78. "Si de verdad lo amas... Déjalo ir"

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78.

"Si de verdad lo amas... Déjalo ir"

Rebeca tenía mucha razón, no es el mismo Diego que conocí. La confianza en sí mismo que le había visto ha desaparecido casi por completo, sin embargo, su comportamiento actual en definitiva no es el típico cuando tiene miedo o se siente intimidado. Si debería definirlo, este sería, vergüenza.

Pero, ¿por qué? Lo que ha sucedido no fue su culpa, en todo caso ha sido mía.

Regreso a buscarlo al día siguiente y al siguiente, con idénticos resultados. Al tercer día, a su madre parecen habérsele agotado las excusas que me da, limitándose entonces a solo apelar por mi paciencia.

Exasperado ante la negativa de siquiera verme, ante la mirada atónita de su madre, termino aporreando su puerta, exigiendo que salga del cuarto donde se ha apertrechado. Mi arrebato consigue sacar a la luz un atisbo de su determinación, lo malo, es que la usa para irse contra mí, a cada golpe en mi pecho lo acompaña un insulto.

Siento como su fuerza mengua con cada golpe, está tan débil que debo sostenerlo para que continúe desahogándose. Con mis brazos rodeándolo y su cabeza apoyada en mi pecho termina suplicándome que me vaya.

Con mis palabras amortiguadas por su cabellera le pregunto - ¿De verdad piensas eso?

-Sí, vete.

-No me quiero ir, te amo. –Mi voz suena entrecortada, en consonancia con mis sentimientos.

-Por favor. –Suplica apenas sin voz.

No quiero irme y dejarlo en ese estado. Pero en el fondo, sé que debo hacerlo. Ya estando en la puerta me detengo, giro sobre mis talones y regreso para darle un beso en los labios, el último.

Al salir, no volteo la mirada atrás.

##

Es duro llegar a casa y enfrentarme a la familia expectante de buenas noticias con evasivas y mentiras blancas.

Sobre todo, al pequeño Franco, pues tenía la esperanza de que traería a Diego.

- ¿Y mi hermanito? ¿Dónde está Diego? ¿Sigue enfermo? ¿Por qué no lo has traído?

-Se ha tenido quedar en casa con su mamá para que lo cuide.

- ¿Vendrá pronto?

-Q-quizá. –No puedo evitar titubear al responder eso último.

-Vamos corazoncito, ya es hora de ir a la cama. –Le insta mi madre al darse cuenta de lo difícil que es para mí responder.

- ¡Ah! –hace un puchero. -Omar. ¿Podrías leer conmigo un rato antes de dormir?

-Deja a tu hermano, que ha de estar cansado del viaje. –le reprende.

-No, está bien, estoy bien. –les dedico una parca sonrisa y voy tras el mocosito para acostarlo.

Una vez que se ha puesto el pijama tengo que arrearlo para que se lave los dientes antes de acostarse. Cuando le pregunto cuál es el libro que hoy quiere leer, corre a su librero para entregarme uno, en la portada se ve un chico de camiseta naranja con el mar picado llegándole a la altura de las rodillas y la silueta de Nueva York frente a él.

Me hago el fuerte frente al niño, a pesar de que por dentro estoy hecho trizas, pues es el libro que le regalo mi noviopoco antes de desaparecer. Lo abro en la hoja marcada con el separador en el capítulo 15. Terminando, prosigo con el siguiente.

-No, hasta ahí nada más. –Arrebata el libro de mis manos alejándolo de mi alcance.

Nunca ha pasado al 16. Franco tiene la idea que, si continuamos y terminamos el libro sin Diego, sería como traicionarlo al no esperar su vuelta.

The Teacher's Son [Gay + Adultos]Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum