Capítulo 7 | Riada

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JUDAS

Podía ver ese cielo despejado, y aquella maldita ave surcando los cielos en la altura y el golpeteo de los casquillos de munición que salían volando humeando todavía del arma automática de la mujer que estaba a su lado. Judas estaba acostado, tendido sobre la cajuela de un vehículo.

 No tardó rápido en recuperarse y verse en medio de la escaramuza que estaba ocurriendo a su alrededor. Uno de los macheteros Reyes blandió su sable contra uno de los hombres uniformados.

Judas se levantó de la cajuela. Y justo cuando otro machetero iba tras una mujer de cabello rubio corto que estaba herida del brazo y utilizaba la metralleta solo con una mano. Judas le interceptó, le agarró la muñeca al hombre y le dio una patada en la entrepierna. El hombre soltó el machete. Judas lo tomó casi instantáneamente y lo blandió justo en el cráneo rapado del hombre. El machete quedó hundido en su mollera. 

Judas entonces puso su bota sobre el hombro derecho del hombre y de un tirón sacó el machete dejando ver la herida en la cabeza de la que brotaba la sangre y la espesa masa gris. Después una mujer con otro machete se le acerco por la derecha y Judas simplemente le evadió el golpe y la degolló. La mujer cayó al piso sujetándose la garganta.

--¡Cuidado! —exclamó uno de los hombres uniformados. Judas sacó de su cinturón la escopeta recortada. Aquel uniformado continuaba disparando justo hacia el automóvil que arrojaba chispas, fuego y humo de su escape.

El automóvil tenía la intención de arrollar a Judas ya que era el que se encontraba más próximo a él, pero Judas se hizo a un lado y justamente cuando el automóvil pasó al lado de hombre, él simplemente tiró del gatillo. Las esquirlas perforaron la ventana del pasajero y se impactaron en el conductor. El auto dio un súbito giro a la izquierda y se fue acelerando hasta que finalmente cayó en una zanja.

Judas se dio la vuelta, y caminó de regresó hacia la unidad de uniformados. Aunque él no sabía quiénes eran, sabía que peleaban en contra de Los Reyes y eso era lo único que necesitaba saber por el momento.

--Yo soy El Judas, y aquellos que se enfrenten a mí perderán su entrada al paraíso—había dicho Judas, El resto de los bandidos temerosos se subieron de nuevo al autobús.

--¡Es El Judas, corran! —respondió uno de ellos. El español de aquel hombre era algo golpeado. Por lo que no era uno de los Reyes del Sur de la frontera. El autobús modificado aceleró en reversa y luego se dio a la fuga junto con otro de los automóviles.

Judas continúo caminando...

"Este no soy yo" se decía a si mismo Judas, "Es mi cuerpo, pero no me siento yo" "Es como si no estuviese pensando lo que hago, lo que digo. Las palabras solo continúan emanando de mi boca" Judas sentía que su cuerpo se movía solo

--Gracias por ayudarnos—decía la voz de un hombre a las espaldas de Judas, pero Judas no le prestaba atención.

"¿Que está pasando?, Tengo que recuperar el control. Yo no soy así, mi cuerpo...mis pies, mi mente" Judas entonces se detuvo. Frente a él estaba tirado en el suelo una metralleta que suponía ser de los hombres uniformados. En su interior una sensación de peligro se acercaba a él más y más. Pero entonces mientras se agachaba para tomar el arma, vio la caja, el ataúd y entonces la voz de Karen volvió a él.

"Tengo miedo" había oído decir a Karen en su mente. Judas entonces uso toda su fuerza para sujetarse de la caja. Y no dejarla ir. Perdió nuevamente el conocimiento.

Lo primero que vio nuevamente al recuperar la consciencia fue el techo del vehículo y sintió las vibraciones del vehículo en el que iba viajando, a su lado iba una mujer bonita, de largo cabello rubio casi blanco de ojos azules claros. De rostro alargado con pecas. Ella le miró también. Luego Judas miró en su brazo una intravenosa le estaba inyectando suero.

--Oh ya despertaste—dijo la mujer. —Teniente, él ya despertó. —dijo la mujer bonita. Luego apareció otra chica, de cabello rubio como el oro, con ojos azules y piel blanca. Judas pudo ver como en su brazo lo tenía vendado, donde le habían cortado.

--Bien, déjame el resto a mí—respondió la mujer de cabello corto.

--¿Puedes hablar inglés? —le preguntó la chica de cabello corto. El hombre estaba muy débil para responder. Pareciese que había agotado todas sus fuerzas. Sin saber bien cuanto tiempo habría pasado en el desierto. Pero al menos asintió con la cabeza.

--Bien—respondió la teniente. —Mark da media vuelta, Regresamos a Ashton.

Entonces Judas le jaló de la manga a la Teniente.

--¿Qué ocurre? —le preguntó la teniente.

--Ca..., Caja...

--¿La caja de madera? —le preguntó La Teniente, Judas asintió nuevamente con la cabeza. Entonces la teniente sonrió y apuntó con el dedo hacia el techo. —Ahí arriba—dijo.

Entonces Judas cerró los ojos nuevamente, necesitaba descansar un poco más.

Días de Anarquía: Año 7Donde viven las historias. Descúbrelo ahora