dejo caer a las dos mujeres que llevaba.

--Buen trabajo Cachorro.—dijo Conway.—Buen trabajo.—entonces comenzó a toser, flemas y flemas de vaho verde.

--¿Jefe estas bien?—le preguntó Sassy

—Estoy bien con un demonio, metan a las mujeres a las camioneta, que no entienden. ¿Qué chingados están esperando cabrones, a que llegue el invierno? ¡métanlas con un demonio!—Exclamó el hombre.

Los demás fueron metiendo a las mujeres en la parte trasera de la camioneta. Las mujeres estaban llorando. Jamal cerró la camioneta. Y luego se subió a la otra. Jamal miró por la rejilla. Una chiquilla de no mas de 16 años blanca de cabello largo castaño le miraba con ojos de ira. Era la hija del bastardo que Jamal había matado con el machete.

--¿Qué les pasará a ellas?—le preguntó Jamal a Assman.

--Las que estén mas buenas se las quedará Sweet T. las que estén mas o menos nos la quedamos nosotros y las que estén feas irán al coliseo. Sweet T quiere iniciar un nuevo evento perros vs perras.

Jamal volvió a mirar por la rendija, y la cerró, el auto continuó avanzando. 

Días de Anarquía: Año 7Onde histórias criam vida. Descubra agora