C a pí t u l o 4 : Ha comenzado a seguirte.

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Una vez que compruebo que Lucy está mejor, me dispongo a ayudar a mis compañeros con lo que sea necesario hasta que sea la hora del primer encuentro con lectores.

Y cuando todo está en orden, se abren las puertas e ingresan las primeras personas. Cada una se acomoda en su respectiva mesa reservada, los mozos se mueven por cada uno de los lugares para tomar los pedidos. Randall coge el micrófono, sonríe y se presenta.

—Agradezco su presencia —dice y acomoda sus lentes—. Pero entiendo que no es a mi a quien vienen a ver, así que mejor me callo, y les doy lugar a este par de genios. Un aplauso para recibir a Lucy Malone y Trey Waters.

La cafetería se llena de aplausos cuando ambos se presentan, y es en esa acción donde se percibe el orgullo que sienten sus lectores.

Lucy y Trey se acomodan en sus lugares, y se da el inicio del encuentro.

Risas, sonrisas, y diálogos reflexivos ahogaron la cafetería. Se hablaron de muchas cosas, no sólo de sus obras, y pese a que ambos tuvieron diferencias en ciertos temas, nunca faltó el respeto.

Sus lectores se mostraron animados, y realmente interesados por cualquier cosa que hayan dicho. Lucy y Trey son de esas personas que te pueden decir lo obvio, como "el cielo es azul" y aún así sentir que sus palabras son semejantes, las mejores dichas. O así lo ven sus aficionados. Y, a decir verdad, tienen una forma de hablar que atrapa. No por nada son número uno en nuestras ventas.

Ahora los autores se toman un breve receso para el siguiente encuentro de lectores, en el cual predomina más el número de jóvenes, siendo que en el anterior fueron más los adultos. Eso me agrada, ver la diferencia de edad, y ver que no se perdió el interés por la lectura en los jóvenes, siendo que estamos en una época donde predomina más lo virtual.

La segunda charla se inunda de risas, pero sobre todo, de pensamientos profundos, algo que no vi en la anterior, al menos no con la misma intensidad.

Cuando el encuentro llega a su fin, y todos se van felices con sus libros autografiados, llegamos a un acuerdo de hacer un festejo en honor a la increíble tarde que tuvimos.

Randall nos propone ir al bar de su cuñado, así que todos nos dirigimos hacia allí. Todos menos Lucy, quien prefirió festejar con su marido.

Al llegar al bar, suspiro ante el montón de gente que hay dentro, y ante la fila de quienes esperan entrar. Si algo no me gusta de los lugares públicos, es cuando se llena de tal manera, y menos cuando aquí dentro muchos son abandonados por sus desodorantes.

El cuñado de Randall nos ubica en un sector donde no hay demasiada gente, y sólo yo me pongo contenta por ello, el resto quiere bailar entre los desconocidos, hacer sociales, o lo que sea que haga la gente al salir.

Me siento en un sofá blanco, y bebo de mi cerveza. No es hasta que me siento, que noto el cansancio que venían sosteniendo mis piernas. Estuve tan ocupada, de aquí para allá, que no me percaté de ningún dolor.

Mientras el resto de mis compañeros baila, me acomodo aún mejor en el sofá. En serio que podría dormirme tranquilamente, si no fuera por la música incomprendible que pasa el DJ.

Me siento un pez fuera del agua al observar la diversión del resto, y hasta me considero una anciana, una aburrida, pero qué más da, así soy. Así es Gia Beckman damas y caballeros.

—¿Gia? —escucho que me llama alguien por encima de la música. La voz masculina proviene de mi derecha, por lo tanto miro, y me encuentro con la mirada de un hombre que me produce náuseas.

West Connor, mi primer y único novio, mi primer y único amor me está observando con mucha atención, apoyado en el barandal que divide el sector en donde me encuentro del suyo. En su rostro hay una sonrisa que hace años me hubiera puesto a sus pies, pero que ahora me genera ganas de darle una fuerte bofetada.

Como estrella fugazWhere stories live. Discover now