Capítulo 37 | Expansión

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JAMAL

Sassy trajo a los irradiados del sur más pronto de lo que Jamal esperaba, el muchacho continuaba sintiéndose mal por la situación que había pasado con Leshawna. Los Chacales representaban todo lo que ella odiaba, la policía secreta de Sweet-T, sus caballeros, su guardia personal. Y muchas otras cosas más. Jamás había visto irradiados como aquellos que Sassy había conseguido, grandes cristales anaranjados creían de su cuerpo que emanaban una luz ambarina. Los irradiados comenzaban a hacer rugidos guturales, frente a la presencia de los grupos de irradiados azules. Cómo si los dos quisiesen pelear.

--¿Por qué gruñen tanto? —preguntó Jamal.

--Porque son como perros. —respondió Assman. —El jefe los quiere hacer pelear en el coliseo el fin de semana. Será una nueva atracción para todos los ciudadanos.

--¿No deberíamos preocuparnos más por el invierno? —preguntó Jamal. —Está a punto de caer, deberíamos...

--Deberíamos hacer nada Cachorro. —gruñó Sassy. —Sweet-T no te paga por pensar, sino por pelear. —respondió la chica. —Ahora, ve con él y dile que cumplimos con nuestra misión.

--¿Ahora tu das las ordenes? —le preguntó Jamal a Sassy.

--Así es, sé un buen Cachorro y dile al jefe que ya terminamos. —respondió Sassy. Jamal no podía permitir que esa mujer le ordenará, si Jamal le seguía la corriente, ella empezaría a creer que podría ordenarle cualquier otra cosa. Jamal podría bofetearle ahí, frente a todos, demostrarle que ella no era su dueña, pero luego vio a los otros Chacales, que miraban disgustados a Jamal, si el muchacho hacía algo se irían contra él. Jamal se tragó entonces su orgullo y subió la escalinata al ayuntamiento.

Sweet T había hecho del ayuntamiento su palacio personal, cortinas purpuras adornaban las paredes, discos de oro y platino adornaban las paredes donde una vez había pinturas. Bustos de Malcolm X y de Martin Luther King. Jamal entonces entró hacia la oficina del alcalde, que ahora era la oficina de Sweet-T. Jamal tocó la puerta y luego entró. De las bocinas en el interior del alcalde había música de rap. Y había muchas mujeres, hermosas mujeres que vestían como si fuesen prostitutas alrededor de Sweet T quien estaban sentado en la silla del Alcalde usando un abrigo de piel como si fuese una capa, y en su mano tenía un cáliz dorado que había robado de la iglesia. El interior de la oficina de Sweet T, apestaba a sexo, a mariguana y tabaco.

--¡Super Estrella! —exclamó Sweet T. --¿A qué has venido aquí?

--Sassy me pidió decirle que...

--Oh, ¿ahora tomas ordenes de Sassy?

--No.—respondió Jamal.--¡Jamás!

--Tranquilo súper-estrella solo te estoy jodiendo. —respondió Sweet-T. –Dime entonces, ¿Qué piensas de mi lugar?

--Esta bien.—respondió Jamal.

--ven, siéntate a mi lado.—respondió Sweet T, y luego corrió a una de sus mujeres de una silla. Jamal se fue a sentar. Sweet –T entonces chasqueó los dedos. --¡Perra de las bebidas, sírvele a mi hermano Jamal un trago!

Una chica delgada de tez clara apareció. Jamal la reconoció, había sido la chica que se había enfrentado a Sweet-T, la chica a la que Jamal le había matado a su padre. La chica vestía con una minifalda y un top de vinilo violeta. La chica sirvió el whiskey de la botella en un vaso para Jamal.

--Supongo que la misión fue un éxito.—respondió Sweet-T.

--Lo fue...--respondió Jamal.—Pero creo que deberíamos estar enfocándonos en otra cosa.

Días de Anarquía: Año 7Where stories live. Discover now