#25 "Bad dreams"

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San Francisco estaba siendo acechado por una gigantesca nube gris que parecía extenderse más allá del horizonte. James Hetfield tenía sus ojos azules vigilando el cielo, siendo testigo del resplandor de un par de rayos que asomaban entre las nubes, y los cuales se le antojaron amenazantes. Estos crujieron en un estruendo que hizo vibrar a toda la ciudad. El rubio miró a su alrededor. Estaba de pie al borde de la banqueta y frente a él, del otro lado de la calle, el bien conocido bar Waldorf.

Recordó que iba a tocar ese día, tenía que presentarse y sabía que sus amigos ya le esperaban dentro. Por la gente que hacía fila en la entrada del bar, él supo que se le hacía tarde así que cruzo la calle con la brillante idea de esquivar los autos, pues no podía permitirse perder un minuto más. Trató de correr pero sus movimientos fueron lentos y pesados, además sus rodillas se mostraban débiles y temblorosas con cada paso. En su espalda sintió un peso extra del que no se había percatado y, al mirar por encima de su hombro, vio de reojo el estuche de su guitarra. Esquivo autos, motocicletas y autobuses. Algunas de las personas que lo miraban desde la banqueta lo reconocieron y gritaron su nombre y mientras que otros le llamaron loco.

Mientras cruzaba la calle, sintió el tiempo pasar alrededor de él, y tuvo la percepción que mientras más avanzaba, las puertas del Waldorf se alejaban más y más.
Cuando por fin puso pie en la banqueta del Waldorf, la noche había caído. Los truenos seguían crujiendo y resonaban en sus oídos haciéndolo estremecer.

El inicio de The four horsemen se escuchó provenir del interior del bar y James se apresuró en entrar. Paco, el gorila que controlaba el ingreso, lo miró con indiferencia y evadió el saludo de James.

Una vez adentro, se puso de puntillas para ver hacia el escenario, pero la muchedumbre le obstaculizaba la vista. The four horsemen continuo y se molestó al escuchar que alguien cantaba en su lugar.

Como pudo se abrió camino entre la multitud que contemplaba el espectáculo. No se podía creer que sus amigos hubiesen empezado sin él y, lo peor, que consiguieran a un cantante que le suplantara solo porque se le había hecho tarde. Sin embargo, aunque se daba prisa por ocupar su merecido lugar en el escenario, sus pasos volvieron a ser pesados y lentos, pero no fue el único, el público también aplaudía y se movía en cámara lenta.

Finalmente, luego de lo que pareció una eternidad, llego a la primera fila pero la música se había apagado. No había nadie en el escenario y el rubio se sintió frustrado, como si la música hubiera sido una ilusión.

-¡Hey, James!- escuchó que le llamaron.

Hetfield se giró y vio a sus amigos, Lars, Kirk y Cliff, de pie frente a él. La gente del Waldorf hacia un circulo alrededor de ellos, incluido Paco, quien parecía que había abandonado su puesto por presenciar lo que estaba ocurriendo.

-Perdón por llegar tarde-, se disculpó James. -¿Vamos a tocar o qué?-
-Tenemos que hablar, viejo- soltó Kirk con algo de pesar
-¿Hablar de qué?- preguntó el rubio con el presentimiento de que algo no andaba bien.

Los tres se miraron entre sí, como debatiendo en silencio quién hablaría primero. James se empezó a desesperar. La muchedumbre, alrededor de ello, empezó a susurrar sin apartar la mirada de los cuatro integrantes de Metallica.

-¡Ya, hablen!- ordenó el rubio, ya bastante incomodo por la espera. Sus amigos lo miraron pero fue Lars quien dio un paso al frente.
-Tienes que volver a Los Ángeles- dijo el danés, -Encontramos a alguien que va ocupar tu lugar-.
-¿De qué hablas?- un escalofrió recorrió el cuerpo de Hetfield y sintió que la ira paralizaba sus nervios.
-Lo discutimos y creemos que debes salir de la banda- explico Kirk.
-¿Pero qué les pasa? ¡No pueden hacer eso!- rugió James. La gente alrededor no hacía nada salvo observar y secretear entre ellos. Todo agregaba más tensión al asunto.
-Sabía que estallarías- se quejó Ulrich. Kirk apretó los labios manteniéndose cabizbajo y Cliff, cruzado de brazos, miraba con desaprobación la actitud del rubio.
-No Lars, no puedes- la voz de James se quebró tras esto último. Estaba desesperado, su pecho le quemaba.
-Como co-fundador, puedo hacer lo que me plazca-
-¡No, no puedes, maldito hipócrita!- gruño el rubio, -¡Yo forme Metallica!-. Se apuntó a sí mismo en actitud frenética. Los ojos azules iban y venían de sus amigos a la muchedumbre, estaba furioso ante semejante humillación. Identificó rostros conocidos en medio de todo aquello. –No, no pueden-, volvió a decir negando con la cabeza. -¡No pueden encontrar a alguien mejor que yo!- amenazo.
-En realidad sí- intervino alguien del público: Dave, quien apareció con Cristine, ambos tomados de la mano.

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⏰ Last updated: Sep 26, 2019 ⏰

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My Friend of Misery /(En edición) Where stories live. Discover now