77. "Mudando a una nueva vida, parte 2"

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77.

"Mudando a una nueva vida, parte 2"


Roberto cursa la carrera de comunicación, es extrovertido, alegre y habla hasta por los codos. Pero no fue eso lo que me gustó de él, fue la forma optimista que ve el mundo lo que me atrapó.

Cuando le conté acerca de la campaña que llevamos para el refugio de mascotas, enseguida la buscó por internet y me dio sus puntos de vista al respecto, así mismo hace observaciones para mejorar lo que teníamos. Con su ayuda y la de Iván, que todavía estaba colaborando en la página, desarrollamos un proyecto que no solo lo utilizó el refugio, sino que también nosotros pudiéramos presentarlo en nuestras respectivas carreras. Daban puntos extras por la colaboración interdisciplinaria.

La mayor parte del trabajo lo hacíamos en la escuela, nos reuníamos en los descansos que coincidíamos y al finalizar las clases, el trabajo de edición lo hacíamos en su casa, pues su computadora estaba mejor equipada para ello que la mía. Sus padres trabajan hasta ya entrada la noche por lo que no había nada que nos interrumpiera, excepto el cansancio.

Después de tener un día realmente pesado en la escuela, una neblina comienza a formarse en mis ojos fatigados, inclinándome hacia atrás del respaldo de la silla cierro los parpados unos instantes antes de seguir con el proyecto. Aprovechando la oportunidad, Roberto se acerca y suavemente coloca sus labios sobre los míos.

La sensación es tan sutil y a la vez profunda que, le devuelvo el beso.

-Perdóname, no volverá suceder. –Se separa y disculpa con la misma velocidad que inició.

-Tranquilo, no pasa nada. Además, a mí me gustó.

La cara de Roberto fue de alivio, entusiasmo, miedo y excitación, todo al mismo tiempo. Ahora más relajado, vuelve a acercarse poco a poco para besarnos de nuevo. En un par de ocasiones choca sus dientes con los míos, mientras sus manos suben y bajan de mi espalda tan rápido como si intentara secarme con una toalla.

Es evidente su inexperiencia en el tema. Toca guiarlo y enseñarle a disfrutar sin prisas de un buen beso.

Al separarnos, evitamos el contacto visual con el otro. Seguro que él es por pena, en mi caso, es confusión. La última vez que bese a alguien fue hace cuatro años, en una vida diferente. Tomo mis cosas y salgo de la casa inmerso en un mar de sentimientos encontrados.

Debido a que nuestros horarios no coincidían, a mis amigos se les hizo normal el que permaneciera con ellos todo el día. Por la tarde, tampoco fui a buscarlo a su casa, la excusa, tenía sesión con la señorita Núñez. Es a ella a quien le expongo mi dilema, en busca de consejo.

- ¿Por qué huiste? –Pregunta la psicóloga.

-No lo sé. –Y justo ese es el problema.

-Este joven, ¿Qué sientes por él?

-Roberto es atento, educado, divertido y alegre. Me siento bien y cómodo cuando estoy con él, por eso tengo miedo de echarlo a perder. Me gusta mucho.

-Si te gusta, entonces, vuelvo a preguntar. ¿Por qué huiste?

-Hasta ese momento, ignoraba que yo también pudiera gustarle, lo veía como un amigo. O así es como me sentía más cómodo, algo puramente platónico.

-Bueno, pero si a ti te gusta y tú pareces gustarle a él, ¿Por qué no dar el siguiente paso? O, ¿sigues sintiendo algo por el otro chico?

Respiro irregularmente unas cuantas veces antes de responder.

The Teacher's Son [Gay + Adultos]Where stories live. Discover now