Capítulo 53 | La Caída de Washington

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CESAR

Los gritos de Fernando 2 eran terribles, el hombre gritaba a todo pulmón, cuando la noticia de la muerte de Jessica llegó a él, levantó la cabeza del mensajero que le había venido a traer el mensaje desde Casa Solariega y la azotó contra una pared, El cráneo reventó como una nuez. Ni siquiera Marco Antonio Reyes pudo detenerlo. Cesar se quedó viendo como Fernando 2 se desquitaba con el cuerpo del pobre bastardo.

--Tengo que regresar.—Dijo Fernando 2.

--No, aún no hemos terminando con el sitio.—Dijo Marco Antonio Reyes. Fernando 2 gritó y caminó en zancadas furiosas hacia el padre de Cesar. Marco Antonio miró al hombre en todo momento. Fernando 2 parecía un toro levantado en sus patas traseras con ojos llenos de odio y de ira. Como una bestia a punto de atacar. Todos los hombres levantaron sus armas hacia Fernando 2.

--Fernando no hagas nada estúpido. —Dijo Cesar. El muchacho sabía que si no decía nada, se matarían mutuamente, Fernando 2 reventaría la cabeza de Marco Antonio como un melón podrido. Y la ráfaga de balas de todos alrededor reduciría a Fernando 2 a un pedazo de queso gruyer. —No es tu culpa Fernando, es culpa de ellos. —Respondió Cesar apuntando con su pistola hacia la base militar.

--¿Qué?—preguntó Fernando.

--Jessica murió porque no estuviste con ella, y no estuviste porque esos bastardos simplemente no se mueren.—Respondió Cesar.

--Sí, sí, ¡Ellos no quieren morir! ¡Deben morir! --Exclamó Fernando 2.

--¡Debes matarlos!—gritó Cesar.

Fernando 2 gritó de ira y llamó a sus contingentes para reiniciar la batalla, aún antes de que los rayos del sol comenzaran a salir, nuevamente Los Reyes volvieron a atacar. Cesar giró la cabeza hacia su padre, el hombre sonrió y dio tres aplausos. Bien hecho, ni yo podría haberlo hecho mejor.

--¿Cómo sabías que no iba a atacarte?—Preguntó Cesar a su padre.

--No lo sabía, yo estaba dispuesto a matarlo y morir en el intento de ser necesario. —Respondió Marco Antonio. Entonces se escuchó una sirena en la distancia. Cesar dejó a su padre ahí junto con el resto de sus hombres y se fue con Sergio al frente.

Tomaron uno de los vehículos de persecución y llegaron al sitio, toda el área alrededor de La Casa Blanca estaba llena de cráteres de las bombas que habían lanzado durante los días anteriores. Cesar se sorprendió que no había hombres sobre los muros y las torres que el ejército americano había colocado. Todo el lugar parecía desierto.

--¿Dónde están todos?—preguntó Sergio.

--No lo se, pero algo no me gusta.—Respondió Cesar. El muchacho ordenó a un grupo de nahuales que checaran el área, cinco hombres fueron caminando muy despacio, sabían que podían haber minas enterradas. Entonces se acercaron a las puertas, cuando uno de ellos puso su palma sobre el portón este se levantó lentamente permitiendo la vista del interior del bunker. Lo único que había era solo la neblina de la mañana.

--No hay nadie aquí.—Dijo el hombre.

--¡Eso no es posible!—Exclamó Cesar y descendió del vehículo el muchacho se dirigió hacia el interior de la fortaleza. Había una gran puerta que daba hacia el bunker subterráneo. Y un hombre sentado sobre una caja de armas.

Sergio alzó su metralleta y le quitó el seguro, apuntó al hombre pero antes de disparar la primera ráfaga Cesar lo obligó a bajar el arma. Cesar no podía creer quien era aquel hombre. El muchacho caminó hacia el hombre.

--¿Presidente Cooper?—preguntó Cesar.

--Sí.—Respondió el hombre y alzó la cabeza, el hombre vestía su mejor traje.

--Supongo que está fue su ultima movida.—Dijo Cesar Reyes.

--Sí.

--Usted se sacrifica para dejar que todos los demás sobrevivan. ¿Verdad?

--Tú debes ser Cesar Reyes. Es un placer conocerle. —Dijo el mandatario y se levantó de la caja de armas y le tendió la mano al hombre. El muchacho le correspondió el saludo. Entonces Cesar ordenó a sus hombres llevarlo prisionero hasta que apareciera Marco Antonio Reyes.

Los Reyes exploraron el interior del bunker, no era un mal lugar, había mucho que se podía tomar, desde cajas de armas, vehículos y libros de operaciones. Cesar caminó, por la oficina oval por primera y única vez, no quedaba mucho, más que la silla y el escritorio presidencial.

Marco Antonio Reyes entró observó la oficina, dio una gran respiración y luego lanzó un silbido, dos hombres que arrastraban al presidente Cooper aparecieron. Los dos soltaron al presidente, entonces Marco Antonio desenfundó su machete de mango de oro, el hombre caminó hacia el presidente Cooper y lanzó el tajo el hombre cayó muerto.

--Parece que lo lograste. —Dijo Cesar, sentado en la silla estaba Marco Antonio Reyes, el hombre miraba por las ventanas sin cristal, observando las ruinas de la ciudad.

--Sí, ahora que nuestros ancestros han sido vengados no hay nada que se interponga en nuestro camino de la dominación mundial. —Respondió Marco Antonio Reyes.

Unos días después aún se estaban preparando la mayoría para salir. Los vehículos fueron cargados con tesoros que habían saqueado. Sin embargo Marco Antonio Reyes fue el primero en salir, su intención era ahora regresar a Casa Solariega a encontrarse con María. Mientras que el primo Fernando y él se quedaban a limpiar el desastre. Pero la estrategia había funcionado, con el presidente muerto, Marco Antonio Reyes ya no tenía nada que hacer en Washington y podía dedicarse a gobernar Casa Solariega o lo que quisiera.

El primo Fernando había pedido que le dejaran regresar a casa antes, quería saber que había sido de Jessica, quería visitarla. A Cesar siempre le pareció más una bestia que un hombre, pero en cierta manera los dolores de cabeza que lo obligaban a matar a otros se atenuaban con la presencia de Jessica.

Y sobre Jessica, a ella nunca le interesó formar parte del negocio familiar, ella se dedicaba a los viajes y las fiestas, a ayudar a los hambrientos y las caridades, Cesar supuso que se debía a que ella trataba de redimir a su familia con aquellos actos. Pero la verdad es que simplemente ella trataba de encontrar una penitencia para ella. Por todo lo que los demás habían hecho. Su castigo fue ser amante de Fernando 2 y peor, terminó muerta por esa razón.

Días de Anarquía: Año 7Where stories live. Discover now